Guiando Mis Pies

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París amaneció bajo la nieve aquella mañana, el frio era tanto que me rehusé a sacar las orejas del cobertor.
"Hey, dormilona."
Escuché la voz ronca de Lauren a los pies de la cama, una linda caricia en mi muslo. Bien, por ella iba a sacar más que las orejas de las cobijas. Levanté la cabeza hasta observarla.
"Hola."
Mi "hola" salió más mañoso que nada en el mundo. Lauren sonrió y se acercó gateando sobre mí hasta dejar sus labios en mi mejilla, estallando un beso. Sonreí.
"Buen día."
"Hmm, buen día."
Hice puchero y me volví hacia un lado, encogiéndome en la cama. Po mí me quedaría observándola por más tiempo, ella incluso era hermosa de recordar, ese cabello despeinado... Pero el frío estaba matando.
"Hey, tengo una cosa para ti."
Dijo en mi oído muy bajo, manteniendo una presión de sus dedos en mi cabello. ¿Ya comenté lo mucho que a ella le gustaba hacer eso? ¿Y lo mucho que me encantaba que lo hiciera? Ajá. Sonreí con los ojos cerrados, pero no me volví.
"¿Una cosa? ¿Qué tipo de cosa? Espero que no sea una gran botella de vodka o algo así."
Reímos juntas y la sentí negar breve.
"Mírame" besó mi hombro. Me ericé. "Vamos, Camz."
Ya que insistía tanto me volví de estómago arriba encontrando sus ojos. Verde, era todo lo que podía ver. La vi tomar a mi lado de la cama la caja negra que había comprado ayer. Con cuidado la colocó sobre mi estómago, sonriendo como si hubiese visto al hada de los dientes. No pude evitar sonreír también. Lauren me estaba dando un regalo, que bonita sensación. Me sentí especial.
"Ábrelo pink princess."
Mordí mi labio inferior retirando la tapa de la caja, llevando la mano dentro sin poder ver lo que era por estar acostada. Saqué una pulsera plateada llena de colgantes y un pequeño globo lleno de agua y bolitas, en donde una placa color plata dentro de él me mostraba una frase. Cuando iba a abrir la boca para preguntar, Lauren se adelantó. Mi corazón latía en mi garganta.
"Te voy a explicar el porqué de todos estos colgantes."
Dijo casi en un susurro, la sonrisa plantada en su rostro me dejaba tonta. Con calma levantó mi mano a la altura de mi rostro, la pulsera colgada entre mis dedos.
"Primero la Torre Eiffel, para que siempre recuerdes el viaje que hicimos juntas. Luego el bote de Nutella..." Ella rió un poco. "Para que siempre recuerdes la chuchería más deliciosa que comimos juntas." Sonreí tonta, no podía dejar de ver la pulsera, mis ojos estaban vidriosos en lso suyos. "Tercero, el micrófono. Este es para que nunca olvides la maravillosa voz que tienes. En cuarto lugar, esa velita es para que siempre recuerdes el día en el que me hiciste el masaje más delicioso que recibí en toda mi vida." La voz de Lauren era un murmurio, sus dedos tocaban los pequeños pendientes mientras explicaba, y yo solo podía pensar en lo perfecta que ella era. "Y por último... este corazón, para que nunca te olvides de lo que siento por ti."
Cuando dijo esa última frase sentí que iba a desmayar, todo mi cuerpo temblaba. Mis ojos se llenaron de lágrimas y antes de poder formular algo para responder, ella colocó el pequeño globo en mi estómago.
"Quiero que leas lo que está escrito aquí dentro."
Tragué seco y puse mi mirada en la plaquita plateada que estaba dentro de él.
"When I see your face,
There's not a thing that I would change.
Cause girl you're amazing,
Just the way you are."
Cuando terminé de leer, busqué su mirada y dejé que todo lo que sentía transbordara por mis ojos. Estaba muy feliz, hacía tanto tiempo que no me sentía de esa forma que era como perder el aire. Lauren sonrió, tocó mis hombros y me llevó a un gran abrazo. La abracé con fuerza y lloré bajo en su hombro. Era tan bueno llorar de felicidad después de tanto tiempo haciéndolo por tristeza, y eso se lo debía a ella, le debía esa semana feliz a ella más que a nadie.
"Gracias." Agradecí presionando mis labios contra la curva de su cuello. Lauren tenía una de las manos en mi cabello y la otra en mi espalda. "Gracias, Lolo."
"Mereces esto y mucho más, Camz." Creo que ella también estaba llorando, podía escucharla cerca de mi oído. "Mi Camz."
Sonreí entre lágrimas y la observé, sujetando su rostro entre mis manos, sellando un beso en su frente.
"Siempre tuya."
Vi sus ojos nuevamente y sonreímos juntas. Ella tomó mi pulso y colocó la pulsera.
"¿Me prometes que no te la vas a quitar?"
"Nunca." Levanté mi brazo y besé la pulsera. "Solo si alguien corta mi pulso. Ya sabes."
Dije seria y ella dejó escapar una deliciosa risa.
"Boba." Respiró hondo, pasando la mano sobre los ojos. "Bien, después de toda esta melosidad, levantémonos de la cama y vamos a alistarnos. Vamos a salir."
"¿A dónde vamos?"
"Torre Eiffel."
Aplaudió entre algunos saltos.
"Le temo a las alturas, no quiero subir allá."
¿Tenía cómo parecer más niña? Sí, lo tenía. Porque además de fingir voz de bebé tenía ese gran puchero en mi boca.
"No hagas puchero porque termino desistiendo y no quiero eso."
Ella me regañó sonriendo.
"¿Pero y mi miedo?"
"Yo voy a estar allá sujetándote, no vas a recordar el miedo."
Mordí mi labio inferior y salté de la cama, temblando un poco por la falta de sábanas.
"Siendo así, entonces sí."
-
El elevador no dejaba de subir en dirección a la última plataforma de la Torre Eiffel y todo lo que podía hacer era mantener mis ojos cerrados y mi mano en la de Lauren. Alguna que otra vez ella la presionaba intentando pasarme seguridad, pero confieso que quería salir corriendo. Yo llevaba un abrigo beige muy grueso, una bufanda negra y guantes negros. Lauren estaba igual, solamente cambiaba el color de su abrigo a blanco. Estaba tan frío que si hubiese podido salir con un paño en la nariz, lo hubiera hecho.
Cuando el elevador se detuvo sentí un temor en mi estómago, no quería salir de ahí. Lauren me empujó levemente por la espalda, pero me trabé.
"Vamoz, Camz. Estamos bloqueando la salida."
Su voz era baja y avergonzada en mi oído. Presioné con fuerza su mano.
"No iré, quiero regresar." Casi estaba llorando.
"Sí vas a salir." Suspiré tiernamente cuando ella abrazó mi cintura desde atrás, colocando su barbilla en mi hombro y su boca cerca de mi oído. "Abre los ojos y sigue mis pasos."
Comenzamos a caminar lentamente hacia las rejas, todos ahí parecían muy animados, menos yo. Sería cómico si no fuera trágico. Eso era muy alto, solo podía ver el cielo desde donde estaba.
"Lauren..."
"Estoy aquí, estás hablando conmigo y siendo una boba." Ella rio. "No tienes por qué tener miedo."
Y como si entrara en un estado de trance, comencé a calmarme con solo escuchar su voz ronca en mi oído, sus brazos en torno a mi abdomen y sus pies guiándome. ¿Qué sería de mí sin ella? Por favor.
Cuando llegamos a las rejas, Lauren sujetó la barra frente a mí para mantenerme presa entre sus brazos. Mis piernas temblaban.
"Sólo mira eso, Camz." Besó mi hombro. "¿Existe algo más hermoso que ya hayas visto antes?"
