『10』

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Jeongyeon se despertó, debido a la incomodidad que sentía. La espalda le dolía como si una estampida le hubiera pasado por encima. Una constituida por siete revoltosas niñas. Pero en realidad el dolor provenía por no haber dormido en su cómoda cama, sobre aquel costoso colchón.

Se tomó su tiempo, analizando dónde se encontraba, mientras observaba la pared y tenía su viaje astral matutino.

–Buenos días, unnie–

–Buenos días... ¡Momo!– Saltó del sillón y ahora ella se abalanzó contra la nipona– ¡Eres una adulta!–

–Eh ¿Sí? Supongo, hace como 6 años–

–Y ¿las demás?–

–¿Qué pasa con las demás? Oye, unnie, tengo hambre–

Se escuchó un grito provenir de la habitación de la líder. Jeongyeon corrió a la misma seguida por una confundida y hambrienta Momo. Abrió la puerta sin preguntar, solo para encontrarse una imagen graciosa.

–S-Sana ¡Cubrete!– Jihyo tapaba su enrojecido rostro con sus manos.

Sana quién también había vuelto a su forma adulta, estaba a horcajadas en las piernas de su líder, cubriendo su aparente desnudez con las sábanas.

–Oh dios mío– Exclamó Momo– ¡¿Te cogiste a nuestra líder?!–

–¡¿Qué?!– Jihyo abrió sus ojos y miró directamente hacia la puerta, donde Momo y Jeongyeon estaban de pie.

–Lastimosamente no– Respondió con tristeza Sana.

–¡¿Cómo que "lastimosamente"?!–

Jeongyeon soltó una fuerte carcajada, Momo aún estaba más que confundida y Sana miraba enternecida el rostro rojizo de su menor.

–Un segundo ¿Momo es adulta?– Preguntó la líder.

–Sí, creo que están volviendo a la normalidad–

–¿Normalidad? ¿Por qué siguen preguntando si soy adulta?–

Momo sabía que su fuerte no era entender a las demás, pero ahora sí que se sentía jodidamente perdida.

–¡¿Por qué carajos estamos desnudas?!– Ese grito definitivamente era la voz de la maknae.

–Tzuyu se fue a dormir anoche con Nayeon– Murmuró la líder.

Momo seguía con la misma expresión de confusión, hasta que Jeongyeon la tomó del brazo para sacarla de la habitación.

–Ven, acompáñame antes de que Tzuyu mate a Nayeon–

Sana y Jihyo se habían quedado solas ahí en la habitación, la mayor aún continuaba sobre las piernas de la otra, mirándola con una sonrisa pícara.

–¿Aún puedo decirte "mami"?– La insinuación de Sana volvió a poner roja a la líder.

–Vistete primero y luego lo hablamos–

Sana no esperaba aquella respuesta y menos con ese tono de voz, ahora era ella quien se sonrojaba.

–S-Sí– Sana se levantó de la cama con cuidado, robándose todas las cobijas de la misma, corriendo hasta el armario de su líder.– Puedo ponerme algo tuyo–

Un "pequeño" problema divido en 7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora