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NARRA ROSEANNE:

Al terminar los deliciosos platillos que aún estaban en sus sartenes y ollas, vi que ya iban a dar las nueve de la noche, así que me dispuse a ver que estaba haciendo Jennie. Desde que comencé a hacer la comida no la he visto pues pensé que me estaría molestando para que la dejara ver que es lo que hacía.

Llegue a la sala con una sonrisa y mis manos en los bolsillos de mi jean negro. La vi sentada con su teléfono en manos y sus piernas arriba del sillón. Una canción estaba de fondo, sin lograr reconocerla me fui acercando a ella con lentitud y con el intento máximo de no hacer ruido. Estando ya atrás de ella, acerque mis manos poco a poco a sus hombros hasta posarlas y sentir un pequeño brinco debajo de éstas.

- ¿Te asusté? - dije poniendo una sonrisa de lado.-

- ¿Ti asisti? -imito.- ¡Claro que me asustaste Park-idiota!

- Lo siento. - agarre su barbilla para que mirara hacia arriba.- La cena está lista. - acerque mis labios a los suyos y la comencé a besar al estilo Spiderman.- Ven.

- ¿Que hiciste? - dice ya un poco más calmada pero con el ceño fruncido.-

- Kimchi, arroz, dedos de queso empanizados, huevos duros y un poco de ramen picoso. - le sonrió.- Ve hacia afuera, acomódate en lo que saco todo esto.

Hizo caso y salió sin decir nada.

Comencé a agarrar los sartenes para poner su contenido en platos hondos, de los cuales fui cubriendo con un tipo de bowl de metal para que no se enfríen.

Salí con las cosas restantes en mano y me gané una sonrisa de Jennie, de la cual me veía incrédula y divertida.

- No pensé que podías hacer tan buena comida en tan solo horas. - se levantó y sin poder evitarlo, puso sus brazos al rededor de mi cuello, haciendo que me encorve un poco para estar a la altura de su cara.-

- Tengo varias habilidades, ¿porqué no descubres cada una de ellas? ¿hm? - subí y bajé ambas cejas en forms de burla.- Es hora de comer, no has comido nada. - dije, cambiando de tema.-

- Huele rico. - la ayudo a sentarse.-

- Bueno... ¿qué te puedo decir? soy buena en todo. - subí ambos hombros.-

- Ya, claro, ególatra.

Comenzamos a comer junto con una buena charla, de la cual cambiábamos de tema, como si no hubiera fin.

- Muy rico todo, Rosé. - me sonríe.- Te contrataré para que seas mi chef personal.

- ¿Ah sí? - enarcó una ceja.- ¿Cuánto me pagaras?

- Con muchos besos. - se levanta.-

- ¿A donde vas? - pregunto.-

- Encontré una canción que quiero bailar contigo esta noche, el frío se siente fresco, la luna está brillando demasiado bien, y las olas del mar que suben cada vez más y me llega la brisa, es perfecto para esto. - se acerca a una pequeña bocina que tengo sobre otra mesita.- No entiendo como tienes tanta bocina en cada lugar. Tienes en la sala, en la cocina y aquí afuera.

- También en mi baño y en mi cuarto. - complemento.-

- ¿De verdad? - pregunta incrédula.- Yo apenas tengo una y su cable ya no funciona, así que ya no sirve.

- Descuidada. - me acerco a ella a poco.-

- ¿Porqué tienes tantas bocinas? - voltea a verme.-

- Me gusta la música, son con mi escape, hacen que me relaje, que me alegre o que piense sobre algunas cosas, sin la música no podría vivir como de costumbre.

ROJO. [ Chaennie ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora