¿Coincidencias de la vida ?o ¿cosa del destino?

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Capítulo 2.

Fleur

Me encontraba contemplando la abadía de Westminster a través del enorme ventanal del hospital. Me sentía perdida. Apenas habían pasado unos meses desde que mi padre se marchó de este mundo, y parecía que todo seguía igual. Algunas personas paseaban felices, otras preocupadas, y otras aturdidas.

Todo seguía igual, como si nada hubiera pasado, y eso me dolía. Me dolía que no hubiera ni el más mínimo rastro de mi padre, de la persona que era: amable, bondadoso, cariñoso, repartiendo amor y dulzura allá donde iba. Me dolía y me aterraba al mismo tiempo que nada hubiera cambiado. Me aterraba la idea de que un ser humano no fuera nada, salvo para aquellas personas que lo tenían como su todo.

—Fleur —interrumpió mi madre.

La miré y sentí temor. Ella era lo único que me quedaba, y la sensación de que pudiera marcharse también me hacía sentir vulnerable.

El ser humano es tan débil como fuerte, o quizá un poco más débil que fuerte. Hay miles de maneras de morir: en un accidente, por alguna enfermedad, etc.

—¿Sí? —pregunté.

—El taxi vendrá en algunos minutos —susurró suavemente.

—No quiero volver —contesté, volviendo la mirada al ventanal.

—Cariño, debemos volver —aseguró—. No podemos quedarnos en el hospital para siempre —dijo, acercándose y acariciándome el pelo con dulzura.

—No me refiero a eso —susurré.

—¿A qué te refieres entonces? —preguntó, descolocada.

—No quiero volver allá afuera —contesté, señalando el bullicio de las calles—. No quiero seguir, mamá. No quiero vivir si él no está.

—No digas eso —susurró con la voz entrecortada.

Me sentí culpable por lo que mi madre debía estar sintiendo. Ella estaba siendo fuerte por mí, mientras yo, en cambio, no intentaba nada. Era una desagradecida, pero ¿qué podía hacer? No es que eligiera sentirme así.

Donald

Estaba tan inmerso en el libro que estaba leyendo que no me di cuenta de que mi padre me llamaba, hasta que sentí una mano, su mano, en mi hombro. Me alejé con desgana.

—Vamos, si no, llegaremos tarde al hospital.

—Vamos —dije, indiferente.

Al llegar a la puerta del hospital, una extraña sensación se apoderó de mí, como si algo me atrajera hacia adentro. Era muy raro. ¿Acaso era posible ser atraído hacia un lugar? Era como un presentimiento, tal vez porque la vuelta a la realidad me estaba afectando.

—Entremos —dijo papá a mi lado.

—Donald, no es por ahí —escuché decir detrás de mí.

Ignoré a mi padre, estaba cerca, muy cerca, casi sentí que estaba corriendo hasta que...

Fleur

Estaba aterrada por salir allá afuera.

—Cariño, date prisa, el taxi nos espera —dijo mi madre, empujándome con cuidado hacia la salida.

Cada paso que daba hacia la puerta era como una bofetada de realidad, y lo sentí.

Lo único en lo que podía concentrarme era en la sensación de avanzar. Era un choque con la realidad, al saber que en cuanto saliera de ese hospital tendría que seguir con mi vida... sin él.

Y no pude soportarlo. Mi pecho latía a mil por hora, creo que estaba teniendo un ataque de algo, no sabría describirlo. Solo sé que comencé a tener dificultad para respirar.

Corrí, corrí por los pasillos mientras sentía dolor, ese sentimiento que últimamente me perseguía. Por mucho que intentara escapar de él, no podía.

Solo corría. Apenas podía ver por las lágrimas en mis ojos, hasta que lo sentí más cerca, muy cerca, hasta que...

Choqué.

No supe con qué me había chocado hasta que mis manos, por inercia, examinaron la zona.

Un pecho. Me aferré con fuerza. Era cálido, casi tan cálido como el de papá. Por un momento llegué a pensar que era él... pero no.

Elevé la mirada y me encontré con unos ojos verdes. No dejaba de mirarlos. Eran... electrizantes, no podía apartar la vista.

—¡Fleur! —se escuchó a lo lejos.

—¡Donald! —se oyó nuevamente por los pasillos.

Pero ninguno de nosotros se movió. De hecho, él acercó su cara a mi oreja, haciéndome sentir su aliento.

No sé cómo describirlo, tal vez... ¿raro? Sí, digamos que se sintió raro, pero raro en el buen sentido.

—¿Estás bien? —susurró con voz grave, pero a la vez con delicadeza.

Intenté responder, de verdad lo intenté, pero no podía. No me salía ni una palabra. Mi cuerpo entero temblaba.

—¡Fleur! —se volvió a escuchar al fondo del pasillo. Sentí cómo alguien se aproximaba rápidamente. Salí de mi trance y, con toda la fuerza de voluntad que me quedaba, me aparté de "Donald". Pero al intentar marcharme, me sujetó de la muñeca.

—¿Te he visto en algún lado? —preguntó. Por su expresión, no sabía si la pregunta era para mí o para él mismo.

Al ver a mi madre aproximarse, me zafé de su agarre y me dirigí hacia ella.

No me di cuenta de la tontería que había hecho hasta que llegué a su lado.

—Fleur, ¿pero qué acabas de hacer? —preguntó, algo enfadada.

—Yo... yo... —intenté justificarme—. Lo siento.

La oí suspirar, y me cogió de la mano, como si fuera una niña que acababa de tener una rabieta. Me sentí infantil.

Pero yo me lo había buscado, mira que correr por el pasillo dejándome llevar por el pánico... Eso había sido una chorrada, y de las grandes.

De camino a la salida, intenté no pensar en nada, intenté quedarme en blanco. También fui mirando al suelo para no encontrarme de nuevo con el chico de hace un rato, porque sinceramente me sentía avergonzada.

En cuanto salí por la puerta, sentí una ráfaga de aire y solté todo el aire que había contenido en mis pulmones durante el trayecto hacia la salida. No quise levantar la vista en ningún momento, tenía miedo de enfrentarme a la realidad.

Y lo peor de todo era que iba a volver a casa... solo que ahora no seríamos tres.

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Segundooo capppo oleee los caracoles :)

Este es medio sad pero weno ya cambiara.... O no we will see it son ("lo veremos pronto" para  los que no sabéis inglés ) :)
Por cierto si tiene alguna falta de ortografía que es lo más probable PIDO PERDÓN ,intento no tenerlas.
Besitossss

Almas Gemelas [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora