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—Tu rendimiento ha bajado mucho, Chan Yeol. Creo que no estarás listo para la competencia que se avecina. Es mejor que tomes tus cosas y vayas a casa —avisó el entrenador, siendo lo más apropiado debido a su fatigado estado. Se veía muy desalentado en las prácticas y por poco se ahoga una vez como si fuera un principiante.

—No, entrenador. Yo estoy bien —respondió, rehusando tal orden e ignorando su condición.

—No, Park —negó—. Tú no estás bien. Sé qué has pasado por un cambio duro en tu vida y debes procesarlo con calma. Algo que no has hecho. Y mírate, si sigues así, podrás perder más adelante la oportunidad de ir a las nacionales. Tienes catorce años recién y queda solo un año para prepararte. Es mejor que descanses unos días, tal vez, semanas, lo que sea necesario para que no eches todo tu esfuerzo de años a la borda.

Chan Yeol no supo qué responder o quizá no quería hablar de ello. Solamente hizo caso, se dirigió hacia los camerinos para cambiarse, guardar sus cosas y volver a casa. Tirarse boca arriba en su cama y con una mano hecha puño golpear el colchón con mucha frustración mientras su otra mano yacía cubriendo sus ojos que habían empezado a brotar lágrimas.

—Es verdad, ¿qué dejarás de nadar? —le preguntó Baek Hyun cuando invadió su espacio personal para no seguir siendo una especie de acosador en los arbustos. Lo abordó justo cuando le vio saliendo del recinto de deportes. Había escuchado la conversación de dos miembros del equipo de Chan Yeol mientras le esperaba. Ellos comentaron sobre que se iba a retirar de los entrenamientos.

—No es de tu incumbencia —respondió, serio y evitando alguna especie de charla, por lo que siguió caminando con cierto apuro.

—Espera, espera, no camines tan rápido —pidió Baek Hyun, tratando de seguirle el paso—. No deberías hacerlo. Pienso, que no deberías hacerlo.

—No te entrometas —dijo, deteniéndose justo en una avenida a la espera del cambio de semáforo.

Baek Hyun exhaló y calmó su agitado corazón. Sí que estaba fuera de forma. Necesitaba tener más carrera.

—Ya no me sigas, vete. Déjame y vete —le pidió, con un tono cansado, pues no tenía fuerzas para lidiar con nada.

—Es injusto —comentó, dejando oír una voz débil. Hasta llevó una mano a sobarse un ojo.

Chan Yeol le miró y sacudió la cabeza hacia ambos lados en negación. Estaba empezando a darle cierto dolor de cabeza por los ruidos a su alrededor que lo aturdía. No midió su temperamento. Lo que hizo. Lo que ocurrió. Se encontraba cansado. No comía bien. No tenía ganas de nada. Ni fuerzas. Solo dejó oír lo que tenía para decirle con una gran molestia y tristeza.

—¿Es injusto? ¿Dices que es injusto? ¿Acaso no te acuerdas de ese día? ¿Por qué dejé de juntarme contigo? Tú... Tú... ¡Arruinaste a mi familia! La imagen que tenía de mi padre la manchaste. ¡Te desteté! ¡Te detesté por mucho tiempo!

Los ojos de Baek Hyun se pusieron rojos a medida que ciertas lágrimas amenazaban con escapar.

—Tú, tan feliz... ese día, diciendo... que mi padre era tu padre. No quería creerlo. No, no quería. Pero, los vi, juntos. Como lo saludabas y él iba a tu casa. Salían con tu madre. Yo... No quería pensar que mi padre tuviera otra familia.

—Chan Yeol... —pronunció, con lágrimas resbalando por sus mejillas, por su confusión ser esclarecida después de tanto—. Has entendid-

—Solo, déjame y vete —volvió a pedir, para cruzar la pista, sin esperar escucharlo mientras se limpiaba las pocas lágrimas que dejó salir y echando a correr para que Baek Hyun no le siguiera.

Seamos felices juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora