Capítulo 3

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Al día siguiente...

-Eran las 5 de la mañana, Atenea se levanto, se vistió y salió a correr. Le gustaban las mañanas con algo de frío, le gustaba sentir esa sensación en su piel, ese pequeño escalofrío correr por todo su cuerpo, claro eso al principio, porque entre más corría, su cuerpo se empezaba a calentar haciendo contraste con el frio. Paso alrededor de 1 hora y media de que había salido a hacer ejercicio, entro en un local y desayuno. De pronto sintió la mirada de varias personas y algunos vampiros se empezaron a acercar-.

Atenea: Oh, hola chicos. ¿Qué se les ofrece?

Vampiro 1: Nuestro rey exige su presencia en este preciso momento.

Atenea: Claro, pero, ¿qué rey?

Vampiro 2: Marcel, el rey de Nueva Orleans.

Atenea: Ah ya veo, Marcellus. Bueno, creo que puede esperar mientras termino de desayunar.

Vampiro 1: El exige verla, ahora. -La tomo del brazo para levantarla y sacarla-.

Atenea: Esta no es una forma de tratar a una dama y menos si esta desayunando, así que si valoras tu vida, dejarás de tocarme en este momento.

Vampiro 2: Es una orden, levántate ahora.

-Atenea se empezaba a molestar con el trato que recibía pero antes de hacer algo, llego Marcel-.

Marcel: Chicos chicos, no esta bien que traten así a la bella dama. Más respeto, idiotas.

Atenea: -Mostro su sonrisa más linda y entonces se paro a abrazarlo-. Marcellus, me alegra demasiado volver a verte. Han pasado décadas.

Marcel: -Recibió gustoso el abrazo, después de su gran amor Rebekah, la presencia que más le agradaba era la de Atenea, fue como una madre para el y la amaba mucho.- También me da gusto verte, mírate, luces hermosa.

Atenea: Ay, que halagador. Tan guapo como te recordaba.

Marcel: Bueno, algo tenía que sacarle a mi tía y madre favorita.

Atenea: Siempre has sabido como llegar a mi corazón, desde que eras un adolescente, robaste mi corazón por completo.

Marcel: Bueno, tu tuviste mi respeto desde el instante en que te vi. Sin embargo, me gustaría saber que haces aquí, en Nueva Orleans.

Atenea: Este fue mi reino alguna vez y sigue siendo mi hogar.

Marcel: Es encantador tenerte aquí, de visita, por supuesto.

Atenea: Marcellus, ¿qué es este trato que estoy recibiendo? Realmente creí que te gustaría tenerme por aquí.

Marcel: No lo tomes a mal, me encanta verte pero dado las circunstancias que hay, ahora 4 originales rondando por la cuidad, mis muchachos andan algo inquietos.

Atenea: Bueno, he escuchado que has cambiado un poco. Reinando con el miedo en la ciudad, me he decepcionado al saber que has impuesto un miedo en las brujas y los licántropos. Yo no te eduque de esa manera.

Marcel: Desde aquella vez que huyeron y me dejaron a mi suerte, bueno, muchas cosas me han obligado a cambiar, ¿no lo crees?

Atenea: -Suspiro, eran contadas las veces que tenía un desacuerdo con Marcel y eso la entristecía demasiado-. No tiene caso hablar de eso, mejor dime, ¿solo pasabas a saludar o se te ofrece algo más?

Marcel: Lamento mucho hacerte pasar un mal rato. Si, quería verte, ha pasado tiempo desde la última vez que estuvimos juntos y me gustaría invitarte a pasar una agradable tarde en mi bar, para que los muchachos te conozcan y los conozcas.

Por Siempre y Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora