Eres un cobarde así que no puedes comer pastel

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—¡Eres un maldito genio, Seungmin!—gritó el hombre saltando. Lanzó un grito de victoria y se dejó caer en un trono formado de cristal mientras soltaba una risa.

[...]

El olor a pan y pasta le dieron la bienvenida a Bin cuando entró a la cocina, siendo saludado por las y los cocineras —los cuales era de mayor edad y con quien Changbin siempre se había comportado muy amable—. Tomó un trozo de pastel de chocolate —para el camino— y abrió la puerta secreta de ahí para salir a los pasillos que nadie más conocía. Y así poder salir directo al bosque sin ser visto por el bonito chico rubio.

Llegó al final de los pasillos pero cuando abrió la puerta y quiso salir, una barrera invisible le cortó el paso abruptamente. Colocó una mano sobre aquella barrera y le causó descargas al contacto, provocando que la alejara con rapidez.

—El hechicero es astuto—masculló resignado, sabiendo que los hechizos de ese hombre eran inquebrantables.—Debí matarlo... ¿Qué estás diciendo, Seo Changbin? Sabes que te agrada.

Resignado, regresó a la cocina y se sentó en un taburete terminado de comer el trozo de pastel.

Una mujer mayor, en sus sesenta, se acercó a Changbin y hundió su regordeta mano en el blanco cabello del príncipe, comenzando a hacerle cariñito. El joven levantó la mirada de la mesa y los fijó en los ojos de mujer.

—Hola, guapa—le sonrió mientras le dejaba darle cariño. Los ojos de la miner brillaron para después comenzar a reír.

—¿Por qué tan triste, pequeño?—Changbin comió el último trozo y se encogió de hombros—. Oh vamos, no te puedo dar otra rebana de pastel, Changbin.

—Entonces no tengo nada—cruzó sus brazos sobre su pecho y dejó de mirar a la mujer. Ella le soltó un golpe en la cabeza mientras se estiraba para tomar el pastel completo y colocárselo enfrente a Changbin. Éste sonrió mientras pasaba uno de sus dedos por el betún para después llevarlo a su boca—. Mire me pasa cada tragedia... primero me entero que tengo una debilidad; después sé el nombre y su apariencia, la cual es encantadora por cierto.

Después me entero que está aquí pero no puede verme porque sino será mi fin—todo se lo hizo saber en voz baja mientras comía del pastel, provocándole una indescriptible ternura a la mujer. La trasladó años atrás cuando Changbin sólo era un niño de siete años.

—Deja de ser tan dramático y enfréntalo. ¡Los cobarde no merecen comer pastel de chocolate!—alejó el pastel de Changbin, haciéndole una seña a un hombre para que se lo llevara lejos.

—¡No, mi pastel!—Changbin trató de levantarse pero fue detenido—. Y yo no soy ningún cobarde.

—Entonces ve y enfréntalo—señaló la puerta de la cocina sin apartar la mirada del príncipe. Changbin frunció los labios— ¡Vamos!

—¡Seo Changbin le va a demostrar que no es un cobarde!—se paró de golpe, tumbando el taburete en el acto.— ¿Pero primero podría obtener un poco de pastel?—vio a la mujer asentir rendida y se inclinó para besar su frente—. ¡Es la mejor!

Changbin salió de la cocina comiendo pastel de chocolate mientras que las personas que se lo encontraban por el pasillo se giraban para no chocar miradas con él, aunque el príncipe no les prestara atención, ya que estaba concentrado en comer.

—Uhm... joven—Changbin apartó la mirada del pastel y la fijó en el hombre que lo llamaba. Éste maldijo internamente por interrumpir al príncipe en el único momento en que se le vio tranquilo y continuó hablando—. La reina solicita su presencia en salón del trono.

Y sin esperar nada más, el hombre salió casi corriendo del lugar. Changbin se metió el resto de pastel a la boca y se dirigió a la sala del trono, que estaba prácticamente a dos metros de distancia.

𝙱𝚘𝚍𝚊 𝙴𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚊 |𝙲𝚑𝚊𝚗𝚐𝚕𝚒𝚡| (𝙰𝚍𝚊𝚙𝚝𝚊𝚌𝚒𝚘𝚗)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora