Oportunidad

553 99 3
                                    

—¿Qué demonios está pasando entre ustedes? — el padre de Aria nos obliga a separarnos y maldigo en mis adentros—. Es mi hija, Dylan. ¿Es así como me pagas esa confianza que desposité en ti?

—Ay, papá, no empieces, ¿sí? Creo que ya estoy lo suficientemente grande para elegir con quién estar y con quién no. No hace falta que formes todo un problema de esto, si ya todo está muy claro.

—Entonces, ¿así va a ser siempre? Un día con uno y al otro, te buscas alguien más.

Tengo toda la intención de golpearlo, pero Aria se da cuenta y toma mi mano con fuerza.

—¿A ti qué te sucede? Cuida muy bien las palabras que estás soltando sin pensar, Arthur. Estás hablando de mi hija, no de cualquiera — la Sra. Preston suelta el brazo de su esposo y se acerca a Aria—. No nos debes ninguna explicación, mi amor. Es solo que, resulta sorprendente para nosotros. Aunque era de esperarse luego de estar cada segundo del día juntos.

—¡Claro que nos debe una explicación! ¿Qué es lo que te pasa, mi amor? Aria aún es menor de edad y no puede ir por la vida haciendo lo que quiera.

—No pienso discutir contigo sobre este asunto, ¿de acuerdo, mi amor? — la mujer sonríe con las muelas de atrás, conteniendo todo lo que en realidad quiere decirle—. Estamos en público, además, hemos venido a saber cómo se encuentra la única persona que estuvo cuidando de nuestra hija el tiempo que tú y yo la dejamos sola.

—Fue por protección, te lo recuerdo — el Sr. Preston me mira de reojo—. Yo lo veo de maravilla. No veo que se esté quejando ni mucho menos tirado en una cama como pensábamos — su comentario hace reír a mis padres—. Ven aquí, Aria.

—Te guste o no, me quedaré con Dylan hasta que se recupere por completo.

—¿Volvemos a lo mismo? Puedo pagar por una enfermera o lo que sea para que lo cuide, pero tú vienes a casa con nosotros.

—Te estás comportando como un estúpido jovencito, Arthur — lo fulmina con la mirada, antes de dedicarme una sonrisa brillante y hermosa—. Te pido una disculpa por todo esto, Dylan. Mi esposo ha estado bajo presión desde hace mucho y no tiene ni la menor idea de lo que está diciendo. ¿Cómo está tu herida?

—Entiendo la posicion de su esposo, después de todo, tienen una hija muy bonita y si yo fuera su padre, tampoco dejaría que cualquiera se le acercara — levanto mi brazo derecho y sonrío—. Como se debe dar cuenta, Sra. Preston, solo mi hombro se vio comprometido, pero no fue más que un rasguño. En un par de días estará como nuevo.

—Agradezco de corazón lo mucho que has cuidado de mi hija durante este tiempo.

—Solo hacía mi trabajo — miro a Aria y entrelazo nuestros dedos—. Su seguridad es lo más importante para mí.

—Tú y yo tenemos una conversación pendiente, Montoya.

—¡Papá, ya déjalo, por favor!

—Claro que la tenemos, Sr. Preston.

—Bueno, será mejor que vayamos a casa. Nos hace falta descansar, olvidar lo que sucedió y llevar la fiesta en paz. Mi casa no es un palacio, pero es acogedora y están todos invitados — mi madre se abraza a mi padre—. Una cena es lo único que les puedo ofrecer.

—Aceptamos, Sra. Montoya. Gracias por su hospitalidad.

—No hay de qué — le resta importancia—. Vamos.

Mi padre me da una mirada divertida antes de salir de la clínica.

Me sorprende demasiado que Aria no suelte mi mano y decida venir conmigo en el auto de mi madre, por más que su padre le insistiera que fuera con ellos. Mi corazón se siente tranquilo, aunque late de prisa ante esas acciones tan inesperadas.

«¿Podría ella estar enamorada de mí». La idea de pensar que exista un sentimiento mucho mayor que la atracción pone a mi corazón como loco. Un gusto pasajero no es lo mismo que uno que se establece y se transforma en querer.

«Estoy mal de la cabeza si estoy pensando en que ella me quiere. Es decir, a penas si estamos aceptando el gusto como para que haya un sentimiento tan fuerte entre nosotros».

Pero mi pecho se siente cálido con su compañía, los besos que me dio frente a sus padres y una simple tomada de manos. No puedo creer que me sienta tan extraño, pero bien al saber que ella se preocupa por mí.

«¿Podría mi madre tener la razón? En ese caso, ¿qué es lo que esta chiquilla me hace sentir en realidad? ¿Se trata de un gusto pasajero o algo más?».

Si se tratara de algo momentáneo no la tendría tan metida en el pensamiento o con la idea de borrar al resto del mundo y robar esa boca que tan bien sabe devorarme. Tengo el frenético deseo de hacerla mía justo ahora, recorrer cada centímetro de su piel y apoderarme de sus adentros como la noche anterior.

—Tengo ganas de hacerte mi mujer — le susurro al odio y me mira con sus mejillas rojas.

—Tienes novia por si lo olvidas, mentiroso — resopla—. Eres tremendo actor, ¿eh?

—Sí, tengo una novia bastante bonita y que me trae de cabeza.

—Deberías ir con ella — suelta mi mano y aguanto las ganas de reír—. Supongo que esa Barbie de plástico sabrá cuidarte bien.

—¿Espera un minuto? ¿Acaso eres de plástico? — tomo su mentón, acercando mis labios a los suyos—. Deberías ir con el cirujano, pues de adelante te falta bastante tamaño.

—¡Eres un imbécil!

—Pero así me fascinan — le robo un corto beso y la miro directamente a los ojos—. No es una cita romántica, ni mucho menos es el mejor de los escenarios, eso sin contar que mis padres están de testigos, pero ¿podrías darme una oportunidad, mi hermosa lapa? Lo único que puedo jurar con la mano en el corazón, es que quiero explorar tus adentros de manera profunda y hasta que la vida diga basta. Me encantas tal cual eres y no te haces una idea de lo mal que me tienes de la cabeza. ¿Aceptarías salir con este idiota que no sabe si quiera como confesar sus sentimientos de la mejor manera?

—¿Cómo negarme, si eres románticamente bello? — sus ojos brillan en demasía—. Dylan, creo que me estoy enamorando de ti.

—¿Lo crees? — mi corazón se acelera—. ¿Cómo que lo crees?

—Ya llegamos — mi padre nos interrumpe y suspiro profundo—. Baja del auto antes de que tu suegro te convierta en puré, hijo.

—Que lo intente — ignoro las risas de mis padres y me centro en Aria—. Ahora sí, ¿en qué estábamos tú y yo?

—Dejemos esta conversación para después y cuando estemos solos, ¿sí? Ahora ve a darle la cara a tu suegro, porque no se ve nada feliz con la idea de ver a su hija con King Kong.

—Te cobraré esta, pequeña lapa.

Lo cierto es que no tengo ni la menor idea de lo que voy a decirle al Sr. Preston, pues no soy muy bueno con las palabras. Dudo mucho que mi sinceridad con respecto a lo que quiero de su pequeña le resulte agradable de oír.

Tentación Prohibida(EN FÍSICO)[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora