Arruinan mi ci..., digo, conversación con Ranpo

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Dejamos las cosas en nuestros compartimentos (desgraciadamente, no podíamos coger uno de primera clase para los dos, pero por lo menos estaban al lado) y fuimos al vagón cafetería. Nada más llegar, Ranpo agarró la carta, identificó los tres postres más dulces que había y se los pidió. Yo tomé café.

- ¿No has pedido poco? - le pregunté cuando le sirvieron la comida. Normalmente sería capaz de engullir toda la carta de una sentada.
- No te preocupes, he pedido lo justo - contestó con una sonrisa misteriosa salpicada de azúcar.

Estábamos hablando los dos juntos sentados en nuestra mesa mientras comíamos. Fuera había empezado a nevar y los árboles del paisaje se iban cubriendo de una fina capa blanca que adornaba sus ramas desnudas debido al invierno. Deseé poder parar el tiempo para disfrutar de este momento toda la eternidad.

En ese instante, cuando Ranpo estaba terminando el último pastel que había pedido, llegó un hombre vestido con un abrigo negro y una bufanda roja. Al verle Ranpo frunció ligeramente el ceño, como si hubiera estado intentando evitarle sin conseguirlo. ¿Sería que solo se tomó tres dulces para tardar menos y marcharse antes de que llegara?

- ¡Hola! - saludó el hombre - ¿Me puedo sentar?

Y se sentó sin esperar una respuesta.

- Es un gran honor para mí viajar en el mismo tren que el mejor detective del mundo. Me llamo Mori Ōgai y me gustaría conseguir su ayuda, señor Edogawa - habló mirando a Ranpo ignorándome totalmente (mucho mejor, no sabría qué decirle) - Hay personas en este tren que quieren verme muerto. Me han enviado unas cartas que...

Ranpo le atravesó de arriba a abajo con la mirada. Parecía que sus ojos podían ver hasta el último detalle de ese hombre.

- Verá - le explicó - soy un detective, lo que significa que yo no me encargo de los crímenes que van a suceder, sino de los que ya han sucedido. Para tareas de protección le aconsejaría que contratase a un guardaespaldas, aunque no me extraña que no quiera hacerlo ya que la clase de enemigos a los que se enfrenta no son los típicos que amenazarían la vida de un hombre de negocios como el que usted pretende ser. Por último, estoy de vacaciones con mi amigo - ¡me llamó amigo! - por lo que me gustaría que no me molestara.

Al oír su respuesta el aura de Mori cambió y la temperatura del vagón cafetería bajó varios grados.

- ¿Entonces no hará nada por mí? ¿Me dejará morir sin más? Le ofrecería una buena suma por sus servicios pero me temo que eso no le interesa.

- Me alegra ver que lo entiende - respondió Ranpo - en cuanto a lo de que no voy a hacer nada, se equivoca. Cuando mañana encuentren su cuerpo sin vida en su compartimento, resolveré su asesinato. Ahora, si me disculpa me voy.

Se levantó y fui detrás de él con más preguntas que respuestas.

Mori Ōgai se quedó ahí sentado, viendo cómo nos íbamos.

Asesinato en el G. ExpressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora