Capítulo 5. Besé al equivocado

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La habitación es espaciosa, con un balcón que se puede contemplar todo el reino. Es lo único bueno, todo lo demás es un completo desorden, por decir menos. Ropa tirada por todos lados, zapatos regados y algunas prendas femeninas colgadas como trofeos en las paredes blancas. No esperaba que me dieran la recámara del rey, pero tampoco una donde se pareciera a un burdel. Estaría mejor en la intemperie que en toda esta suciedad.

- Como te darás cuenta – Merody dice al girarse y observar todo. – Mi hijo no es precisamente el príncipe del orden . sonríe restándole importancia a tanta podredumbre.

- Es un gusto saberlo – respondo. - ¿Por qué me lo menciona?

- Puedes tutearme, por favor – parece más una orden que una amable petición.

- ¿Por qué me lo dices? – rectifico mis palabras iniciales.

- Linda – se acerca hasta quedar a un paso de mí. – Conozco a Luck y no espero precisamente que duerman en habitaciones separadas – voltea hacia una de las paredes decoradas con ropa de mujer dándome un mensaje entre líneas.

- Puede ser eso cierto, pero a mí no me conoces y te aseguro que absolutamente nada pasará. Y como tocas el tema, me gustaría...

- Luck, te responderá todas las preguntas que tengas – acaricia mi mejilla y emprende la retirada. – Los dejo, espero se conozcan mejor.

Me giro para verle la espalda mientras huye de la situación. Es la reina más escurridiza, pero también es la mujer más hermosa que haya visto. La sombra a mi lado ha estado muy callado todo el camino y en ningún momento interrumpió a su madre. Escucho el estruendo de la puerta al cerrarse. El silencio se apodera de nosotros, parece ser nuestro forma de llevarnos bien. Me mira por un par de segundos antes de ir hacia la cama. Se quita los abrigos pesados y cualquier prenda de la parte superior dejándome apreciar su fuerte y ancha espalda. Lo pierdo de vista cuando se introduce en un cuarto que está a la izquierda, quizá el armario. Considero un instante en quedarme en donde estoy, pero después retiro la idea, ¿qué podría salir mal?

Sigo sus pasos hasta la orilla de la cama con montones de ropa, un cerdo duerme más limpio. Volteo hacia la izquierda y sale él completamente desnudo, sin ningún pudor. Instintivamente desvío la mirada entregándole el poder de la burla.

- Mira todo lo que quieres – su pequeña risilla se hace más intensa. – Seguro que es la primera vez que ves el cuerpo de un hombre – tenía que ser un maldito cretino.

- ¿No te cansas?

- ¿De qué mierda estás hablando?

- Te vanaglorias por ser un príncipe y por esa simple razón te sientes mejor que todos los demás, pero me pregunto, ¿quién es el verdadero tú? – no retiro mi mirada cuando él me fulmina con la suya.

- No te pienses tan especial sólo porque supuestamente nos vamos a casar o porque al parecer eres la elegida – se acerca hasta sujetar mis muñecas y llevarlas hasta arriba de mi cabeza al recostarme sobre los pedazos de tela sucios. – Sabes a cuántas y cuántos he matado por decir un comentario así.

- Deberías matarme – contemplo su rostro, enojado, pero con algo que no logro distinguir. – Cualquier cosa es mejor que soportarte.

No reacciona de ninguna manera, sólo se queda perplejo ante mi y por breves segundos hace lo mismo que yo, contempla las facciones de mi rostro. Está sobre de mí lo que me impide moverme y después de un tiempo, respirar. La verdad no me molesta estar así con él, me confunde mucho este hombre.

- Quizás... - Me ánimo a destruir nuestro silencio, quiero que me suelte.

Como un rayo en plena tormenta siento como une nuestros destinos al dejar caer su boca con la mía. Sus labios habidos me toman por sorpresa y su lengua delinea a los míos buscando que abra mi bóveda personal. Es tan gentil, amable y sereno, características que pensaba imposibles en él. Al principio la sorpresa me hace resistirme y luego la razón, pero sus suaves caricias me van derrotando hasta que me hundo en el mismo deseo. Pasa su mano derecha por mi muslo hasta levantar mi pierna por completo y posarla sobre su trasero. Procuro tener mucho cuidado que su pelvis o cualquier otra parte de su cuerpo no toque la mía. Si me descubre estaré muerto. Muevo la cara de un lado a otra siguiendo su ritmo, así es esta sombra, ordena al destino girar entorno a él.

Noche de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora