☆ ᴅ ᴏ ᴄ ᴇ ☆

233 11 2
                                    

Tiago se levantó más temprano que de costumbre para que el tiempo le alcanzara para dejarle el desayuno hecho a su madre y a su hermana. Y también, para limpiar un poco la casa. Faltaba un cuarto para las seis de la mañana, y se levantó en silencio y se bañó. No estaba seguro de si quería ver a Thomas: con esa última vez que se vieron y con lo que había pasado no estaría muy contento de verlo. Mientras hacía un desayuno pequeño para él y se tomaba las medicinas, y luego les hacía el desayuno a ellas, este pensamiento anterior estuvo rondando su cabeza por demasiado tiempo.

¿Realmente Thomas no se acordaba de nada? ¿O sólo se estaba haciendo el idiota para no volver a hacer eso con Tiago y empezar a alejarse?

Decidió dejar ese tema ahí y envolvió los platos de comida en papel aluminio para que las moscas no se parasen encima de ella. Procedió a barrer la cocina y a trapearla. Luego limpió su habitación y cuando terminó, su madre ya se estaba levantando. Ya eran las seis y media. Tiago la acompañó a desayunar en completo silencio. Ella terminó de comer rápido, y se dispuso a organizarle el uniforme a Ámbar, que tenía que ir a estudiar a las ocho. Mientras su madre hacía esto, Tiago se fue a su habitación a organizar su mochila para irse a trabajar y luego a la universidad. Se despidió de su madre, y salió hacía el restaurante en el skate. Era cerca de la universidad, así que no llegaría tarde. Llegó y entró en silencio. Uno de sus compañeros, Mateo, lo saludó.

—Hola Tiago. Vení a ayudarnos a empezar.

Tiago le devolvió el saludo a pesar de que no esperaba saludar a nadie. Se cambió y comenzaron a llegar clientes. Tiago iba de una mesa a otra, recibiendo y entregando órdenes, y uno que otro pedido para llevar. El trabajo no le molestaba en lo absoluto, de hecho, le gustaba. Había entrado a trabajar apenas hacía un par de meses. No le había contado nada a nadie, excepto a su madre y hermana, porque no consideraba eso importante. En medio de tanto ajetreo, le dio mareo y tuvo que sentarse. No era algo para alarmarse; había hecho un mal movimiento. Se sentó unos minutos mientras respiraba profundamente para calmar un poco el dolor, puesto que esto lo ayudaba. Si tan sólo se hubiera quedado sentado unos minutos más, no hubiera habido tragedia. Vio a Thomas sentado en una de las mesas de afuera, con una chica bellísima al lado. No sabía quién era ella; jamás la había visto. Parecía que estaban esperando a que los atendieran, y él no iba a hacer eso.

—Che Joaco, vos podés atender esa mesa de allá? —le preguntó Tiago a Joaquín, otro compañero que estaba trabajando.

—Estoy con las mesas del otro lado, ahora no puedo. Disculpame.

Tiago maldijo en su mente; no le quedaba de otra que ir y cumplir con su labor. Deseó que ella solamente fuera una amiga o conocida de Thomas.

—Bienvenidos, qué desean pedir?

—Tiago, no... —susurró Thomas, y le dio una mirada de cordero inocente.

—Dos desayunos fitness, para ambos —dijo la chica, la cual Tiago desconocía su nombre. Ella llevaba una blusa de tirantes y escotada, una falda negra, y botines negros. Él no pudo evitar sentirse mal.

—En unos minutos se los traigo —dijo tratando de contener su furia y su decepción. Se dio la vuelta para irse, pero sabía que tenía que hacer la pregunta del millón —. Discúlpenme si sueno entrometido, pero, ustedes son pareja?

Thomas se apresuró a decir que no, pero ella lo contradijo, diciendo que sí.

—Por supuesto que somos pareja —dijo la chica y tomó a Thomas por el mentón y lo besó.

Tiago sintió su corazón romperse en mil pedazos. Como un espejo que es golpeado por una piedra y se vuelve añicos. Les dio su mejor sonrisa forzada y se fue a la cocina. Thomas se quedó aturdido sentado al lado de Emilia. Todo estaba yendo demasiado mal. Tiago regresó a los pocos minutos con ambos desayunos, les pasó un papelito con cuánto debían pagar y se fue. Ya había terminado su turno de mañana de la peor manera, y a la noche tenía otro. Se despidió de Mateo y Joaquín, y uno que otro compañero que pasaba por su lado. Antes de salir del restaurante, sintió el impulso de mirar a la mesa de Thomas y aquella chica, pero no quiso romperse más. Se subió al skate y se fue rumbo a la universidad. ¿Por qué Thomas estaba de novio con esa muchacha? Le hubiera dolido menos si le hubiera dicho que estaba saliendo con ella, o con otra persona. Hubiera sido más fácil de aceptar si él se lo hubiera dicho. Se fue a la biblioteca de la universidad, y se sentó al fondo, escondido entre las decenas de estanterías llenas de libros y las mesas con estudiantes que pasaban desinteresadamente las hojas de los libros. Se sentía desolado, cansado. La cara de culpa que le había dado Thomas antes de retirarse de la mesa le seguía rondando la cabeza. Estaba confundido, como si estuviera en medio del mar, a la deriva, sin saber a dónde ir. Suspiró y dejó caer las lágrimas. En silencio, se levantó y salió de allí. Ya era hora de su clase. No quería ver a Thomas, no podría soportarlo. Fue directo al salón de clase, pero no se sentó en el banco de atrás al lado de Thomas, sino en una de las esquinas de adelante. Llegaron otros compañeros y Tiago estaba enfrascado en su mundo. En su mente. Sólo pensaba en lo recién ocurrido, hasta que llegó Thomas y se sentó al fondo. Sabía que lo estaba mirando fijamente porque lo presentía, además, Thomas también se sentía mal. La culpa lo estaba carcomiendo, pero en medio de la clase no podían hablar, así que tendría que esperar a que terminase.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 06, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

ᴀʟɢᴏ ᴍÁꜱ; ᴛɪᴀɢꜱʜᴇʀ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora