Huit

142 24 5
                                    

Por fin...

¡Esta historia volvió!

No saben el gusto que me da el poder continuar con ella, confío en poder actualizarla de forma regular, como pudieron leer en mi perfil quiero terminar con todas mis historias para así poder decidir el futuro de mi perfil.

Pero mientras tanto sigamos disfrutando de la compañía del otro, así es, yo también disfruto de sus comentarios, así como ustedes disfrutan de mis historias.

Así que, sin más que agregar...

¡Nos leemos al final!

¡Nos leemos al final!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Hola.

Me sonrió a través de la pantalla del teléfono, inconscientemente le devolví la sonrisa.

—Hola.

Nos quedamos mirándonos como idiotas un instante antes de caer en cuenta que nadie estaba diciendo nada.

Toda la semana siguiente a la pequeña salida que había tenido Hange había sucedido sin que pudiéramos comunicarnos, o por lo menos no directamente.

Nuestro mensajes llegaban de madrugada para el otro, o bien casi siempre nos encontrábamos ocupados realizando alguna tarea de la universidad, por lo que intentar realizar la tan ansiada videollamada que queríamos había demostrado ser una tarea prácticamente imposible estos últimos días.

Y es por ello que ahora nos encontrábamos aquí, un lunes por la noche para mi, 7:40 pm marcaba el reloj a un costado de mi escritorio, para ella serían alrededor de 2:40 am ya del día siguiente.

Finalmente fue Hange quien terminó mencionando algo que interrumpiera ese silencio.

—¿Podrías recordarme de que color son tus ojos? —preguntó tomando asiento sobre su cama, acomodando el teléfono en algún sitio para poder continuar con la videollamada sin sujetar el aparato.

Era obvio que no respondería aquello.

Y aunque era bastante tarde para ella parecía no importarle en absoluto, y según lo que me había contado previamente a través de mensajes, no tenia que llegar tan temprano a la universidad al día siguiente y podía quedarse durmiendo una hora o dos si así lo quisiera.

Continuó mirándome expectante con aquella sonrisa tan característica sobre su rostro.

—¿No deberías estar durmiendo? —pregunté acercándome un poco más a la pantalla del aparato, no con la intención de responder su primera pregunta de forma indirecta.

Claro que no.

La observé negar y con ojos entrecerrados volví a tomar la palabra.

—No evadas mi pregunta.

A lo que ella respondió de inmediato.

—Fuiste tú quien ignoró la mía primero —mencionó divertida mientras se cruzaba de brazos.

Through the windowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora