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Cuando Anubis volvió en sí lo primero que vio fue a Ofrenda acurrucada en el piso con las manos en la cabeza. Parecía estar lidiando con un profundo dolor. Él rápidamente comprendió que le estaba sucediendo y medio a gatas se acercó a ella para tomarla por el brazo. La mujer lo miró con lágrimas en los ojos y le preguntó:

-¿Qué es esto?

-Eres casi una diosa y estás en todas partes o deberías estarlo, recolectando las almas de los muertos- le contestó él- En estos momentos la necrópolis debe estar saturada- agregó, pero como hablando consigo mismo.

-Has que se detenga- le pidió Ofrenda y él solo la quedó viendo fijamente.

Con cuidado Anubis le quitó las manos de la cabeza y puso las suyas en su lugar diciéndole que cerrará los ojos para que imaginará cubría sus oídos ella misma.

-El murmullo jamás se irá, pero es más tolerable de esa manera. Mantén siempre esa imagen en tu cabeza- le dijo y apartó sus manos de ella que se veía más relajada.

Después de unos minutos, Ofrenda abrió los ojos oyendo un rumor muy lejano y viendo al dios hincado junto a ella.

-Entonces...¿no recuperaste tus poderes?- le preguntó con bastante interés, pero todavía lidiando con ese molesto murmullo.

-No- contestó y miró sus manos- Pero creó tomé un poco de poder de mi esposa. No es mucho, pero servirá...por ahora. Creo voy a depender de tus favores para seguir existiendo mientras resolvemos esto.

Ofrenda arrugo el entrecejo y se apartó de él. La idea de tener que intimar con el dios cada tanto le era desagradable.

-Tendremos que recurrir a Osiris - exclamó Anubis y no se oía muy feliz con eso.

-¿Dónde está?- le preguntó- la mujer con renovado interés.

-En la necrópolis...

-Dijiste que él podía terminar con los dos.

-Sí, pero eso fue antes de entender lo que eres realmente- le contestó Anubis poniéndose de pie, viendo hacia el desierto- ¿Cuánto recuerdas del rito al que Batha te sometió?- le preguntó bajando la mirada a ella otra vez.

Ofrenda apretaba la sabana contra su cuerpo mientras veía un punto entre los adoquines. No lo estaba escuchando. Anubis la llamó, pero ella lo ignoró. Con impaciencia la tomó por los hombros y la giró hacia él para obtener su atención más ella tampoco lo estaba viendo. La sacudió con un poco de violencia, pero tampoco obtuvo respuesta. Un tanto molesto le mordió el hombro logrando sacar a la mujer de ese estado, pero también recibiendo tamaño puñetazo. Anubis acabó siendo expulsado contra una de las columnas que se derrumbo con el impacto. La muchacha se le quedó viendo. Después miró su mano con extrañeza.

-Esto no es bueno- murmuró el dios levantándose de entre los escombros.

-Lo siento...- murmuró Ofrenda.

-No hay opción. Tenemos que ir a la necrópolis y buscar a Osiris. No podemos seguir perdiendo el tiempo- le dijo con gravedad.

La muchacha asintió con la cabeza y comenzó a vestirse ante la mirada del dios que observó su cuerpo con bastante atención, pero no de la forma en que ella creyó lo estaba haciendo. La escasa ropa que Ofrenda llevaba le fue bastante fácil de ponerse y una vez estuvo lista, Anubis le dijo iba a enseñarle un par de cosas una de ellas fue como traer uno de sus carros desde su auténtica morada. Era bastante sencillo, pero a Ofrenda le tomó varios minutos hacer aparecer aquel vehículo en un remolino de arena negra. Era uno pequeño, en que apenas caían dos personas. Lo tiraban dos enormes chacales que se mostraron muy mansos ante la presencia de Ofrenda.

-Esto de tener tu poder está empezando a gustarme- le dijo la mujer logrando que él frunciera el ceño- Pero tranquilo. No quiero quedarme con el. Así que entre más rápido solucionemos esto, mejor para todos- manifestó y con un ademán le señaló subir al carro.

-Ellos solo te obedecen a ti- contestó Anubis de forma un poco seca.

Ofrenda subió al carro y tomó las riendas mientras Anubis se paraba tras ella para darle instrucciones. No era diferente a lleva una carreta ordinaria, solo que era mucho más rápida. Aquello emocionó un poco a Ofrenda que por varios minutos se olvidó de todo lo que le había estado pasando para simplemente disfrutar de la carrera por las negras arenas. Anubis se apartó un poco. Ella aprendió bastante rápido como conducir el carro, por lo que él guardo un profundo silencio limitándose a observarla. El ánimo de esa mujer, en ese momento, era desconcertante y un poco hiriente para él que lo había perdido absolutamente todo. Claro que no responsabilizaba a Ofrenda por eso, sin embargo, no podía negarse que en gran medida depender de una mujer vulgar le era otra afrenda más.

Anubis no tenía poder, pero su conocimiento y sentidos seguían intactos. Aquello le permitió oír a los sabuesos antes de verlos al este, en el horizonte. Aquello lo apartó de sus tristes cavilaciones .

-Nos encontraron- exclamó poniendo su mano en el hombro de Ofrenda.

-¿Batha?

-Y no viene solo- contestó Anubis con un tono oscuro- Has que vayan más rápido- le dijo poniendo un látigo, que levantó del piso, en la mano de la mujer.

Ofrenda miró hacia el este y logró distinguir una manada de enormes galgos. Ella no advirtió de que estaban hechos, pero si los relacionó a otro dios. A uno que todos sabían no era nada bueno. Asustada empleó el latido para obligar a los chacales a correr más rápido, pero los animales iban a toda su capacidad y esas otras criaturas se estaban aproximando muy rápidamente.

Batha diviso el carro de Anubis y a la mujer con el. Soltó unas carcajadas casi dementes de puro jubiló y hundió el talón en su caballo para que fuera más rápido. Estaba dispuesto a recuperar a Ofrenda a como diera lugar. Contando con el poder de su maestro convocó guerreros con cabeza de galgo que a su señal se echaron a correr tras sus objetivos.

-¡Ay por dios!- exclamó la muchacha- ¿Qué demonios son esas cosas?

-Soldados de Seth- contestó Anubis poniendo sus brazos como si sostuviera un arco. Un segundo después uno de esos se materializó entre sus manos.

-Él tiene un ejército, tú tienes un ejército ¿Qué acaso todos ustedes tienen un ejército?

-No- contestó Anubis y disparo una flecha que salió volando como una estrella fugas que fue a clavarse en un ojo de uno de sus perseguidores dejandolo completamente quieto.

Anubis dio un pequeño gruñido bajando sus brazos para volver a apuntar.

-Tome el poder de mi cachorro- murmuró con enorme disgusto.

Ofrenda lo escuchó y volteó a verlo. Sintió en esa declaración una pequeña cuota de amargura y dolor.

-¡Mira al frente!- le gritó el dios- ¿Quieres terminar en la cama de ese traidor?

-Ser tocada por tí y tu familia fue suficiente. Nadie más volverá a ponerme un dedo encima si yo no quiero- exclamó Ofrenda que recordó que antes convoco un soldado del ejército de Anubis.

La muchacha no estaba segura de como logró aquello, pero pensó que fue una reacción al sentirse vulnerable. En ese momento tenía miedo si, pero todavía no se sentía en peligro por lo que creyó que no sería capaz de conseguir tal cosa. Cuando estaba por ensayar lo que Anubis le enseño para llevar a ella el carro, una flecha por poco le da en el hombro. Al ver atrás vio a los soldados de Seth apenas a unos seis metros de ellos.

Ofrenda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora