Desaire

831 116 0
                                    

Una semana caótica, estresante y llena de lágrimas fue lo que viví antes de que Juan arrimara en casa. Antes cuando Dorian no vivía con nosotros, la soledad me consumía día y noche, pero ahora esa soledad se ha combinado con la tristeza y la pena de un desamor. Siento que Dorian me pegó su desdicha y por tal razón es que me he sentido más vulnerable y sensible.

—¿Cómo está Dorian? — en lugar de saludarme, darme un beso en la boca o un simple abrazo, pregunta por su hermano.

—Sigue estando encerrado en su habitación — trago ese nudo en mi garganta y lo ayudo a quitarse la corbata—. ¿Cómo te fue en el trabajo, mi amor?

—Igual que siempre — su frialdad me rompe por dentro—. Iré a verlo.

—Está bien...

Se sale de mi agarre y se marcha de la habitación sin siquiera reparar en el atuendo que me puse especialmente para recibirlo.

«De hecho, hace mucho dejó de halagar mi belleza».

Trago ese amargo nudo que se forma en mi garganta y sacudo la cabeza de esos malos pensamientos. Me dije a mí misma que ya no me haría películas, pero heme aquí, pensando en que ni siquiera tiene algo bonito para decirme ya.

🌷

Paso la tarde en la cocina, preparando su cena favorita para que en la noche tengamos un momento juntos y en pareja. Sé que Dorian ahora hace parte de esta casa, pero siento que mi matrimonio se sale de mis manos y ya no sé cómo sostenerlo para que no se vaya corriendo.

Una vez bajo la bandeja de chuletas de cerdo del horno, me dirijo a la habitación y me doy una ducha rápida. Me pongo un vestido negro ajustado a mi cuerpo y que hace mucho no usaba. Dejo mi cabello suelto y me maquillo tan solo un poco.

Esta noche estoy dispuesta a revivir la pasión entre nosotros.

Me pongo un poco de loción en mi cuello y mis muñecas y salgo de la habitación. Mientras bajo las escaleras, escucho que Dorian y Juan están hablando en la sala.

Dudo mucho en si acercarme o no, pero al final tomo la valentía y me acerco a ellos que están viendo un partido en la tele. Mi corazón late muy rápido y mis manos tiemblan sin control.

La mirada de ambos hombres recaen en mí, pero es Dorian el que se apresura en ponerse de pie mientras Juan inspecciona a detalle cada centímetro de mi cuerpo. Miento al decir que su mirada no me puso a temblar y más nerviosa de lo que me encontraba.

—¿Vas a salir a algún lado? — su pregunta fue un baldado de agua fría.

—No.

—¿Entonces por qué usas vestido y tacones en la casa si no vas a salir? — frunce el ceño y toda esa valentía se va por un caño.

—Simplemente quise usarlo — bajo la mirada para que no se den cuenta de mis lágrimas—. Iré a servir la cena. Que bueno que hayas decidido salir de tu habitación, Dorian.

Doy media vuelta, me adentro a la cocina y descanso mi espalda contra la nevera. Cubro mi boca y estallo en ese llanto que estaba a punto de ponerme en evidencia frente a ellos.

¿Qué más debo hacer para que me note? ¿Acaso no me extrañó ni un poco durante estas dos semanas que estuvo fuera de casa? ¿De verdad esto ya no tiene remedio alguno? ¿Desde cuándo dejó de amarme y desearme?

Antes no hubiera dudado ni un poco en saltarme encima y recorrer mi cuerpo con la suavidad de sus labios, pero ahora ni una caricia es capaz de brindarme.

«¿Ya no me deseas...?».

Sintiéndome cada vez peor, sirvo dos platos con las chuletas y las pongo sobre la mesa. No tengo apetito, además de que no creo que sea necesaria mi presencia en la mesa.

—La mesa está servida, chicos. Pueden sentarse a comer — les aviso cruzando por la sala y subiendo las escaleras.

—¿Evelyn no va a comer con nosotros? — escucho decir a Dorian y me detengo en el inicio de la escalera.

—Supongo que ya comió — es la respuesta que Juan le da.

—Palillo, te estás ganando una linda caricia de mi puño en tu carita y otra de mi rodilla en tus preciosos huevitos.

—¿Y se puede saber la razón de ser merecedor de tus caricias, grandulón?

—¿Te haces o eres? — ya no hay rastro de burla en sus palabras—. Mientras que a mí mi esposa me dejó por irse con otro, la tuya se esmera en verse hermosa para ti después de dos semanas que has estado fuera de casa y lejos suyo. ¿Acaso no te das cuenta que ella se puso así de preciosa para ti y tú ni la pelaste?

—¿De qué hablas? Si Evelyn quiere pasar tiempo conmigo, ella misma me lo dirá.

—Si que eres estúpido. Así como me dijiste que no debía sufrir más por alguien que no vale la pena, yo te voy a decir a ti que vayas con tu mujer y no permitas que se vaya de tus brazos, porque cuando ya no tengas la que sí vale la pena, me darás la razón del porqué mereces ser acariciado por mis puños — siento sus pasos, seguido del fuerte azote de su puerta al cerrarse.

Tentación Prohibida(EN FÍSICO)[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora