Extra #4.

282 33 14
                                    

Lo que estaba haciendo, ¿Era correcto? No se sentía de esa manera, pero tampoco creía poder quedarse con aquella duda que lo estaba mortificando desde hace varias semanas atrás. ¿Cuál era la probabilidad de tener una respuesta positiva? ¿Cómo iba a reaccionar si fuera de esa manera? Se encontraba abrumado, no sabía que pensar o desear, le aterraba cual fuera de las dos respuestas posibles.

Esperaba en el pasillo por los resultados de laboratorio, sintiéndose cada vez más nervioso mientras las personas frente suyo recibían sus resultados y salían rápidamente de ahí. ¿Estaría preparado para saber la verdad? ¿Estaría listo para despejar todas sus dudas?

—¿Señor Cayden?—La recepcionista salió con un par de sobres, siendo el primero el suyo.

—¡Aquí!—Se apresuró para tomarlo, y con una sonrisa de agradecimiento salió de ahí con paso apresurado.

Se dirigió al estacionamiento donde había dejado su auto, subiendo de forma rápida y viendo sobre entre sus manos temblorosas. No prendió el  auto, pero tampoco se atrevió a salir de ahí antes de poder despejar todas sus dudas, el detalle era que ninguna parte de su cuerpo cooperaba y ya sentía aquel nudo molesto en su garganta, haciéndole difícil de pasar la saliva y el gran temblor que sus manos sufrían.

—Por favor...—Pidió en tono bajo, armándose de valor para abrir el sobre con los resultados.

Dejó el sobre sobre el tablero mientras desplegaba las hojas donde se encontraban los análisis que hace unos días había mandado a realizar; Leer su nombre junto al de Lucas se sintió incorrecto, inclusive ilegal en cierto modo, pero no lo detuvo a seguir leyendo.

Llegó a la última parte del resultado, leyendo la leyenda remarcada que tanto estaba esperando ver.

Probabilidad de paternidad: 99.99%

Se quedó observando el resultado, arrugando el papel conforme mayor presión ejercía, leyendo y releyendo la misma leyenda que cambiaba todo el panorama que tenía. Todas sus suposiciones habían sido acertadas, sin saber como reaccionar, la mezcla de emociones haciendo una extraña fusión en su pecho a tal grado que quemaba, haciéndolo agonizar.

Sus ojos se empañaron, los números se deformaron conforme la realidad le golpeaba y el papel cayó en seco sobre su regazo, sosteniendo el volante como si fuera una salvación a la cual aferrarse. ¿Por qué tenía que enterarse de esa manera? ¿Por qué Masie no había sido sincera desde el primer momento?

Todo cobraba sentido, desde el extraño comportamiento de Masie cada que se veían en su casa, hasta el padre ausente de Lucas. No quería indagar, pero su lado curioso había salido en cuanto se enteró que Masie ya no estaba sola, ahora tenía un hijo después de tantos años en los que no se habían visto. Se había sentido desplazado, porque aunque el tiempo pasara, no había podido borrar sus sentimientos por él, pero verla con un pequeño niño que se aferraba a ella solo le hacía ver que había seguido con su vida y que el padre de ese niño era afortunado de tenerla a su lado, porque tenía que ver alguien ¿No? Esa había sido su primera suposición. Pero recordaba las fotos, en ninguna aparecía algún hombre cercano a Lucas, tampoco había escuchado una sola mención de él.

Pero lo que más lo había inquietado fue cuando descubrió su edad, siendo la misma cantidad de años en los que Masie se había alejado de él, y haciendo cuentas parecía cercana a la fecha de aquel día. Había querido apartar todas esas supocisiones y pensar en que solo se encontraba agotado y queriendo justificar su partida, pero cada día que pasaba trabajando a su lado y en todas las veces en los que se había encontrado con Lucas sentía una emoción golpeando contra su pecho, un amor inexplicable y aquel deseo de protegerlo, como si pudiera proyectarse a través de él.

Quería llorar, se sentía decepcionado y confundido, ¿Por qué huir? ¿Por qué ocultárselo? ¿Qué había hecho él para merecer ser alejado de la propia vida de su hijo sin siquiera saberlo? Aventó el papel sobre el tablero junto al sobre, como si estos quemaran contra su piel y las primeras lágrimas salieron de sus ojos, empapando sus mejillas en cuestión de segundos. Sabía que necesitaba tranquilizarse, aún tenía que volver al trabajo y aparentar que no había descubierto una verdad de esa magnitud, aparentar estar bien y que podía seguir estando compartiendo el mismo espacio que Masie, pero de solo pensarlo sentía que se ahogaba, ¿Cómo podía fingir que no le afectaba?

Su celular sonó sobre el portavasos, dejándolo timbrar hasta que dejaron de insistir, manteniendo su frente recargada contra el volante y buscando la voluntad suficiente para volver a la oficina. Trató de calmarse, trató de no seguir atormentándose con preguntas, por lo que se apartó del volante y se recargó contra el respaldo del asiento, limpiando su rostro contra sus manos temblorosas y vió por el espejo retrovisor si podía seguir viéndose presentable al llegar. Contó hasta tres antes de soltar un suspiro y prendió el automóvil, dispuesto a salir de ahí antes de que en la oficina cuestionaran su ausencia.


(...)


Subió por el ascensor, viéndose discretamente en todos los reflejos que se encontraba para ver si se veía bien y no como si se la hubiera pasado llorando encerrado en su automóvil. Estaba por pasar de largo para irse directamente por el pasillo cuando vió a la chica de recepción con gesto preocupado y sosteniendo el celular contra su pecho, viendo al lado contrario de su oficina, por el pasillo donde se hacían las reuniones.

—¿Sucede algo, Amara?—Cuestionó una vez que se acercó, guardando sus manos en los bolsillos de su gabardina. 

—Oh, señor Cayden. En estos momentos aún está llevándose a cabo la reunión donde la señorita Masie está a cargo, pero acaba de recibir una llamada de la escuela de su hijo, el detalle está que no puede dejar la reunión y es de urgencia que vaya por él.

Se sorprendió ante sus palabras, ¿Por qué era tan importante que lo recogiera?—¿Acaso le pasó algo a Lucas?

No supo responder a eso.—Está en enfermería porque se empezó a sentir mal, además que inició con un sangrado nasal por lo que estaba en observación esperando a que lo recogieran.

No lo pensó mucho, una nueva necesidad se instaló en su pecho y sin pensarlo dos veces se preparó para salir de nueva forma de la oficina.

—Está bien, yo lo voy a recoger porque esas reuniones suelen tardar demasiado, y el estado de Lucas no puede esperar.

Amara se sorprendió, asintiendo.—Uh, está bien. Déjame darte la dirección y llamar para avisar que tu lo recogerás para que no tengas problemas.

Salió de la oficina de forma apresurada mientras volvía a su auto y se dirigía hacía la escuela de Lucas con un malestar en su pecho. La preocupación crecía en su pecho, y la necesidad de saber que no era nada grave le mortificaba, pero cuando se detuvo en el semáforo antes de llegar, recordó los papeles sobre el tablero y los guardó en su maletín con cuidado, no necesitaba que nadie más se enterara de su situación.

Aparcó lo más cerca posible, saliendo apresurado hasta la entrada de la escuela donde le solicitaron identificarse y el motivo de su visita antes de poder darle acceso.

—Buenos días, vengo por mi hijo, me comunicaron que se sentía mal así que salí del trabajo para ver como se encontraba.

—¿Nombre del alumno?

—Lucas.—La respuesta ante su pregunta se sintió extraña pero agradable.

Cuando confirmaron por llamada de quién lo recogería, había omitido el detalle que resaltó ser el padre, por lo que sintió un alivio pensando que volviendo Amara tuviera que interrogarlo. Con paso firmo y un asentimiento, entró en busca de Lucas, en busca de su hijo.

➵ Love never felt so good ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora