Viruela - 300 millones de muertes

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La viruela (del latín variola: 'pústula pequeña') fue una enfermedad infecciosa grave, contagiosa y con un alto riesgo de muerte, causada por el virus Variola virus.​ El último caso de contagio natural se diagnosticó en octubre de 1977 y en 1980 la Organización Mundial de la Salud (OMS) certificó la erradicación de la enfermedad en todo el planeta.​ Sus principales características eran una elevada tasa de mortalidad, de alrededor de un 30 %, con tasas especialmente elevadas en bebés,​ mientras que en aquellos que sobrevivían dejaba cicatrices por todo el cuerpo, y en algunos casos ceguera.

​ Sus principales características eran una elevada tasa de mortalidad, de alrededor de un 30 %, con tasas especialmente elevadas en bebés,​ mientras que en aquellos que sobrevivían dejaba cicatrices por todo el cuerpo, y en algunos casos ceguera

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Infección de la viruela, cubierta por las características erupciones en la piel. Bangladés, 1973.

Los síntomas iniciales incluían cuadros de fiebre y vómitos,​ seguidos en días posteriores de la formación de llagas en la boca y erupciones cutáneas. Al cabo de unos días, las erupciones cutáneas se convertían en protuberancias cargadas de denso líquido con un característico hundimiento en el centro. Con la evolución de la enfermedad, las protuberancias se convertían en pústulas y después en costras, las cuales se caían y dejaban las características cicatrices en la piel.​ La enfermedad se propagaba a través del contacto de personas sanas con personas contagiadas o mediante el intercambio de objetos contaminados con el virus responsable de la enfermedad.​ La principal vía de prevención consistió en inocular la vacuna desarrollada contra la viruela, mientras que para su tratamiento una vez contraída la enfermedad existían antivirales específicos, aunque de efectividad escasa.​

Se desconoce el origen de la viruela, pero existen evidencias de su existencia en una época muy temprana, pues se han hallado restos en momias egipcias datadas del Siglo iii a. C.​ La enfermedad se propagó a lo largo de la historia a través de brotes periódicos: en la Europa del siglo xviii se estima que unas 400 000 personas morían cada año por viruela y un tercio de los supervivientes desarrollaba ceguera.​ Se estima que solo en el siglo xx, la viruela mató hasta 300 millones de personas​ y a 500 millones en sus últimos 100 años de existencia.​ En 1967, apenas una década antes de su erradicación, se registraron 15 millones de casos.​

Parece ser que en China alrededor del siglo XVI se comenzó una forma primitiva de inoculación de la viruela para mitigar sus efectos.​ Europa adoptó esta práctica hacia la primera mitad del siglo XVIII, pero no fue hasta 1796 cuando se creó la primera vacuna moderna contra la viruela, gracias a Edward Jenner.​ En 1958, la Unión Soviética propuso a la OMS una campaña mundial para erradicar la enfermedad y desde 1967 se intensificaron los esfuerzos para eliminar la viruela con campañas masivas de vacunación, hasta certificar oficialmente su final en 1980. Se considera a la viruela una de las dos únicas enfermedades infecciosas que el ser humano ha logrado erradicar, junto a la peste bovina, erradicada oficialmente en 2011.​

La campaña se llevó a cabo entre 1967 y 1979 costó alrededor de trescientos millones de dólares. Analistas estimaban que Estados Unidos, el principal contribuidor a la misma, recuperaba el dinero que había gastado en la campaña mediante menores gastos de salud cada veintiséis días.

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