𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 5

712 35 17
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Leon esperaba junto al ascensor del hotel a que Claire recogiera las llaves de su habitación; habían ido a que la joven la dejase para mudarse con él durante su estancia en la isla. Miró de reojo a las dos mujeres que no paraba de encontrarse en la mayoría de los lugares públicos a donde iba; estaba hasta las narices de su acoso sin sentido. Cruzado de brazos, hizo como que no las había visto y continuó esperando en silencio ante sus risitas nerviosas.

Justo cuando el ascensor abrió sus puertas, Claire llegó y ambos entraron en este seguido por las descaradas mujeres. Inesperadamente, el rubio tomó a la activista por sorpresa cogiéndola posesivo por la cintura y pegándola descarado a su cuerpo.

—Señorita... —la saludó galante.

—Caballero... —ella respondió siguiéndole la broma.

Él la besó dulcemente una y otra vez, entregado y cariñoso, mientras las dos mujeres los contemplaban atónitas sin saber dónde meterse.

—Estoy preocupada por nuestro pequeño —ella lo sorprendió al afirmar intentando fastidiar a aquellas dos arpías todavía más.

—No te preocupes, amor, él se ha quedado al cuidado de tu hermano, quien sabes que lo adora —Leon respondió de inmediato comiéndose la partida—. Ya tenía ganas de disfrutar de ti en condiciones, mi reina —afirmó seductor pegándola aún más a su cuerpo—. Además, muy pronto regresaremos a su lado cargados de un montón de regalos. Yo también lo echo de menos, mi vida, pero déjame no compartirte absolutamente con nadie durante toda esta semana. Te amo tanto que voy a volverme loco si no te tengo —le aseguró mimoso.

El ascensor se detuvo en el cuarto piso y, ni cortos ni perezosos, Leon y Claire salieron cogidos de la mano no sin antes darse un último beso.

—Buenos días —el rubio saludó amablemente a ambas mujeres, quienes le correspondieron con una mirada indignada.

Cogidos por la cintura, los dos caminaron por el pasillo riendo sin parar.

—¿Cómo se llama nuestro hijo? —ella preguntó divertida.

—Es niña, y se llama Claire, como tú —él le explicó sonriente.

—Mmmmmmm...

Lo acorraló contra la pared y lo besó de un modo apasionado y salvaje, que él correspondió enardecido.

—Terminemos lo que hemos venido a hacer aquí, no quiero que nos echen por perturbar la paz social del hotel —él pidió jadeante.

—¿Y qué tal si antes de marcharnos nos damos un pequeño homenaje en la habitación? —le propuso con mirada pícara.

—De pequeño, nada.

La cogió en brazos y la llevó ante la puerta, donde le indicó que la abriese y nada más hubieron entrado la tumbó en la cama y la abordó desesperado.

𝓔𝓝 𝓜𝓘𝓢 𝓢𝓤𝓔Ñ𝓞𝓢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora