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Era domingo en la mañana y el timbre de su casa sonó, Minjeong corrió por la casa cuando escuchó el grito de su madre.
ㅡ¿Quién anda ahí, bandida? ㅡpreguntó con un zapato en la mano.
Su madre, que llevaba en la mano un ramo de rosas enorme, la miró enojada.
ㅡSi alguien llegara a entrar en la casa y me lastima, ¿me defenderiaz con un zapato y un pijama de conejo?
Minjeong la miró avergonzada y dejó el zapato en el suelo.
ㅡComo sea, estaba gritando de felicidad. Mi Minjeong-i recibió esto hace unos minutos, y dejó una carta ㅡdijo entregándole el ramo de rosas a su hija.
La pelinegra abrió los ojos sorprendida y rápidamente corrió a la cocina para dejar el ramo en un florero y leer la carta que había dentro.
"Cada rosa es algo que me gusta de tí, quería darte un ramo más grande porque hay más cosas que destacar, pero la florista me miró como si estuviera loca, así que pensé en entregarte un ramo de estos cada domingo."
YJ
ㅡJimin unnie... ㅡabrió la boca sorprendida.
Observó el ramo de rosas, ¡había como cien rosas rojas en ese ramo!
Minjeong creyó que estaba soñando, nada de esto podía ser real.
Miró a su madre.
ㅡMami, creo que estoy loca... ㅡdijo por lo bajo, como si fuera una especie de secreto.
Pero rápidamente sonrió y comenzó a chillar y saltar por toda la casa. Su madre hasta podía sentir el amor que su hija desprendía.
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