Maya
Llevo unos días flojos al entrenar y no me lo puedo permitir, mi padre se encontró conmigo ayer por la noche cuando baje a beber agua. él ya me dejo claro que tengo que entrenar.
Si mi plan va como yo quiero, esto me abrirá puertas y cerrará otras...
Tengo que ser la mejor...
Necesito ser la mejor.He estado entrenando muy poco aunque Iker está contento con ello, personalmente necesito ponerme las pilas.
Llevo corriendo dos horas y media, por fin llego a las pistas de atletismo, todavía no hay nadie así que decido dejar mi mochila a un lado y empiezo a estirar los músculos.
Intento planear el entrenamiento en mi cabeza ya que mi entrenador no vendrá hasta dentro de una hora.
Caliento unos diez minutos más y empiezo a colocar las vayas de salto. Midiendo con mis pies la distancia con prudencia de que están correctamente puestas y alineadas.
Una vez estas están colocadas voy a las que están juntas en una esquina para calentar las piernas antes de saltar.Llevo los cascos puestos y la música me distrae lo último que quiero es tener la mente libre para pensar en chicos.
Han pasado unas cuantas horas y estoy muerta. Mis piernas tiemblan del esfuerzo. Iker llegó hace tres horas y no hemos parado.
Más bien yo no he parado mientras el solo mira el cronómetro con su abrigo hasta el cuello dando salto tos para no tener frío.La verdad es que hoy calor no hace. Las nubes están negras pero no cae ni una gota de lluvia.
— Maya deberíamos parar mínimo una hora, debes comer algo e hidratarte. Si sigues así acabará dándote un amarillo.
— Estoy bien Iker, si que necesito cinco minutos para descansar pero después de esto seguimos. Si paramos ahora va a empezar a llover y no podré entrenar.
Iker se acerca a mi mientras estoy sentada en el suelo el se arrodilla para estar a mi altura.
— Comemos ahora — Me señala con el dedo antes de que pueda replicar. — Y si llueve seguimos mañana por la tarde después de clases. No te presiones tanto Maya.
Lo miro no estando descuerdo con lo que dice. Pero por mucho que replique no me va a dejar entrenar mas tiempo hasta que no coma algo.
Veo como se aleja para agarrar su mochila, miro al cielo y termino por tumbarme en la pista y cerrar mis ojos.Estoy reventada.
— ¡Iker! — Una voz conocida llama a mi entrenador.
No me levanto, no lo miro simplemente lo ignoro y mantengo mis ojos cerrados.— ¿ Ocurre algo Mike? — Ambos están cerca de mi pero puedo notar por la distancia de la voz que están fuera de la pista de correr. — ¿ Que llevas ahí?
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Disaster
Ficção AdolescenteNueva en aquel pequeño pueblo. Después de marearme por horas, mi padre se decide en aparcar el coche en la puerta de un garaje blanco, cuyo acompañaba a una casa de color gris. Al bajar, unos chicos en monopatín aparecieron por mi derecha asustándom...