"Prométemelo... prométemelo..."
"Lya, yo... yo..."
"Prométemelo, Ned... prométemelo..."
Sus parpados fueron abiertos con sorpresa, sacudió su cabeza mientras pensaba en los moribundos susurros de la mujer que había reinado en sus sueño el último turno de luna, ¿Cuántas veces había visto esa escena en sus sueños? Muchas, tantas que le era difícil recordar.
Jon Snow, así lo llamaban, el Bastardo de Invernalia, el popular bastardo engendrado por el recto y honorable Lord Eddard Stark.
Su nombre jamás le había agradado, Jon, según supo fue en honor a Jon Arryn, el padre adoptivo de Lord Stark, el hombre que le inculco lo que significaba el honor y el deber, palabras muy bonitas de escuchar, pero para Jon su nombre era vacío, no significaba nada debido a que era acompañado por la palabra "Snow", no importaba si portabas el nombre del legendario Aegon el Conquistador o del popular Brandon el Constructor, si no era acompañado por un apellido fuerte o verdadero... tu no eras nada.
Jon es un Snow, un bastardo del Norte que no heredaría tierras ni títulos, estaba acostumbrado a ser la sombra de su medio hermano Robb Stark, el heredero de Winterfell, el verdadero hijo de Lord Eddard Stark y Catelyn Tully-Stark.
Jon es más inteligente, hábil en sus clases, mejor luchador, arquero y espadachín, pero no podía demostrar nada de eso frente a Robb, o peor aún, frente a la madre de Robb, si esa mujer descubriera que sus talentos sepultaban las habilidades de su hijo, entonces Jon temería que Lady Stark atentara contra su vida, después de todo ganas no le habían faltado a esa mujer.
En las clases con el Maester Luwin, Jon debía actuar como si desconociera las respuesta, incluso cuando les aplicaban un examen, Jon era capaz de resolverlo en cuestión de minutos, pero debía esperar casi una hora a que Robb terminara el suyo, y no solo eso, debía a propósito sacar peor nota que su medio hermano para que Lady Stark estuviera contenta, no es que Robb fuera tonto, no, de hecho era competente, pero la inteligencia de Jon era una bendición que incluso sorprendía al chico.
Desde muy chico se dio cuenta que solo debía leer las cosas una vez para recordarlas, todo lo que leía quedaba grabado en su mente, incluso cosas que leyó a las 4 años, edad a la cual empezó a leer, incluso siendo tan pequeño recordaba a la perfección cada palabra de su primer libro.
Era un genio en el apartado intelectual, y en el apartado físico no se quedaba lejos, después de todo, solo le bastaba ver el patrón y técnica que usaban sus contrincantes una sola vez, luego de memorizarlo la victoria estaba asegurada, pero como siempre, debía dejarse ganar por Robb, al comienzo no le dio mucha importancia, pero si era sincero, eso ya comenzaba a hartarlo.
Sabía que no le hacía ningún bien a Robb creerse el mejor, si alguien viniera con ganas de asesinarlo, no lo salvaría el hecho que su hermano bastardo lo haya dejado ganar, pero al menos Robb no era un muchacho arrogante y a su muy peculiar modo, se esforzaba, Jon no estaba seguro, pero podría jurar que Robb se había dado cuenta que siempre lo dejaba ganar en todo, sin embargo, mientras Robb no comentara nada, el no tocaría el tema.
Actualmente las cosas estaban movidas en Winterfell, tal parece que los Greyjoy se habían revelado a la corona y planeaban independizarse, el Rey Robert Baratheon convoco a Lord Stark y este estaba a punto de partir al llamado de su Rey, y a la vez mejor amigo.
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Príncipe Dragon
FantasíaHace 7.000 años un Héroe legendario creo una leyenda, una historia que al pasar de los años se volvió un simple cuento de hadas. El Héroe que obtuvo un poder divino sacrificando lo más preciado que poseía, el corazón de su amada, el amor de su vida...