Capítulo 4. ¿Te casas conmigo?

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Los murmullos de asombro, susto e inclusive de repulsión inundaron toda la sala. Volteo mi rostro para todos lados y sólo veo las mismas expresiones que he experimentado antes. Agacho la cabeza en señal de vergüenza, no se me ocurre otra cosa que más hacer para poder quitarme el sentimiento atravesado que tengo en este momento. Ladeo la cabeza hacia la izquierda y sólo pienso en huir, en querer regresar a casa y en lo estúpido que fui al meterme en la batalla de otros. ¿Qué debo hacer ahora? Es la única pregunta que resuena en mi cabeza buscando un consuelo en algún lado de mi mente, aunque claro no hay tal.

El príncipe se acerca hasta mí, lo noto por el sonido de sus pisadas. Cuando se siente seguro camina a paso firme, una característica muy peculiar de él. Aproxima su mano a mi barbilla y la levanta con rudeza. Veo sus ojos llenos de odio como si le hubiera dado una patada en su zona a erógena, ganas no me faltan para ser honesto.

- ¿Por qué diablos no me lo dijiste? – Suelta al fin de unos segundos. - ¡Nos acabas de condenar a ambos, preciosa! – Dice todavía aún más molesto, si es que eso es posible.

- ¡Luck! – Una voz contundente y autoritaria resuena por todo el lugar. – Apártate, hijo mío.

Veo hacía la fuente de esas palabras, es el rey quién a tomado el mando de la conversación. Muy a su pesar la sombra me suelta no sin antes de empujarme haciéndome notar que me odia todavía más. ¿Será una gran deshonra que alguien te salve la vida?

- Me han informado que te llamas Ava, ¿cierto? – Asiento antes de volver a agachar la cabeza. - ¡Responde! – Eleva su voz para escucharse aún más imponente de lo que ya lo es.

- ¡Sí! – Contesto firme.

- ¿De dónde vienes niña? – Se suaviza un poco, esta es mi oportunidad.

- Vengo de las afueras del bosque – evito mencionar el nombre de mi pequeña villa por seguridad de quienes viven ahí. – Salí de noche a cazar – continuo, sino me aprovecho de este momento no habrá uno más. – Y lo siguiente que supe es que ya era invierno, la luz de la mañana inundaba todo el lugar y la presa se volvió un humano – algunos de los presentes empezaron a discutir entre ellos luego de mi explicación. – La verdad pensé mucho en meterme en una pelea ajena, pero por alguna razón no podía dejar que aquellos soldados mancillaran a... - no sé como referirme a la sombra en este momento. – Su hijo – digo al fin de unos segundos. – No quiero ninguna recompensa por la ayuda, como ya dije antes, sólo quiero saber el camino de regreso a casa y no volverán a saber de mí. Después de todo, a mi parecer, no hecho nada de que se me acuse.

Las conversaciones se hacen más intensas, por instantes viéndome a mí y luego al príncipe. Luck no ha dejado de observarme ni un segundo, su mirada seria y fría me taladra el corazón haciéndolo latir muy rápido, me intimida.

- Silencio – ordena el rey. – Lamento decirte que no puedes irte, no sólo por salvarle la vida a mi hijo, sino por quién eres.

- Pero... ¿Por qué? Ya le dije que no pido nada a cambio, sólo el camino de regreso a casa – me sobresalto sin poder detenerlo. – Sólo dígame la dirección a la villa más cercana de donde me encontraron y yo haré lo demás. No pido otra cosa.

- ¿De qué estás hablando? Si tu te vas, Luck tendría que seguirte. El reino se quedaría sin ningún sucesor – estoy cansando de las conversaciones a medias.

- ¿De qué habla, su majestad? – Indago con cierto recelo. – Él no me debe nada, es más ni las gracias y menos una disculpa por como me trató.

- ¿Y cómo te trató exactamente? – Maldita sea, toqué un punto sensible. La sombra me fulmina con la mirada.

Noche de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora