VIII

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—Así que necesitan mi ayuda para eso.

—No creas que solo por eso eres especial ahora, lo hacemos porque no hay más opciones.

Severus y Lucius habían localizado en interceptado a Dumbledore en un lugar apartado para hablarle sobre la inusual "propuesta" que tenían para el, lo que también implicaba explicarle que había pasado para llegar a ese punto.

—¿Todo esto por tu falta de confianza en Lucius? No es por ser grosero pero estas actuando un poco infantil Severus.

Dumbledore soltó una carcajada divertida, mientras los dos contrarios lo veían con odio. Realmente no se sabía quien le tenía más rencor.

—Deje sus payasadas y empecemos de una vez con esto. —Escupió Lucius irritado.

El de barba blanca miro sonriente a los dos hombres con sumo cuidado y soltó una pequeña carcajada antes de acomodarse bien sus gafas de medialuna.

—Te recuerdo, Lucius. Que yo no he aceptado aún su pequeña peticion.

Los dos se quedaron mudos, mirando con desprecio al viejo que solo tenía una tonta sonrisa en su rostro. Como si no pudiera hacer otras expresiones faciales.

—Bueno, esta bien. Supongo que no puedo decir que no.

Severus suspiro agotado y miro a Lucius de reojo, esperando que este dijera algo. Pero al no obtener alguna respuesta solo observo cómo Dumbledore sacaba su varita.

—Muy bien caballeros, supongo que ya saben que hacer.

Los dos adultos se giraron para mirarse directo a las caras y, con cierto temblor en las manos, se agarraron de la muñeca del otro.

El más viejo colocó la punta de la varita entre la unión de las dos manos. Severus miro nervioso a Lucius, quien parecía más pálido de lo usual.

—Juras, Lucius Malfoy, el no traicionar ni utilizar la confianza de Severus en su contra ¿Incluso si eso pone en riesgo tu imagen?

El Rubió trago duro antes de responder temblorosamente.

—Lo juro.

Un fino hilo de luz se entrelazo en los brazos de los dos hombres.

—¿Juras no revelar ni profanar los secretos que ahora se te confieren?

—Lo juro.

Otro fino hilo de luz se entrelazo en los brazos de los hombres. Dumbledore hizo una pausa dramática antes de decir la última pauta del juramentó, Severus y Lucius estaban sudando frío y se miraban fijamente a los ojos.

—Por último, juras siempre proteger y apoyar a Harry, ¿Hasta que Voldemort desaparezca para siempre?

Lucius sintió un escalofrío al escuchar aquel nombre, con la garganta seca volvió a hablar, aliviado de que ya todo ese proceso se iba a terminar.

—Lo juro.

Un tercer hilo se entrelazo en sus brazos, para que estos luego desaparecieran. Los dos hombres soltaron el agarre, estaban incómodos y abrumados. Dumbledore solo sonrió y guardo su varita en su túnica.

—Bueno caballeros, si eso es todo... Me despido, tengo cosas importantes que hacer.

—Como probar todos los sabores de helado del Caldero Chorreante... —Murmuro Lucius enfadado.

~

Los niños estaban jugando ajedrez en la sala, fue peticion de Lucius puesto que no quería que su hijo fuera un estúpido, si iban a perder el tiempo que fuera jugando algo que requiera inteligencia.

—¡Volví a ganar!

Draco llevaba una racha impresionante de ganadas, pero era más que todo porque Harry no prestaba atención a sus movimientos y le aburría aquel juego.

—Que aburrido...

Severus estaba tomando una taza de te con una cantidad considerable de plantas tranquilizantes. Realmente toda la situación lo estaba llevando a la locura.

Los dos niños estaban acomodando las piezas del ajedrez cuando Lucius entró en la sala, tenía su característica cara de "Mírenme tengo mucho dinero".

—¿Se divierten?

Los dos niños asistieron por inercia aguantando sus bostezos de aburrimiento.

—Papá ¿Podemos salir al parque? Ya jugamos mucho ajedrez...

—No Harry, es muy peligroso.

Severus le alcanzó una taza de café a Lucius, quien la bebió como si fuera agua mientras miraba por la ventana. Se le notaban los nervios, cualquier cosa lo haría explotar.

—Pero sólo será un rato...

El pequeño Harry no pudo terminar su frase, pues fue interrumpido por el rubió adulto.

—POTTER HAZ EL MALDITO FAVOR DE HACER SILENCIO, POR AMOR A MERLIN.

Harry cerro la boca al instante, frotándose los ojos tratando de apaciguar sus ganas de llorar, mientras Draco le daba unas palmadas en la espalda.

—Vamos Harry, juguemos ajedrez arriba, me canse de estar aquí...

Los dos pequeños recogieron el tablero y subieron las escaleras, apenas se fueron, Severus agarro bruscamente de los hombros a Lucius y lo acorraló contra el mesón de la cocina. Estaba echando chispas por sus ojos de ira.

—Escuchame bien Malfoy, porque no lo pienso repetir. No se como mierda trates a Draco pero a MI hijo no le vas hablar de esa manera... Que estemos juntos en esto no te da ningún derecho de hablarle así a un niño como el.

Lucius lo miraba entre asustado e irritado, trato de apartarlo pero su agarre era tan fuerte que sentía que le iba a arrancar los brazos.

—Creo que olvidaste que tanta influencia tengo en mis manos, Snape.

—Y yo creo que olvidaste que se preparar venenos mortales que puedo echar en tu café en cualquier momento, Malfoy.

Severus soltó a Lucius y se dirigió escaleras arriba, el contrario se quedó pensando en las palabras del otro, Severus era solo otra persona sin importancia, pero el, Lucius Malfoy, tenía al Ministerio de Magia comiendo de la palma de su mano, ¿Por qué sentir miedo entonces?

—Oh... Claro.

Estaba ayudando al niño que vivió a escapar de los Mortífagos. No había manera de que el Señor Oscuro le perdonara tal cosa.

~

—¿Cuando nos iremos a casa?

Draco estaba preocupado por Harry, el no pasaba por alto toda la incomodidad que su "amigo" sentía al estar en esa casa.

—Lo siento Draco, creo que nos quedaremos aquí por un tiempo.

Severus término de arropar a los dos niños, apagó la luz y se retiro. Harry ya estaba dormido, con lágrimas secas en sus mejillas, Draco no podía apartar la vista de su rostro tapado por algunos mechones de pelo negro.

De repente sintió algo en el estómago, una sensación extraña y cosquilluda que le producía mareo, también sentía su cara arder.

—¿Que me sucede?

Cerró los ojos y volteo la cabeza en cualquier dirección mientras murmuraba para si mismo:

—Solo estoy cansado...

Y cayó dormido segundos después.

El silencio de la casa era tan palpable que nadie se dio cuenta cuando un adulto salió de aquella casa, con varita en mano y tapándose el rostro como podía.

Los dos contra el mundo ~Severitus~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora