El Encuentro

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Matt Pov

¿Cuánto tiempo había pasado desde que había visto a David? Tal vez desde que su hija mayor tenía 7 años. Ahora por lo que se tiene 19.

Quedamos en encontrarnos en una pequeña cafetería, ambas familias después de más de una década. Ambos nos habíamos mudado, él a Toronto y yo a New Jersey, dos países distintos pero seguíamos en contacto y él seguía siendo como mi hermano. Mis dos hijas incluso le decían tío a David y sus tres hijos me decían tío a mi.

Mis dos hijos son Amber y James, dos hermosos chicos que siempre serán mi adoración, Amber tenía 18 años y James 16, ambos eran rubios como su madre y habían sacado mis ojos castaños y nariz perfilada, sin duda son una hermosa mezcla de nosotros dos.

Mi esposa, Sara, una mujer de 44 años rubia y con una figura que estaba excelente incluso después de haber tenido dos embarazos. Yo era dos años menor que ella, mi cabello castaño la mayor parte del tiempo iba desordenado, la barba que tenía ya asomaba un par de canas. Tenía un cuerpo trabajado debido a mi arduo ejercicio, hace unos 10 años era modelo de ropa interior y debía mantenerme en forma y parece que lo que bien se aprende nunca se olvida, yo aprendi a mantenerme en forma y sigo haciéndolo.

El auto se estacionó y cuando Sara apagó el motor salí de mi ensoñación.

—¿Ese es Jason? —Preguntó Amber, mis ojos viajaron en la dirección que ella miraba y también lo vi.

Un chico castaño, con una musculosa puesta que dejaba ver unos brazos grandes y gruesos bien tonificados, había crecido bastante desde la última vez que lo vi pero si, ese era Jason.

—Si cariño, es Jason. —Respondió Sara mientras bajaba del auto.

David tenía tres hijos, Anya tenía 19 años, Jason 20 y Matty 15. Su madre los había abandonado cuando el último tenía 5 años, fue un golpe duro para ellos. Más para David pero al parecer ahora todo estaba mejor, se había casado hace dos años con Natasha, una mujer de 32 años que conoció en un viaje de negocios.

Mi familia se acercó y David al verme alzó la mano. La alcé también y las estrechamos en el aire antes de abrazarnos.

—Matt, hermano ¿Qué tal? —Preguntó David y yo sonreí.

—Todo bien, aunque el viaje estuvo pesado. —Respondí encogiendome de hombros.

Luego me acerque a Anya, por dios ya no era un niña, se había desarrollado de una gran forma, sus pechos habían crecido y su cintura y cadera se había ensanchado y aquel short y croptop que llevaba puesto no ayudaban en nada.

—¡Tío Matt! —exclamó ella saltando a mis brazos, rodee su cuerpo con ellos y sonreí. —La barba te queda bien.

—Gracias princesa. —Respondió y procedí a saludar a mis sobrinos y a Natasha.

Era una mujer más joven que nosotros, tenía unos implantes impresionantes, tanto en el pecho como en el trasero, sin duda era una hermosura. La abracé como siempre y luego procedímos a entrar al restaurante.

Ya habíamos pedido la comida, todos estábamos charlando, pero David estaba un poco nervioso. O al menos estaba menos hablador de lo normal pero nos la estábamos pasando bien.

—Debo ir al baño. —Dijo David y se levantó.

Amber le Susurró a su mamá algo sobre la regla y luego se levantó también para ir a cambiarse. Yo solo la vi marchar y volví mi vista a Anya, no podía evitarlo pero se me iban los ojos a su escote y ella lo sabía. Porque esa sonrisita que me dio cuando volví mis ojos a su rostro no era normal.

No era la sonrisa inocente que me dio cuando era pequeña, no. Era una sonrisa que me invitaba a pecar y sabía que mi esposa estaba ahí, pero no lo pude evitar. Porque amaba a Sara pero nunca le diría que no a un buen culo o un buen par de tetas.

—Matty, supe que ganaste un premio ¿de qué fue? —Preguntó Sara al menor y esté comenzó a hablar, llamando la atención de todos en la mesa.

Fue mi oportunidad y la aproveche. Moví mi pie hasta poder quitarme el zapato y lo fui levantando de poco en poco hasta rozar la pierna de Anya, claro que ella lo notó, pero no hizo nada para impedirlo asi que fui moviendolo más y más arriba hasta que estaba reposado en la silla y con el pie bien posicionado comencé a moverlo, mis dedos principalmente rozaban la tela de mezclilla qué cargaba por encima del short, lo que hacía un poco difícil mi trabajo, pero no imposible pues logré encontrar un punto que hizo que ella se pusiera nerviosa, pues se coloreo de rojo y comenzó a sudar.

—Anne... ¿Estás bien? —Preguntó Natasha llamando la atención de la menor y ella Asintió.

Cuando iba a hablar empuje más mi pie en su coño cubierto y ella soltó una especie de gemido qué intento contener. Rápidamente retire mi pie y volví a ponerme el zapato. Sonreí un poco esperando su respuesta.

—Si, solo me dio un repentino dolor de cabeza. —Respondió ella a la pregunta tosiendo un poco, sin voltear a verme.

—Tengo pastillas en la camioneta, déjame ir por ellas. —Dijo Sara y Anya la detuvo.

—No, tía, no te molestes. Puedo ir yo. —Respondió Anya y se levantó, me observó y extendió la mano para que le diera las llaves.

—Te acompaño, a mi tambien me duele un poco la cabeza. —Le dije con una sonrisa, pero claro que no era la cabeza de arriba la que me dolía.

Ella Asintió y ambos salimos al estacionamiento.

Reunión Familiar [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora