Los dos contra el mundo ~Severitus~

IX

—¿Dormiste bien, Lucius?

—Haz silencio antes de que te obligue a cerrar la boca, Severus.

El Rubió mayor no había pasado una buena noche, al menos desde el punto de vista de Snape: Su cabello no estaba tan brillante como siempre, además de tener unas ojeras adornando su rostro y para mejorar aún las cosas, aparentemente, estaba más irritable que nunca.

—¿Que le pasó al rey de Roma?

—Severus no me obligues a lanzarte un maleficio.

Severus le sirvio una taza de te con  hierbas tranquilizantes en lo que Lucius terminaba su desayuno, el silencio fue roto cuando el pequeño Draco Malfoy bajo a la cocina, y para sorpresa de los dos adultos, Harry no estaba con el.

—¿Donde esta Harry?

—Arriba, sigue dormido.

El infante se sentó en la mesa junto a su padre, y Snape sintiéndose como su sirviente, le sirvió unas tostadas y una taza de te al pequeño.

—Cuando termines de comer vuelve a tu habitación, Lucius y yo tenemos algo que discutir.

—¿Disculpa? Yo no tengo nada de que hablar contigo.

Draco comió lo más rápido que pudo y se fue escaleras arriba nuevamente, queriendo evitar ser testigo del enfrentamiento de su padre y su padrino.

—Lucius no soy tonto, se que ayer saliste a Merlin sabe dónde y tienes el descaro de tratarme como un lunático.

—¿De que estas hablando? Severus entiendo que quieras proteger al chico, pero no puedes pretender que todos a tu alrededor sean tus enemigos.

El rubió dio un salto cuando el contrario golpeo bruscamente la mesa con sus manos, definitivamente estaba enojado.

—Estaría menos enojado si admitieran que saliste de la casa.

—Te estoy diciendo que no fui a ninguna parte ¡Quieres escucharme, por amor a Merlin!

Si Severus estaba rojo de ira ahora estaba pálido, confundido, su enojo había desaparecido y el rubió no entendía por que, al darse cuenta que el hombre estaba mirando un punto fijo detrás de él decidio darse la vuelta, viendo como la puerta pequeña bajo las escaleras estaba entre abierta.

—¿Haz terminado de volverte loco, Severus? ¿Por qué miras la puerta?

—Han escapado...

Lucius seguía sin comprender.

—¿Quien? ¿Quienes? ¡Haz el favor y habla!

—Los Dursley, se escaparon.

Lucius se levantó y se acercó a la puerta, y con algo de asco la termino de abrir, observando que no había nada más que una cama vieja y oscuridad.

—¿Que se supone que estaba aquí?

—No tengo tiempo para explicarte, pero debemos encontrar una familia de estúpidos antes de que el Ministerio de magia nos quiera muertos.

Antes de que el rubió pudiera replicar el contrario salió corriendo de la casa, y Lucius, dudoso de si seguirlo o no, terminó por acompañarlo desde la distancia, aun sin entender que pasaba.

Porque claro, es totalmente seguro dejar a dos niños solos, siendo uno el niño que vivió ¿Verdad?

~

—No escucho gritos.

—Probablemente ya dejaron de pelear