♡- ¿Están seguros de que vamos por el camino correcto?
- Mirabel tiene razón ¿Dónde carajos nos metiste?.- cuestionó la joven de largos cabellos a su primo.
- Isabella, si te callas podría pensar por donde esa señora dijo que quedaba el hotel.
-Pues, piensa rápido porque hace más de 30 minutos estamos buscando ese "hotel".
Esto era realmente agotador, no lográbamos encontrar la dirección que nos mencionó la señora por la llamada.
Nuestro estado físico estaba acostumbrado a nuestro suelo medianamente llano y comparados con los empinados caminos de la montaña eran una tortura.
Las personas que vivían allí parecían danzar delicadamente mientas subían, lo hacían ver tan fácil.
Habíamos pedido indicaciones a los pueblerinos, pero las calles eran difusas, curva tras curva y siempre terminábamos en el mismo lugar donde empezamos.
El sol estaba fuerte, sumado a nuestra falta de sueño y viaje en ayunas estábamos destrozados.
Era como un acto escolar a final de año, yo sería la que se desmaya.
Mientras Dolores pedía indicaciones a unas señoras todos los demás esperábamos a la sombra de un árbol.
Algunos estaban desplomados sobre un tronco en mal estado que simulaba ser un banco y otros estaban parados a duras penas.- _____. - me llamo Toñito.- Tengo sed.
- Oh, okay. - murmuré mientras buscaba mi billetera. - ¿Quieres agua o...?
En ese momento todos levantaron la mirada y empezar a asentir mientras decían que era lo que querían.
- Ja! Claro, sacrifiquen al burro. - protestó Toñito mientras tomaba mi mano. - Vamos, ____. Yo te acompaño.
Nos encontrábamos en una pequeña sima, así que bajábamos con cuidado para no caer.
Bueno, yo bajaba con cuidado. Toñito iba a los saltitos sosteniendo mi mano, el pequeño demonio sabe que no dejaría que se caiga.
Caería yo antes que él. Siempre.
Mientras el niño de diez años se colgaba de mi brazo y cantaba canciones infantiles, yo buscaba aquel local que había visto cuando subíamos.
Y tal como recordaba, el veinticuatro horas estaba a unos pasos de dónde estábamos sentados.
Ingresamos y buscamos las botellas de agua para tomar ahora y en lo que queda de búsqueda.
Mi adorable acompañante sostenía mi billetera mientras yo acomodaba las botellas en el mostrador.
- Hola, linda. - saludó con una sonrisa la mujer tras el mostrador.- ¿Necesita algo más?
- No, esto es todo.- respondí mientras la señora hacía cuentas para poder pagarle.- Corazón, ¿Me alcanzas mi billetera?
Le pedí a mi acompañante, pero no recibí respuesta. Fijé mi mirada en él y lo vi con cara de cachorro mientras veía de reojo el congelador.
Me dio mucha gracia verlo así, ya que Camilo me comentaba como su feroz hermano menor lo manipulaba con esa bella cara.
Y entendí el porqué, hasta yo caí por eso.
- Toñito, ve a elegir un helado.- sus ojitos se iluminaron por mi comentario y lo empujé con suavidad hacia al congelador.- Lo lamento, ¿Puede agregar lo que el niño elija?
- Claro, querida.
Mientras Toñito se decidía yo observaba la tienda, parecía ser muy transitada.
Por lo que vi este pueblo vive del turismo, así que no me sorprende demasiado, pero este lugar era muy cómodo.
Era una cabaña de madera, era espaciosa y de grandes ventanas. Y los pilares de madera tenían tallados dibujos, variaban entre flores, animales, etc.
Con razón había tanta gente con niños allí, era un lugar muy acogedor.
- Mira, te voy a comprar un cartel que diga esto: "Abierto".
Escuché ese comentario y mi atmósfera hogareña se desvaneció por completo.
¿Quién putas tenía ese vocabulario tan precoz? Era un lugar llenó de bendiciones de menos once años.
Sin vergüenza.
Mire con mi peor cara hacia la rata que dijo tal vulgaridad imaginando que mi bebé Toñito no lo haya escuchado.
Y... ¡Oh, Sorpresa! Es comentario tan baladí y odioso era de mi mejor amigo.
Carel. Ese maldito pelirrojo mal hablado, lo mataría ahora mismo si no fuera porque no lo veo hace más de dos meses.
-¿____? ¿Mi fea ____, eres tú?.- dijo al verme mientras simulaba llorar.
- Si, Carel.- dije viéndolo mientras se acercaba a estrecharme en un abrazo corto.
Hace mucho no lo veía, estaba igual que siempre. Misma altura, mismas manos pequeñas, mismo cabello feo y ahogado en tintura roja.
Hablé con él hasta que unos pequeños brazos rodearon mi cintura. Era mi bebé Toñito, que en una mano sostenía su helado de durazno y con la otra me abrazaba.
Miraba a Carel como Camilo lo hace, simplemente que en Toñito se veía desconfianza... En su hermano era posesividad.
-¿Ya lo elegiste Toñito?.- pregunté, él solo asintió con la cabeza mientras seguía con su mirada puesta en mi pobre amigo pelirrojo.- Toñito, él es Carel, amigo de Emma y mío. Carel, él es Antonio Madrigal...
- Su cuñado.- dijo firme el niño, mientras Carel lo miraba sorprendido.- Un gusto.
El mayor y yo quedamos atónitos, ninguno esperaba esa respuesta y menos de un niño de diez años el cual se la pasa en su mundo.
- El gusto es mío, Antonio.- contesto mi amigo tratando de evitar la mirada fija del menor.- Y Bien, ¿A dónde se dirigen?
- Estamos de paseo prácticamente. ¿Tú?
- Tengo que ir a la sede del club para registrarme, después tengo que ir a un hotel, ¿Cómo se llamaba?.- pregunto para sí mismo.-¿La gallina descompuesta?
- ¿La gallina Turuleca?
Preguntamos al unísono con el madrigal menor.
-¡Ese mismo! ¿Ustedes se dirigen allí?
- Si, ¿Sabes cómo llegar?.- pregunté mientras salía del negocio.
- Sí, es el hotel que siempre alquila el club. ¿Quieres que los guíe?
Asentí rápidamente junto a Toñito. Salimos caminando hacia donde se encontraban los demás. Mi guía se había despedido del chico al cual le dijo "abierto" y caminó junto a nosotros.
Y ahí íbamos, subiendo el empinado camino mientas que teníamos una ligera charla. El menor de los tres iba con su helado y charlaba con Carel sobre sus partidos. Al parecer le interesa mucho.
Ay dios, ya me veo junto a Pepa siendo una barra brava por Antonio.
El pensamiento me causo gracia.
No le preste más atención a la conversación ajena y me concentre en no morir por la falta de aire que tenían mis pulmones.
Gracias al milagro el camino empinado iba llegando a su fin dejando ver a nuestros amigos y un par de ojos verdes que nos miraban con acecho.
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Budín De Limón [Camilo Madrigal x Tn]
FanfictionDos almas que soñaban ser libres. Dos almas las cuales se conocieron gracias a la razón por la que sufrían.