Confieso que mi respiración falló con el paisaje. París estaba cubierto de nieve, completamente. Ella caía en pequeños copos cubriendo lo alto de los árboles de color blanco. Al fondo el Arco del Triunfo, al lado el Rio Sena con toda su belleza, abajo turistas levantando sus cámaras fotografiando todo lo que podían.
El viento sopló sobre nosotras trayendo el cabello de Lauren a mi rostro. Estaba viviendo una escena como de cuento de hadas. ¿Conocen esos romances super clichés y calientes? Así.
"Esto es perfecto."
Dije más bajo que un susurro, sujetando sus manos en mi abdomen. Lauren sonrió en mi cuello, toda aquella mezcla de sensaciones me erizaban.
"Mi sueño era ver esto de cerca, y solo mira en dónde estoy..." Sonreí. "No lo puedo creer." La presioné más a mí. "Qué bueno que me dijiste que sí, Camz. Que aceptaste viajar conmigo. No sería lo mismo sin ti."
Quería decirle que sí a tantas cosas, Lauren. Tantas cosas. Cerré los ojos sintiendo el viento y su respiración cerca de mi nuca. ¿Por qué ella me hacía eso?
"¿Por qué me dices esas cosas?" susurré.
"Porque es lo que siento." Mi corazón se aceleró. Si su intención era dejarme desconcertada, lo estaba consiguiendo. "Quería poder venir a Paris, pero quería hacerlo contigo, darte la misma felicidad que siempre estuve segura que sentiría."
"Independiente de cualquier cosa, Lauren, tú me harías feliz en cualquier lugar del mundo. Sé que todo parece medio borrado y equivocado para ti, pero tienes que saber que estoy feliz."
Podía sentir su corazón latir a un ritmo acelerado a mi espalda, era casi una respuesta a lo que había dicho. Estaba comenzando a creer que toda esa belleza de París movía lo psicológico de las personas.
Después de eso nos quedamos en silencio por un buen tiempo, admirando la vista abrazadas. Lauren no se separó de mí ni por un segundo, haciendo que algunas personas nos vieran con una sonrisa en los labios. No sé si nos veían pensando que éramos pareja o porque nos reconocieron, solo sé que sonreían y no movieron ni un dedo para incomodarnos. Nos tomamos muchas fotos nuestras, solo de ella, solo mías, del paisaje, de la torre, de las personas, de los niños, de la nieve, de todo. Registramos cada momento para matar a las chicas de envidia.
Comenzó a hacer más frio que lo normal y decidimos que era hora de bajar, lo que me alivió un poco, ya estaba comenzando a atontarme. Cuando llegamos abajo casi me arrodillo y beso el pasto, Lauren no se aguantó comenzó a reírse de mí.
Ella tomó mi mano y comenzamos a caminar, me estaba gustando mucho toda esa proximidad. Alguna que otra vez yo la veía, la admiraba, esa sonrisa en sus labios, cabellos al viento, mano en el bolsillo del abrigo, pasos cortos y conectados a los míos, su mano calentando la mía. Quería gritar. La verdad es que casi lo hice cuando ella me llamó la atención.
"Escuché en la televisión hoy en la mañana que el show de Ed es mañana en la noche."
"¿Qué?"
"¿Quieres ir a comprar las entradas?"
Pasó a caminar frente a mí, frente a mí. Casi salté en media calle, asintiendo mil veces.
"Vamos ya, por favor." Ella tan solo sonreía. "Ay, no lo puedo creer."
"Pide para que hayan entradas."
Lauren hizo una careta y le empujé leve de los hombros.
"Cállate, Jauregui. Yo voy, así tenga que entrar por la ventana del baño."
Ella carcajeó mientras me llevaba de la mano.
"Entonces espero que tengan entradas, no quiero ir presa por dejar a una menor de edad saltar la ventana de un baño para entrar a un concierto."
Le saqué la lengua e hice una careta. Que ella tenga razón, o si no lo primero que pasaría con ella la noche del día siguiente será ir a parar tras las rejas.

Falling In Love For The Last TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora