Parte 2

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El sol golpeaba fuertemente a mis ojos impidiéndome poder dormir, ayer hubo una tormenta y hoy un sol muy caliente.

El profesor explicaba unas cosas en el pizarrón, realmente son cosas tan obvias que creo que no necesitan explicación, pero ahí van las chicas con mejores notas de la clase a preguntarlas, por algo deben tener buenas notas ¿no?

Intente volver a dormirme, recostando mi cabeza sobre la mesa, pero un compañero me sacudió como si estuviera en la puerta la Reina Isabel (que en paz descanse), mejor digamos Mirtha Legrand. Levante mi rostro, quitándome uno de mis auriculares.

Por la puerta se asomo una chica, de cabello ondulado y castaño, traía unos jeans sueltos y una chomba blanca, parecía uniforme de escuela, aunque podría ser un buen oufit (como dice mi hermana) para ir a tomar un café.

El profesor saco a la chica al pasillo a hablar, aunque no lográbamos escuchar el tema de conversación, se podía notar por los gestos del rostro de él, que la estaba reprendiendo, después de su notable inconformidad, la dejo pasar.

-Chicos, préstenme atención por favor – los simios que estaban en el curso centraron su mirada en la chica que estaba al frente- ella es Arias Luz, su nueva compañera- todas las miradas pasaron de estar en ella a estar en mí, porque sí, me apellido Arias.

Sentí un buen golpe por la espada, no tuve que voltear a ver que quería, porque era obvio.

-Alumna siéntese al lado del joven Arias, quizás son familia y se pueden conocer- la chica sin gesto alguno se sentó a mi lado.

-Siguiendo con la clase... - el profesor continuo, pero ya nadie le prestaba atención, sin mencionar a la chica que estaba a mi costado, saco un cuaderno y comenzó a anotar todo lo que estaba en el pizarrón y resolvió las ecuaciones matemáticas que hasta ahora nadie logro hacerlo sin ayuda de apuntes.

Era una chica misteriosa, pero no el típico cliché, esta era realmente indescifrable. Por su forma de vestir se podría decir que es nena de casa, pero su cuaderno, lápices y uñas eran negras, al estar observándola pude notar que todavía llevaba sus auriculares puestos ¿será sorda?

Le di unos pequeños golpes en su hombro, nada, ni siquiera se inmuto, solo seguía escribiendo. Le volví a dar unos golpes, aunque esta vez un poco más fuerte, volteo su cabeza en mi dirección, le señale sus auriculares y luego los míos, para que pueda entender.

-oh, lo olvide. Gracias- me dio una leve sonrisa quitándoselos y guardándolo en la cajita, donde al parecer los dejo cargando. No pude escuchar bien su voz porque fue un susurro.

Tenia tantas ganas de poder descifrar el misterio que ella era, pero no lo lograba.

-Arias – grito el profesor.

- ¿Sí? - cuestionamos ambos.

- Joven Arias, a partir de hoy lo nombraremos por su segundo apellido, Quijije – la clase estallo de risas. No me quedo de otra que asentir.

Durante el resto de la clase solo seguí con mi rutina, escuchar música y dormir.

Me desperté cuando sentí una pequeña caricia en mi espalda, seguida de un fuerte zamarreo. Todos estaban con sus mochilas marchando para afuera, todos excepto mis amigos, quienes eran los causantes de los movimientos bruscos.

Tome mi mochila e imite a mis compañeros, recibí una llamada de mi papá la cual respondí.

-Hijo, hoy no podremos ir a buscarte, ¿podes venir en colectivo?

-Sí, pero ¿puedo ir al centro primero?

- ¿Con quién? ¿Conseguiste amigos?

-La verdad muy gracioso- conteste sarcástico – necesito inspiración.

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