Despierto a las 6:45 todos los días, justamente cinco minutos antes de que suene mi alarma. ¿Por qué me desperté? Me siento robado por mi mismo, cinco minutos menos de sueño, cinco minutos más despierto.
Resignado me levanto a descargar todos los lí...
¿Les ha pasado que despiertan sabiendo que será un día triste y nostálgico?
Algo pasa en el ambiente. Tal vez un sonido, una canción, un programa de TV, un mensaje, un olor. Algo que sin previo aviso te arrastra al pasado. Y de repente, ahí estás: recordando a esa persona, recordando esos momentos donde tenías todo... y no lo sabías.
No puedo negar que extraño mi infancia. Que pagaría cualquier precio por volver al 2008. Por llegar a casa después de la escuela, con la comida lista. Mis padres y hermanos en la mesa, haciendo juntos la oración antes de comer. El recuento del día entre risas y regaños.
No puedo negar que, aunque el tiempo ha pasado, sigo siendo un niño atrapado en un cuerpo de adulto. Un niño que a veces se olvida de su propio sentir, de su propio dolor. Pero hay días... días en los que me veo al espejo y no reconozco al hombre frente a mí. Solo veo a ese Julio de 10 años, esperando a crecer, creyendo que ser adulto lo haría todo más fácil.
Pensando que los problemas de la infancia desaparecerían con la madurez.
No.
Lo único que crece con los años es la nostalgia. Y cada vez pesa más.
Hace seis meses perdí a mi padre.
No he podido hablar de eso. Este no será el capítulo donde lo exprese. Pero hoy... hoy desperté con un hueco en el pecho.
No sé qué pasó. Algo había en el ambiente. Algo me dijo que hoy iba a ser de esos días.
Me subí al carro para ir al trabajo y puse en Spotify sus canciones favoritas. Sí, esas canciones que le pedía que quitara o al menos que bajara el volumen. Esas que él cantaba a todo pulmón, las mismas que lo llenaban de gozo.
Hoy las pongo por decisión propia.
Hoy las canto como él las cantaba.
Porque, aunque sea por un momento, quiero sentirlo cerca.
No han sido días fáciles. Han pasado fechas importantes, su cumpleaños, el de mi madre... Y en cada uno, solo pudimos alimentar el día con recuerdos. Con esa pregunta que nunca tendrá respuesta:
¿Qué sería de este momento si él estuviera aquí?
Para bien o para mal, el mundo sigue igual. No se detiene.
Diario le pido a Dios fuerza y paz mental para mí y para mi familia. Pero como dicen por ahí, recordar es vivir.
Y qué ironía, porque me encantaría vivir en mis recuerdos.
Pero solo son eso. Recuerdos.
A veces pienso que sería increíble tener el súper poder de saber cuándo estamos viviendo un buen recuerdo.
Imagínalo.
Una alerta en el teléfono, tipo iOS o Android, que suene en el momento exacto en que estás viviendo algo que en el futuro recordarás con felicidad y amor.
Tal vez pensarás que es obvio cuando estás viviendo algo así, pero no lo es.
Sí, lo notamos en momentos grandes: cuando nos dan un trabajo, en una graduación, en una boda. Ahí sabemos que estamos marcando un recuerdo importante.
Pero ¿qué hay de esos momentos que dejamos pasar sin darnos cuenta de su valor?
¿Qué hay de ese día en que te caíste de la bicicleta y tu papá te levantó, te abrazó fuerte y te dijo que no pasaba nada?
¿Qué hay de aquella noche en la que fingiste estar dormido, pero sentiste cómo tu mamá entró a tu cuarto, te acomodó las cobijas y te besó la frente?
Son momentos tan pequeños, tan cotidianos, que nunca los vimos como recuerdos. Pero ahora... ahora son lo único que queda.
Y sí, extraño.
Extraño mil y un cosas.
Claramente, joven no me estoy haciendo. Temo por mi vejez.
Temo por los recuerdos futuros.
Temo despertar un día y darme cuenta de que la habitación huele...
A nostalgia.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.