O9

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🎮 𖥻 gamer ۪ ⊹ ˑ ִ ֗

Desde el primer momento en que sintió su aroma, supo entonces que aquél chico era lo que necesitaba en su vida para ser feliz.

El cambio de ciudad, de casa y de territorio resultó ser muy abrumador para él. Ningún aroma era tan familiar para su olfato, los sonidos eran aturdidores para sus sensibles oídos y su cabeza no dejaba de pensar en que la decisión que había tomado era la más errónea. ¿Qué hacía ahí? ¿Por qué no regresaba a su hogar, junto a su padre y todos a los que quería? Comenzaba a arrepentirse de lo que había hecho, casi a punto de dejar lo que hacía en la cocina de su tía para salir corriendo de allí. Pero cuando un dulce aroma llegó a su nariz, opacando cualquier otro a su al rededor; su angustiado lobo dejó toda ansiedad de lado para centrarse en el chocolate fundido en leche que había logrado bloquear todos sus sentidos en cuestión de segundos.
Entonces giró su cuerpo, curioso por saber de quién provenía tan cautivador aroma. Allí lo vio a él, parado junto a su tía Nayeon. Sin ser consciente, su respiración se había cortado. En aquél momento no tuvo palabras para explicar lo que sus ojos habían tenido el placer de observar. Decir que Yeonjun era el omega más hermoso que había visto en su vida, quizás fuera un poco soso, pero cierto. Su cabeza solo podía procesar lo lindo que era aquél chico de finos ojos y labios rosados, que vestía una sudadera negra mucho más grande de la que sería su talla. Adorable, pensó cuando sus mejillas se abultaron al sonreírle. Su lobo aulló en su interior, y Beomgyu casi lo hace junto a él.

Es él. Había escuchado decir a esa voz dentro de sí, la de su alfa. Tan confiado estaba, que incluso sintió su pecho vibrar ante tal afirmación. Él estaba 100% seguro de que tenía razón, ese omega era el indicado.

Podía decir que conocerlo, había sido lo mejor que alguna vez le sucedió. Encontrar a Yeonjun allí, fue como un gran abrazo que le transmitió calma en uno de los momentos más complicados de su vida, porque el omega con su sóla presencia, lograba que se sintiera la persona más afortunada del mundo. Era amable y comprensivo, su compañía le resultaba agradable y reconfortante. Parecía haber sido creado por la diosa Luna exactamente para él. Compartir momentos a su lado le alegraban el alma y le hacían desear tenerlo a su lado por siempre. En menos de una semana, Beomgyu había caído enamorado ciegamente por Yeonjun, el omega con aroma a chocolatada que solía residir durante unos días en casa de su tía Nayeon.

Y que, para su desgracia, era novio de su primo. Yeonjun era pareja de Soobin. De su primo, a quien estimaba mucho y valoraba casi tanto como si fuera un hermano.

Junto al omega, todo era mágico y olvidaba todo a su al rededor; su casa, su hogar, cuánto extrañaba a su padre, e incluso desaparecía de su cabeza por completo el hecho de que el corazón ese bonito chico que a penas debía pasar el 1.70, tenía nombre y apellido grabado en él. Su amor ya tenía dueño, y claramente, no era él.

Era Soobin. Soobin. Soobin, su primo. Por eso, la culpa siempre regresaba a su cuerpo cada vez que estaba junto a Yeonjun. Cada vez que quería tomar sus manos entre las suyas y acariciarlas. Cada vez que quería atraerlo hacia su cuerpo y abrazarlo hasta marcarlo por completo con su aroma. Cada vez que lo observaba de más, llegando a él la necesidad de besar sus rellenitos labios que formaban un pequeño pico inconscientemente. Entonces, cuando sucedía eso, en su pecho se instalaba el remordimiento y la culpa, porque sentir todo aquello estaba mal. Mal, porque, otra vez; Yeonjun tiene novio. Y es su primo.
Solía repetir una y otra vez aquello en su cabeza, cuando su cuerpo deseaba hacer algo que no debía, como un recordatorio de porque no tenía que hacerlo. De porqué estaba mal.

Así como ahora, que estaba parado detrás de la puerta cerrada de la habitación de Soobin, mientras miraba la pequeña bolsa de regalo que tenía entre sus manos. Yeonjun había llegado esa mañana, cuando él salió a comprarle una pequeña sorpresa que estaba seguro que le encantaría. Sin embargo, ahora se debatía si era correcto o no. Si debía entrar y darle su regalo, o si debía dar un paso para atrás y marcharse.
No, debía dárselo. Después de todo, era sólo un regalo, ¿no? un regalo de amigo a amigo. No tenía nada de malo, pero, ¿por qué se sentía así?

Con un suspiro, desistió ante su idea. A este paso, podría dárselo en Navidad, que no estaba muy lejos. Cuando estuvo a punto de dar marcha atrás y regresar a la que por ahora era su habitación, la puerta frente a él fue abierta lentamente, dejando ver a un omega con ojos y nariz roja, como si hubiera estado llorando. Se asustó, porque todo su cuerpo apestaba a tristeza, a pesar que se notaba que intentaba no liberar ninguna partícula de feromona. Ambos se miraron sorprendidos, y rápidamente Yeonjun limpió sus ojos para sonreírle.

ㅡO-Oh, Beomgyu. ¿Qué tal? ¿Sucede algo? ㅡpreguntó primero Yeonjun, sonriendo mientras refregaba sus ojos.

ㅡLo mismo puedo preguntarte, ¿qué sucede?

ㅡ¿E-Eh? Ah... Nada, estaba bostezando. ㅡEl omega fingió un bostezo, estirando su cuerpo para hacerlo más creíble. Beomgyu lo miró incrédulo, pero supuso que el otro no tenía ganas de hablar de lo que sucedía, por lo que no insistióㅡ. ¿Ahora sí me responderás tú?

ㅡYo estaba de paso, voy para mi habitación...ㅡSe excusó ahora él, sin atreverse a decirle la verdadera razón.

ㅡDe acuerdo, ve, ya no te quito tiempo. Yo iré a tomar agua ㅡhabló entre sonrisas Yeonjun, haciéndose paso hacia la cocina de casa.

En silencio observó como el omega se alejaba a paso lento, aún peleando consigo mismo por no liberar su aroma a tristeza. Pensó en milésimas de segundo, llegando a la idea de que quizás su regalo pudiera animarlo un poco. Suspirando nuevamente, mientras rezaba en su interior para no arrepentirse de lo que estaba a punto de hacer, llamó por el nombre al omega que estaba en el umbral de la cocina.

ㅡJunnie hyung... ㅡpronunció mientras se acercaba a él, sintiendo cómo rápidamente el color subía a sus mejillasㅡ. En realidad, quería darte esto. ㅡExtendió la bolsa que sostenía entre sus manos, esperando a que el contrario la tomara entre las suyas. Así lo hizo, dándole una mirada curiosa a Beomgyuㅡ. Pero no me animaba a hacerlo... Míralo, espero que te guste.

Aún curioso, el omega abrió la bolsa, casi chillando cuando supo qué era el contenido de esta. Emocionado, dejó caer la bolsa luego de haber sacado la prenda color rosada que tanto le había encantado el día anterior, y que por falta de dinero no pudo comprar.

ㅡ¿Recuerdas...?

ㅡ¡Claro que recuerdo, Beommie! ㅡexclamó antes de dejarlo hablar, tirándose a sus brazos con alegría mientras saltaba en su lugarㅡ. ¡Eres tan atento! ¡Muchísimas gracias! Ya mismo voy a buscar dinero y te pago, ¿sí? Espérame ㅡYeonjun amagó a volver a la habitación, dispuesto a buscarlo que dijo, sin embargo, Beomgyu lo detuvo.

ㅡNo quiero que me pagues nada, hyung. Es un regalo de mí para ti. Ayer te veías muy contento por llevarla, noté que te gustó mucho y como te desanimaste al no poder llevártela. Así que como un regalo, decidí comprarla para ti. Por favor, tómalo como lo que es.

ㅡDe acuerdo, Beomgyu. En serio, gracias. ㅡYeonjun agradeció nuevamente, abrazando otra vez al alfa que en su interior estaba que moría. ¡Había sido abrazado por Yeonjun dos veces! Si así reaccionaría cada vez que le hiciera un regalo, le llevaría uno todos los días.

Al igual que lo imaginó, el rastro de tristeza que seguía a Yeonjun por detrás, había desaparecido cuando el regalo llegó a sus manos. Con una sonrisa, observó atento como tomaba el agua que había dicho, y como regresaba casi saltando a la habitación de la cual había salido. Ahora, el chocolate con leche ya no era agrio, sino dulce, reflejando en él cuan contento estaba por el agradable gesto que Beomgyu había tenido con él.

Al diablo todo. Pensó Beomgyu mientras regresaba a su habitación. No le importaría nada a partir de ahora. Si Soobin no podía hacerlo, entonces sería él quien hiciera feliz a Yeonjun.

🎮 𖥻 gamer ۪ ⊹ ˑ ִ ֗

En cualquier momento, Beomgyu
se chapa a Yeonjun. Ya me lo re
vi venir (no spoiler).

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