Una hora de retraso= 1 hora más con Ranpo

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- ¿Cuánto tarda? ¿Cuánto tarda? ¿Cuánto tarda? - dijo Ranpo a mi lado por enésima vez.

Miré el reloj de la estación. La mayoría de personas que esperaban hacían lo mismo en ese momento, los murmullos de impaciencia y la agitación iba creciendo conforme pasaban los minutos y yo quería apartarme de todas esas personas. La única razón por la que seguía allí era porque iba con Ranpo. Si no me habría quedado en mi casa con Karl, que seguro que me echaba mucho de menos en este momento.

- No lo sé, se supone que vino hace una hora... - respondí en voz baja.

- Poe, si no subes la voz no podré oírte - me regañó.

- ¡NO LO SÉ! ¡EL TREN LLEVA UNA HORA DE RETRASO! - grité y la gente se volvió a mirarme. Quise desaparecer.

- ¡Pues yo sí lo sé! - Afirmó -. ¡Llegará en 5 minutos y 36 segundos!

- ¿Si lo sabías por qué estabas preguntando?

- Es que no sé qué otra cosa hacer para entretenerme - confesó -. Ya lo sé todo sobre las vidas del resto de personas de la estación y no me quería terminar mis 4 kg de snacks.

Lo de que llevaba cuatro kilos era cierto. Los de seguridad nos habían mirado raro y habían llevado un perro que naturalmente no encontró drogas entre las bolsas de patatas y las rosquillas de chocolate. Como si Ranpo fuera a sacrificar sus preciados aperitivos para dedicarse a ser narcotraficante.

- ¿Por qué hemos tenido que coger este tren tan tardón? - preguntó.

- Por que se te ocurrió la idea de irnos de vacaciones a última hora y este era el único en el que había dos compartimentos de primera clase libres - le recordé.

¡VACACIONES CON RANPO! Estaba tan feliz que podría dar saltitos de alegría.

Pasados exactamente cinco minutos y treinta y seis segundos el tren entró en la estación. Miré a Ranpo con asombro, nunca me cansaré de ver cómo se cumplen sus predicciones.

Las puertas se abrieron y salió el representante de la compañía con expresión avergonzada.

- Señoras y señores, soy Kunikida, el encargado de este tren, y lamento muchísimo el retraso debido a unos problemas en las vías. Les aseguro que intentaremos que no vuelva a repetirse algo así y espero que disfruten de su estancia en el G. Express.

Al oír esto Ranpo murmuró:
- Por lo menos deberían darnos unos dulces de bienvenida para compensar...

Por mi parte, ni todos los retrasos del mundo podrían arruinar mi felicidad por estar allí con él de camino a unos cuantos días de descanso los dos solos.

Después del discurso del señor Kunikida pudimos subir al tren. Nos dirigimos a nuestros compartimentos para dejar las cosas y de camino Ranpo se fijó en una persona.

- ¡Dazai! - es un compañero del trabajo, me aclaró - ¿También estás de vacaciones?

Dazai le miró sonriente.

- ¡Ranpo! Qué sorpresa. No, de vacaciones nada. Se ha muerto mi madre y voy al funeral.

- ¿Otra vez? Creo que este año la pobre señora ya se ha muerto cinco veces.

- Cosas que pasan - le guiñó el ojo - nos vemos, que me ha parecido ver a mi buen amigo Chuuya por ahí y no puedo evitar hacerle la vida imposible si le veo. ¡Adiós!

Y tras esas palabras, desapareció.

- Dazai nunca cambiará - sonrió Ranpo iluminando el pasillo del tren -. ¿Vamos a dejar todos estos bultos? Los aperitivos pesan y quiero ir al vagón cafetería.

- Por supuesto. - contesté. Si tenía que gastarme lo que tres familias necesitan para vivir un mes en postres para Ranpo, lo haría encantado.

Asesinato en el G. ExpressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora