Douze

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Aquí está la continuación, espero les guste.

¡Nos leemos al final!

¡Nos leemos al final!

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—Así que... Hange —mencionó la rubia pasando la mirada por los diferentes tipos de café sobre el anaquel.

—¿Hmm? —pregunté mientras me acercaba a su lado observando lo que ella.

Se giró con cuidado observándome fijamente.

—Acabo de hacer una conjetura así que dime si me equivoco pero, ¿es ella no es así?

—¿Ella que?

—Es ella la razón por la cual tu actitud ha cambiado, ha mejorado más bien... —se quedó un momento en silencio, como pensando lo que diría a continuación.

Me encogí de hombros.

—De cierta forma si es gracias a ella, pero también es gracias a Julie, la verdad es que pasaron cosas muy extrañas el semestre pasado, es una historia larga para serte sincero.

Rico me sonrió y comenzó a caminar a través del pasillo, yo la seguí muy de cerca.

—Si alguna vez quieres contarme puedes hacerlo, como ya te mencioné me da gusto que tu actitud sea diferente, te ves más tranquilo —se pasó la mano derecha por el mentón y después agregó—. Menos abrumado a comparación de antes, me da gusto que por fin encontraras personas con las cuales pudieras desenvolverte.

Le sonreí de forma ligera.

—Después te contaré como sucedió.

Ella asintió y continuó caminando.

⭐️

Un par de días más tarde, mientras volvía del supermercado, al llegar a mi calle pude notar la silueta de alguien sentado sobre la acera frente a mi casa, la casa de Julie.

Era mi casa de cualquier forma.

Avance hasta llegar a aquella persona, su cabello me pareció familiar, su corte más bien, pero por la escasa luz de la calle no se notaba con claridad.

La persona se encontraba con el rostro entre sus rodillas, mientras sus manos abrazaban sus piernas, no podía reconocer de quien se trataba tan a simple vista, por lo que le toque el hombro con mi dedo índice, tal vez necesitara algo, no lo sabía así que simplemente llame su atención para saber de quien se trataba.

Aquello la hizo reaccionar, levantó su rostro, paseando su mirada por la calle frente a ella, eso hasta que finalmente me notó detrás.

—Te estuve esperando —dijo y su voz me pareció más conocida.

Su rostro aún entre sombras terminó de encajar en mis recuerdos.

—¿Olivia?, ¿qué haces aquí?, ¿no tienes frío? —pregunté cruzándome de brazos.

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