En efecto, no recordaba haber escuchado ese nombre en ningún momento de mi vida, mire a mamá confundida y esta esbozó una sonrisa que acabaría por deformarle el rostro.
–perfecto, era todo lo que necesitaba oír – dijo antes de soltar una carcajada estruendosa.
Tomo mis manos y con una delicadeza admirable colocó en ellas otro de esos trozos de papel amarillento que ahora formaban los recuerdos de mi desdeñada infancia.
–ya casi llegamos– dijo con una voz tenue y delicada, que no concordaba en absoluto con su apariencia.
El taxi se detuvo frente a un sitio muy elegante, no pude distinguir que sitio era hasta que entramos puesto que el cartel donde debería estar el nombre del local estaba en blanco.
Reconocí en donde nos encontrábamos al percibir ese olor característico a flores muertas y tristeza en el aire.
Una funeraria.
Mamá pregunto a un hombre a que sala deberíamos dirigirnos.
–Sala 3– respondió el hombre con desinterés, observando la revista que tenia en sus manos.
Al llegar a la sala solo había una persona sentada justo al lado del ataúd, recitando oraciones en voz baja, era una anciana de aspecto inocente y tierno, su voz era tenue, suave, atrofiada por el pasar de los años además de que se le notaba muy triste, cuando entramos levantó la mirada.
–Muchas gracias por venir– dijo la anciana y luego volvió a sus asuntos.
Mamá le sonrio, tomo mi mano y se puso de pie a un lado del ataud, estaba vacio, pero el olor a formol era tan fuerte que tuve que contener mis arcadas causadas por esa sustancia concentrada.
–observa...– dijo mamá mirando detenidamente el ataud.
yo hice lo mismo por unos pocos minutos, me sorprendi al ver una sombra a traves de aquel panel de cristal, parecia hacerse mas clara cada vez que la miraba, hasta tomar la forma de una chica que parecia tener la misma edad que yo.
–¿quien es ella?– pregunté a mamá sin despegar la vista del cadaver, espere una respuesta pero al observar a los lados me di cuenta de que no habia nadie, solo esa anciana de aspecto melancólico.
La anciana levanto la cabeza, y espantada note que esta no tenia ojos, su boca chorreaba sangre con cada oracion que pronunciaba, empezo a llorar desconsoladamente mientras gritaba "es tu culpa", me gire y tropeze con el ataud el cual hizo un escandalo al caer al suelo, caí justo quedando frente a frente con el cadáver, me pare de golpe y trate de correr, pero estaba encerrada, las puertas se habian cerrado y por mas que intentara no podia abrirlas, el pánico inundaba mi cuerpo y lágrimas de desesperación corrían por mi rostro.
La anciana dejo de gritar y me sonrió, pero... No me estaba sonriendo a mi, si no a algo detrás de mi.
–¡ALICE!–grito la anciana a quien tenia a mis espaldas esbozando una sonrisa.
En ese instante recordé a mi mejor a amiga, nuestras risas y estupideces, esos momentos que de no haber sido por ella no habrían cambiado mi vida, esos gustos que solo compartía con ella, aunque todo se viera mal y me encontrará atrapada en mis problemas podía mirarle a los ojos y recibir un mejor consuelo que el que mi madre pudiera darme.
Alice, mi mejor amiga... Estaba justo detrás de mi, volví a observar el ataúd el cual se encontraba abierto, el panel de cristal hecho pedazos y unas huellas de una sustancia negra iban del ataúd hasta los pies de mi amiga.
No, no esto no es cierto ¿es una pesadilla mas cierto? Sí, eso debe ser, Alice no puede estar muerta.
Alice puso una mano en mi hombro, acerco sus labios a mi oído y pronunció suavemente:
–Todo esto es tu culpa...
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Gritos en silencio
Terrorla vida de Vanessa era algo extraña, pero a pesar de todos los obstáculos que tuvo que pasar con su familia pudo seguir adelante,y por algún extraño motivo olvido un error que cometió a sus 10 años de edad, creyendo que las cosas se habían arreglado...