EPÍLOGO

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Acostumbrarme a estar sola fue mucho más difícil que cuando tuve que adaptarme a pasar cada segundo del día con un completo desconocido. Hay noches en las que no puedo conciliar el sueño, por el simple hecho que necesito de sus brazos para poder descansar en paz.

Sin Dylan a mi lado todo lo hermoso y que creía color de rosa se transformó en un gris absurdo. Los días y las noches sin escuchar su voz y sentir su calor es un infierno. Lo necesito cada segundo que pasa, pero debo ser paciente y esperarlo con calma, porque no hay nada que pueda hacer.

Siento que cada día que va pasando y no regresa a mí la paciencia se me agota. Incluso esperar por una carta o un correo electrónico es una tortura y un desespero que no se puede  describir. Pueden pasar dos, tres e incluso cuatro meses en los que no sé nada de él. Este último año he sentido su presencia cada vez más lejos de mí y mi corazón no lo soporta por más tiempo.

Esta angustia que cargo día tras día ya no me deja vivir, lo único que me mantiene cuerda y no me permite rendirme son mis estudios. Medicina no es una carrera sencilla de llevar, me consume diariamente, pero de ese modo no tengo la mente tan revuelta.

Portland dejó de ser ese lugar al cual podría acostumbrarme. Si elegí vivir aquí fue por él, para que pudiera estar cerca de sus padres y de mí a la vez, pero ¿ahora de qué me sirve si está a cientos de kilómetros de ellos y de mí? A veces me levanto con la necesidad de volver a casa con mis padres, más no lo hago porque independizarme hace parte de este proceso llamado vida. Y, aunque no esté con Dylan, me gusta ver por mí misma.

Los padres de Dylan me llaman todo el tiempo. Ellos son tan buenas personas, siempre preocupados por mí y por lo que le pueda pasar a su hijo estando lejos de su hogar. Al igual que yo, no ven la hora de que regrese con nosotros a salvo.

Su hermana Rachel se ha vuelto mi única amiga. En ella encontré una amistad sincera y bonita. Nos brindamos la confianza necesaria y no hay momento del día que no estemos juntas, ya que vamos juntas a la misma universidad. Verla a ella, sus bonitos ojos y esa sonrisa tan encantadora me lo recuerda mucho.

Han sido dos años largos en los que mi amor por él no ha muerto ni un poco. No puedo dejar de amarlo ni mucho menos de pensarlo. Ni siquiera me he tomado el tiempo de olvidarlo porque nunca lo podré hacer. Aunque fueron cuestión de meses, él supo instalarse en mi corazón para siempre.

Lo extraño con una intensidad que me resulta sofocante. Quisiera poder traerlo de vuelta yo misma, pero la vida no funciona así. Él está cumpliendo su mayor sueño y no puedo ser tan egoísta cuando yo estoy haciendo también lo que siempre he soñado. Lo único que deseo es que todo vaya bien y regrese lo más pronto posible a mí.

He investigado sobre el tiempo que dura el despliegue de tropas, pero no hay un tiempo determinado. Todo depende por el motivo que los solicitaron y la misión que estén cumpliendo. Solo me queda esperarlo, aunque viva triste y muy sola.

***

Después de largos meses hoy podré ver a Dylan. No me importa si es a través de una pantalla, pero podré verlo una vez más y asegurarme de que se encuentra bien. Recuerdo que hace cinco meses que lo vi lloré como niña pequeña al saber que se encontraba bien. Se veía tan guapo y sonriente, matándome poco a poco con esa mirada que me dedicó.

Me apresuro a guardar mis libros en mi maleta. Debo ir a mi apartamento, cambiarme lo más rápido que pueda para ir a casa de sus padres. Sé que ellos merecen verlo más que ello, pero yo también necesito verlo y saber que en su mirada existe la misma extrañeza y amor.

—¿A dónde vas con tanta prisa? — Joseph, mi compañero de clase,  me detiene en medio del pasillo y maldigo para mis adentros.

—Tengo algo muy urgente e importante que hacer — trato de pasarle por el lado, pero sujeta mi brazo.

Tentación Prohibida(EN FÍSICO)[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora