Capítulo 3. Osadía

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La señora Sheng había llamado en el camino y le había dicho que su marido se había atragantado mientras comía mariscos en un restaurante, había sido llevado al hospital pero Dios sabía que de esta, no podría librarse. Así que murió en el camino al hospital, bajo el presunto de intoxicación. Nada de veneno o cosas raras.

Mobei se sintió satisfecho consigo mismo.

Llegó al anochecer a la ciudad más próxima a su casa, en el camino su mal humor combinado con su jaqueca habían disminuido lo suficiente como para dejarle muy cansado. No se lo pensó demasiado y se estacionó afuera de un bar que solía frecuentar.

El ambiente por lo general era muy relajado ahí, no había demasiados borrachos y los que llegaban a tal estado de embriaguez eran invitados a largarse. El dueño del bar era conocido de Mobei y hasta podía decirse que se llevaban bien, pero ese día no estaba atendiendo como solía hacer, en cambio estaba una chica que atraía miradas lujuriosas de todos.

A Mobei no le podía importar menos quien atendía o eso pensó hasta que pidió un whisky y la niña le sirvió uno de los más baratos y desabridos que tenían.

Alzó la ceja y la niña le sostuvo la mirada como retándolo a que dijera algo.

-Cámbialo. -ordenó con voz firme pero ni con eso logró que la chica bajara la vista. Mobei no se iba por la vida intimidando a las personas, mucho menos a las jovencitas como ella. Aunque eso no quitaba el hecho que muchas personas más sí quisieran intimidarlo a él o retarlo con la mirada por diversión, por morbo o por lo que sea, Mobei por un segundo se preguntó si esa chica sería de ese grupo selecto.

La niña testaruda le hizo caso a regañadientes y le sirvió otro vaso de whisky, no necesitó mirarlo dos veces para saber que era de mejor calidad. Le agradeció y la chica se fue a atender a otro cliente.

-Y pensar que eres así de remilgoso para la bebida. -canturreó una voz a su lado, Mobei casi deseo no ser capaz de reconocer esa voz tan rápido. Por reflejo se concentró en el peso que tenían su pistola dentro de su saco y la posición vertical de su navaja dentro del estuche de cuero.

Midió las distancias entre la persona y él, además registró en su memoria cuántas personas había en la sala y la posición de las cámaras que ya se sabía de memoria. Todo eso era un registro de rutina que había aprendido con tan solo ocho años y que le había salvado el pellejo unas cuantas veces.

Para ser honestos, no pretendía llevarlo al extremo con esa persona y mucho menos en ese bar donde era conocido por el dueño.

-¿Mn? ¿No hablas hoy, Mobei?

-¿Qué diablos quieres, Qinghua?

-Aiya, vengo en son de paz. -le hizo una seña a la chica detrás de la barra y siguió hablando. -Vine a tomar unos tragos y te encontré aquí.

Mobei difícilmente creía en las coincidencias siendo él la mayoría de la veces que provocaba la muerte de alguien debido a un accidente, por no mencionar que la excusa de Shang Qinghua era tan barata que ni siquiera hacía falta pensar dos veces en ella.

-Una cerveza oscura -pidió y se sentó en el taburete a su lado-. Entonces, Mobei, ¿Ya estás pensando si deberías volver a rechazarme el martes?

-Estoy planificando donde debería enterrar tu cuerpo.

Shang Qinghua se rio negando con la cabeza.

-¿Y por qué no me has matado hasta ahora? -mantenían volumen de voz baja, pero fue obvio que esa última frase fue dicha con algo de picardía.

La cerveza de Qinghua llegó, él le agradeció a la niña testaruda y le dio un trago directo de la botella.

-Porque no he tenido tiempo de encargarme de limpiar después de que lo haya hecho.

El novelista y el astrofísico  [MoShang][Completa].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora