Un amor no correspondido

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Miro atentamente aquel joven, de verdad los humanos son así se parecen mucho a nosotros solo que somos muy orgullosos a decir verdad es un asco mi mundo.

- Señorita perdone por la pregunta pero esta pérdida - dice el mirándome preocupado.

- Eso no es de tu incumbencia - me volteo iba a desplegar mis alas cuando me percató de que si lo hago estaría en problemas y muy grandes.

- Insisto que me lo diga señorita ya que no parece de estos alrededores.

- Pues tienes razon yo estaba huyendo de unos hombres mi padre me ayudó - agachó la mirada al pensar muchas maneras en las que lo hayan lastimado - son personas malas - me abrazo a misma para no romper en llanto - no quiero volver no quiero.

- Señorita - se acerca a mi con la intención de darme un abrazo pero apenas me toca y me alejo de inmediato cayendo dentro del agua sin saber nadar.

Siento hundirme más y más teniendo en la cabeza un pensamiento que no se aleja en lo absoluto.

" Alguien me extrañaría a alguien yo le haría falta "

Mi cuerpo entero ya no se mueve ni para intentar salvar mi vida solo se deja llevar por el agua a las profundidades de esta quedando en el olvido, habro mis ojos con dificultad y visualizo una imagen borrosa de alguien antes de sentir como me toma de la mano y me eleva para salir de alli.

Apenas tocó tierra empiezo a vomitar toda el agua tragada mientras el escupía un poco de agua me quedo en el suelo sin decir nada ni verle a la cara.

- Pensé que moririas - dice preocupado.

- Porque me salvaste.

- Cómo que porque no te iba a dejar morir nadie merece morir entiendes.

- Porque vosotros los humanos son así porque - empiezo a golpear el suelo y el se intenta aproximar.

- Explicase señorita.

- Porque intentas salvar a alguien que hasta es despreciada por su raza.

- No eres como yo entonces.

- No pero no me importa ser ejecutada si te lo digo a nadie le importaría si yo me fuera de este miserable mundo.

- Si eso va a pasar señorita entonces me niego a saber que podría ser usted.

- Muy tarde - desplegó mis alas sin mirarlo a el - entiendes ahora - el se mantiene en silencio supongo que es comprensible ya que acaba de ver a alguien que solo aparece en las escrituras de la biblia alguien inexistente.

Me levanto y empiezo a caminar cuando siento que me toma de la mano me volteo y esta totalmente tranquilo será que es humano.

- No puedes irte señorita con un clima así vamos a mi casa si no tienes a donde ir yo cuidaré de ti.

- Porque haces esto.

- Los ángeles son símbolo de buena suerte y cercanía al señor no puedo dejar a uno que callo del cielo vagando por el bosque.

- Si tan sólo los míos fueran así personas tranquilas amables y dulces no como son arrogantes dominantes y orgullosos.

- Entiendo ven vamos rápido o enfermaremos - sin poder decir más me lleva en direccion a la ciudad hasta una casa llena de plantas y muy grande.

Entramos por la parte de atrás por esa casa que para mis ojos parecía una de reyes pero para el una cosa muy simple de un plebeyo real, llegamos hasta su habitación me da algunas toallas y ropa seca para ducharme.

Salgo se la ducha ya vestida y seca me mira para después señalarme una silla para que me siente y empieza a secar mi cabello para después peinarlo.

- Listo - me miró al espejo que estaba cerca y me veía bastante bien, tenia puesto un vestido de tiras color miel y mi cabello suelto yo ya no me veía como antes llena de suciedad y ropa vieja gastada con todo mi cabello recogido me sentía liberada al fin - te ves radiante señorita.

- Gracias - Le sonrió y el hace lo mismo me gusta esto pero esta no es mi vida no es mi tipo de vida.

- Puedes sacar tus alas porfavor han de estar algo mojadas.

- No lo creo además estarán bien.

- Insisto señorita.

Hago lo que me dice y al verlas estaban algo sucias y empieza a limpiarlas haciéndome sentir muy incómoda al respecto.

- Bien ahora si se ven hermosas -y era sierto eran muy brillantes y blancas.

- Porque te tomas todas estas molestias no soy como tu.

- Pero quiero ayudarte por lo que me haz dado a entender tuviste una vida difícil por lo menos lo mereces.

- No merezco nada escuchaste nada yo solo soy un accidente algo que no debió haber existido nunca - comienzo a llorar y siento una fuerte brisa en mi rostro miro a la ventana y era papá viéndome sorprendido.

- Padre.

- Serafin yo - intenta no quebrantar mientras se aproxima a mi - yo no tenía idea de como te sentías de que pensabas eso no lo sabía - me abraza para empezar a desahogarse.

- Padre no es tu culpa siempre intentaste protegerme.

- Claro que lo es hija mía no intente recuperarte de los brazos de tu madre y ahora este miserable humano hace que tu derrames lágrimas esto no lo permitiré - saca una espada y lo apunta el se queda paralizado sin saber que hacer.

Me alejo de mi padre y me pongo frente a su espada.

- Te equivocas papá el no es así el me trajo aquí y cuido de mi - pone de nuevo en su sitio la espada y lo mira.

- Muchas gracias por cuidar a mi tesoro más grande joven como podría agradecerle.

- No se preocupe señor yo opino lo mismo que usted de que su hija no debería sufrir alguien tan linda como ella - mi padre lo mira con furia y apunta su cuello con la punta de la espada.

- Dijiste algo -dice arrastrando las palabras.

- N-no n-nada - dice con temor - lo que trato de decir es de que jo merece llorar.

- Si es cierto - la guarda de nuevo y lo mira de nuevo - pero igual ella quiere cuidar de su madre y eso yo no se lo puedo negar.

- Padre tu sabes que te amo pero ella me necesita.

- Si tan sólo fueran todos como tu hija - me abraza y yo le devuelvo el abrazo.

- Disculpa joven Ernesto pero nos volveremos a ver ?

- Por supuesto que sí señorita cada vez que se sienta triste puede venir será un gusto recibirla.

- Gracias - sonrió.

- Hija se que no es el momento pero te quiero dar esto por tu cumpleaños se que es mañana pero lamentablemente el trabajo me lo impide no es mucho pero espero te guste - me muestra una caja la habro y miro una hermosa cadena de oro el cual me lo pone en la cabeza y deciende por mi frente mostrando una piedra de color roja.

- Muchas gracias padre - sonrió y lo abrazo.

Después de un rato hablando con el joven Ernesto decidimos volver a casa ya que no queria problemas con mamá más de los que creo tener ahora.

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