Un Nuevo Lord

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Daemon se encontraba meditando, solo en una sencilla habitación del castillo real, meditaba sobre la vida, como esta podía dar un giro de 180° de un día a otro. Después de todo, una mañana te levantas siendo Jon Snow, el bastardo de Invernalia, y al siguiente día eres Daemon Targaryen, el verdadero heredero al trono de hierro, sí, la vida que conocías podía cambiar sin que lo esperaras.

La rebelión Greyjoy finalizo con la victoria de Robert Baratheon, que bueno para el tonto ciervo, mal por el estúpido incompetente de Renly, indiferente para Stannis, y sobretodo, excelente para Daemon Targaryen. La suerte estaba echada, había dejado lo mejor de sí en esa ridícula rebelión, ayudo a diseñar un plan que le facilito la victoria a Robert Baratheon y salvo la vida de su tonto hermano menor, claro que fue el mismo que puso la vida de ese medio hombre en peligro, pero eso no lo debía saber nadie más que él, y bueno, el tullido hombre que una vez fue Renly de la casa Baratheon.

En las guerras se dan las mejores recompensas, eso lo sabía cualquier persona, Daemon esperaba al menos que el rey Robert le permitiera ser el escudero de un caballero de reputación media, carajo, antes hubiera aceptado hasta ser el escudero de un caballero de rango bajo, pero se la jugó con todo en esa guerra, se merecía al menos eso.

Balon Greyjoy ya había sido juzgado, encontrado obviamente culpable por sus crímenes hacia la corona, tuvo que ver como ejecutaban a su heredero y dos hijos más, su último heredero, un chico llamado Theon Greyjoy seria pupilo de su tío en Winterfell.

Robert quería matar a Balon y finalizar el legado Greyjoy, pero Jon Arryn lo convenció de lo contrario, y eso fue curioso a los ojos de Daemon, perdonaron a Balon Greyjoy y no a los inocentes hijos de Elia Martell, ¿Por qué? Daemon sabía que el valor político de Balon es sumamente inferior al valor político que los hijos de Rhaegar hubieran tenido de haber vivido, sin embargo, ¿Por qué dejarlo vivo? ¿Acaso querían que los Siete Reinos olvidaran lo que sucedió en la rebelión de Robert? Era eso, ¿Querían que Robert fuera recordado como un Rey justo? No había honor, solo hipocresía, eso era el honor del Sur, pura y barata hipocresía.

Jon Arryn aparentaba ser un hombre amable de buen corazón, justo y honorable, pero Daemon lo supo con solo verlo una vez, ese hombre, ese detestable anciano no era nada más que un hipócrita señor con aires de grandeza, y pagaría, porque era igual de responsable de todo lo que había pasado.

- Jon, voy a pasar - La voz de Ned Stark llego a los oídos de Daemon - Parece que fue hace años que salimos del Norte.

- Bueno, tu saliste del Norte, yo me cole como un polisón - Dijo Daemon, sacándole una pequeña sonrisa a su tío.

- No creas que he olvidado eso, Jon. Cuando regresemos al Norte te castigare por esa estupidez, pusiste tu vida en riesgo.

- Lo sé, y lo entiendo. Aceptare cualquier castigo que creas necesario, se de antemano que lo que hice estuvo mal - Daemon suspiro levemente - ¿Por qué viniste, Lord Stark?

- ¿Acaso no puedo venir a ver cómo estás?

- No, no es eso. Solo dudo que hayas podido librarte del Rey Robert solo porque si, ¿Pasa algo?

- A veces eres muy perseptivo, Jon - Comento Ned - Es cierto. Robert me pidió de favor que viniera a buscarte, dará unas recompensas por la ayuda y desea que estés presente.

- ¿Yo? - Daemon fingió ignorancia - Soy un bastardo, Lord Stark. Lo menos que quiero es causar conmoción en la sala del trono, no merezco estar ahí.

Príncipe DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora