Dudas

451 85 7
                                    

—Ya que estamos comiendo, ¿por qué no nos cuentan cómo se conocieron? ¿De dónde eres, Aria?

«Su hermana es una chica bastante curiosa, ¿eh?».

—A ver, ¿por dónde empezar? — miro de reojo a Dylan, quien se mantiene serio y sin despegar sus ojos de mí.

Parece un felino a punto de saltarle encima a su presa ante el más mínimo movimiento que vaya a hacer.

—Soy de California. Nos conocimos en una de sus tantas misiones y fue amor a primera vista. ¿Qué les puedo decir? Un hombre tan bello como él arrebata más corazones que vidas — todos ríen mientras nos miran con ojos brillantes—. Aunque fue toda una lucha, logré ganarme su corazón y aquí estamos.

—Pero ¿cómo fue? — su hermana realmente está fascinada con la idea—. ¿Cómo se declaró ante ti? Dylan es tan silencioso, reservado y serio, que es difícil hacerme una idea de él declarando amor.

—Deberías contarle a tu hermanita cómo me conquistaste con esa boquita tan dulce y esas manos tan... — mis palabras lo hacen ahogar y a su madre le sacan una fuerte carcajada—. ¿Olvidaste cómo se come?

—¿Qué cree que está haciendo? — susurra en mi oído mientras todos nos miran y su madre no puede parar de reírse.

—Yo estoy comiendo y contando nuestra historia de amor, ¿acaso no es obvio? Además, deja de hablarme así, mi amor. Eres un novio muy frio y seco.

—No te hagas la graciosa, Aria.

—Uy, cómo se oye de diferente y bonito, ¿no crees? — llevo la cuchara a mi boca y sonrío—. Eres demasiado amargado, King Kong. ¿Cómo es que tu familia es tan diferente a ti?

—Come en silencio — se endereza en su silla y noto su rostro colorado.

«Vaya, quien diría que él se sonrojaría así tan de repente».

—Sobre todo las manos, ¿no, Aria? — el comentario de la Sra. Evelyn me ruboriza, pero me hace reír.

«Ella entiende de lo que hablo, ¡joder!».

—Evelyn — su esposo la mira con los ojos bien abiertos y las mejillas tan rojas como las de su hijo.

«Son dos gotas de agua»

—¿Qué? — le dice ella, mordiendo su labio inferior y riendo.

—¿Ves lo que provocas con esa boquita tan floja que tienes? No sé qué estaba pensando al traerte aquí.

—Demostrar amor frente a los demás no tiene nada de malo, lo que pasa es que eres demasiado amargado para ver más allá de tus narices. Aun teniendo unos padres que se dicen el amor que se tienen con una sola mirada, no lo has entendido todavía.

El amor con el que se miran sus padres me recuerda al de los míos. Extraño todo lo que compartía con ellos. ¿Cómo es que Dylan no siente un poco más de afinidad con los demás y al parecer con su propia familia? Apenas los abrazó cuando llegó.

—Deja de jugar que te recuerdo que no estamos de vacaciones, Aria.

—Un poco de diversión no es malo, ¿o sí?

—Tú y yo no somos nada — recalca y suelto una risita.

—¡Gracias al cielo que no! — grito y todos nos miran—. Lo siento.

—Mañana es mi cumpleaños, ¿te gustaría acompañarnos al centro comercial...?

«Claro que sí me gustaría salir de la rutina a la que todavía no me acostumbro, pero el mico de tu hermano no va a permitirlo».

—No puede — Dylan la corta de inmediato.

—¿Por qué no puede venir? Mamá va a comprarme ropa y Rachel también vendrá con nosotras.

—No puede ir, así que no insistas más.

—¿Qué te pasa? — le dice su padre y bajo la cabeza sintiéndome mal—. Aria es quien debe decidir si va o no por sí misma, no tú. Además, ¿qué es esa manera de hablarle a tu hermana?

—Lo siento, papa, pero Aria no puede ir.

«Esto fue un error, lo único que estoy ocasionando con mi presencia son problemas con su familia. En lugar de disfrutar de ella, tiene que protegerme a mí».

—¿Tú quieres ir con nosotras? — Rachel me pregunta directamente y sonrío con los dientes de atrás.

—Me encantaría ir, pero Dylan va a llevarme a un lugar secreto o algo así, no estoy segura.

—¿Vas a llevarla a...?

—Es una sorpresa, princesa — besa su mejilla y le susurra algo al oído que la hace reír—. Hemos tenido un viaje largo, por lo que estamos sumamente cansados.

—Supongo que no tienen problema en compartir la habitación, ¿no?

—¿N-no hay otra habitación?

—¿Cómo vas a dormir en otra habitación cuando desde hace mucho compartimos la misma? Mi habitación queda en el sótano, así que... — su mirada lo dice todo, haciéndome sentir sumamente avergonzada.

«¡Qué pervertido más delicioso!».

—Esas cosas no las queremos saber, hermanito. Vayan a hacer lo suyo.

—¡Rachel! — su padre se contiene para no reír.

—Que vayan a descansar. ¿No ves sus caras? Están que se descansan.

—Muchas gracias por la cena. Todo estuvo realmente delicioso. Cocinas muy bien, Sr. Dorian.

—Quítame el señor, por favor.

—De acuerdo. Muchas gracias por todo y por dejarme quedar en su casa.

—Es con todo gusto, linda.

Dylan toma mi mano una vez más frente a todos y me guía hasta su habitación. Su espacio lo imaginé muy diferente. Tiene muchas medallas y un sinfín de fotografías de cuando prestó servicio militar. Incluso en una de las paredes hay una infinidad de armas de diferentes tamaños.

—¿Son reales?

—Sí.

Intento bajar las escaleras, pero me detiene con el halón que me da por la muñeca, quedando muy cerca de mí. Me acorrala entre su cuerpo y la pared llena de sus medallas.

—¿Qué estás haciendo?

—Si te hice sentir mal allá fuera, perdóname, pero sabes que no puedes exponerte. Que estemos aquí, no quiere decir que no exista peligro.

—Lo sé, además de que no quiero poner en riesgo a tu familia.

—No sé si está bien o no — mira mis labios un instante y muerde los suyos.

—¿Qué cosa?

—Esto... — cuando creo que va a besarme por la cercanía de su rostro, se separa de mí y sale de la habitación dejándome con una ola de dudas en la cabeza y el corazón muy acelerado.

«¿Está mal haberme traído a su casa o qué otra cosa iba a decir?». 


Tentación Prohibida(EN FÍSICO)[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora