Capítulo 6. Lluvia del Corazón

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La habitación estaba completamente a obscuras. Estoy recostado sobre una cama compuesta de puras almohadas, no me di cuenta cuándo me dormí. Recuerdo estar hablando con la sombra y con la mucama, dijeron una frase, no estoy seguro de cuál, pero fue extraña. Mi vita gira por todas partes, las zozobras se han apoderado del lugar menos de la recamara. Hay una pequeña luz que parece será tragada por el negro. Me reincorporo completamente y camino hacia la iluminación. Escucho voces junto con un pequeña risa de una mujer, la reconozco enseguida. Me congelo en seco al ver al príncipe completamente desnudo mientras atrae a Lydia con su mano derecha sobre la cadera. La chica me da una perfecta vista de su trasero, pasa sus brazos sobre el cuello de él. Ahora entiendo a que se refería con el efecto Luck. Ella era su amante desde antes y yo volví a confiar en la persona equivocada.

- Despertaste al fin – dice el muy cínico.

Lidia en seguida se acuesta boca arriba y busca la cobija para taparse. Al verme a los ojos desvía la mira, bueno al menos tiene un poco de vergüenza.

- ¿Quieres unirte? – se levanta de la cama y me tiende la mano.

- Yo... - La chica intenta gesticular alguna clase de explicación.

- ¿Y bien? – Insiste el hombre desnudo delante de mí. – No pensaste que serías la única sólo porque nos vamos a casar, ¿cierto? – Se queda en silencio unos segundos antes de retomar la palabra. – Mejor ven y nos divertimos juntos – toma mi mano con la suya, la aparto sin dudar.

Lo veo un segundo a él y luego a ella, doy media vuelta hasta caminar a la salida de la habitación.

- ¡Mejor conóceme porque esto no cambiará jamás! – grita tan seguro que retumba mi corazón.

En el perchero de la entrada está colgada una prenda que reconozco enseguida a pesar de la escasez de la luz, mi capa. Tomo mi única posesión, salgo de la habitación. Me recargo un momento sobre la puerta, ¿qué fue lo que me afectó? ¿La traición de Lidia? ¿El ver desnudo al príncipe? Ni yo mismo lo entiendo.

Veo los pasillos y camino hacia la derecha, cualquier dirección que me haga huir de este lugar. Me pongo mi pedazo de tela, conforme avanzo el frío se va haciendo más severo. Debe ser muy de noche, no hay nadie por los corredores. Estoy por llegar al final del pasillo y la salida al exterior está muy cerca. Un par de sombras comienzan a formarse, pero no logro distinguir quien es hasta que está a muy corta distancia.

- Ava – dice Merody apenas me distingue. - ¿Qué haces aquí?

- Su majestad – hago una reverencia antes de hablar. – Debo encontrar un lugar donde pasar la noche.

- ¿Por qué? – no respondo. - ¿Por qué? – insiste y desvío la mirada. – Tu reina te está preguntando – regreso mi atención hacia ella.

- Su hijo está ocupado con la mucama que me mando – abre los ojos llenos de sorpresa. ¿De verdad? – No me mire expectante como sino supiera al respecto de las travesuras del príncipe.

- No creí a Lidia...

- No tiene por qué explicarse, no es mi asunto.

- En verdad...

- Con su permiso su majestad – hago una reverencia con la cabeza y me alejo de ahí.

- ¡Ava! – La escucho hablarme, pero la ignoro. No pienso dar marcha atrás.

En lugar de seguir de frente giro hacia la derecha sobre otro corredor. A unos cuantos pasos hay unas escaleras que van sólo hacia arriba, perfecto. Subo corriendo todos los escalos hasta el penúltimo donde me topo con una puerta de madera. Dejo la capa sobre el suelo, es mejor que no se empape con la nieve o sino no tendré con que arroparme más tarde. Empujo la entrada hacia a mi y me doy cuenta que estoy en la sima de una torre. Hay un ligero balcón, pero no me es suficiente. En casa siempre, cuando no tenía la claridad de las cosas, escalaba el árbol más alto para admirar la inmensidad del mundo. Miro hacia arriba, hay un pico con la bandera del reino unos metros más hacia el cielo.

Noche de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora