—¿Entonces lo harás?—Anna preguntó observando el papel.
—No lo sé, estaría muy nerviosa, son personas importantes y demasiadas.—Contesté.
—Lo necesitas en una sola noche recibirás más de lo que ganas aquí en una semana.—Se sacó el delantal y lo colgó.
Suspiré copiando su acción.
—Se me caerá la bandeja en medio de todos y no sabré que hacer, me tomarán del pelo y me echaran patitas a la calle.—Tomamos nuestros bolsos y cerramos el local.
—Oye, son gente con dinero pero no malvada.. Bueno si, uno que otro habrán pero hay que tener fe en la humanidad.
—Yo la perdí hace mucho.—Susurré.
Nos miramos en silencio.
—Igual yo.
—Esta bien, lo haré.—Sacudi la cabeza y sonreí contagiandole mi sonrisa.
—Esa es mi pequeña.—Me abrazó y sentí por un segundo un abrazo maternal.
Me separé borrando esos sentimientos. —Será mañana ¿crees poder..?
Me interrumpió.
—Sabes que si.—Ató su cabello.— Mucha suerte mañana, nos vemos.
—Igual, saluda de mi parte al enano.
Nos saludamos y tomamos caminos separados, esta vez no sentí esa sombra siguiéndome y pude caminar en paz sin aquel nudo en la garganta. Al llegar a casa, hice mi ramen y me senté a comer.
Encendí la televisión y ahí estaba de nuevo él. Sonreía cómo nunca antes lo había visto sonreír, sus ojos no brillaban pero ese sentimiento cálido emanaba de sus ojitos.
Tiene la vida que se merece tener y estoy feliz por él.
Cambié el canal poniendo Disney Channel porque una parte de mi sabia que si seguía pensando en él recordaría el pasado y no quiero hacerlo, porque sería pensar mi momento en ese horrible lugar, no puedo hacerlo, no quiero.
Me quedé viendo Buena Suerte, Charlie y decidí acostarme antes de quedar dormida en el sofá para luego levantarme con la espalda doblada. No, gracias.
Suspiré sintiendo mi cabeza abombada, esperaba que el evento de mañana saliera bien. Necesito ese dinero para la renta atrasada. Desactive la alarma y cerré los ojos.No se en que momento me quedé dormida.
Me desperté por los gritos de los vecinos, observé el reloj y eran más de las 12 pm. y me levanté sabiendo que había dormido lo suficiente como para descansar mi cuerpo, me duche, me vestí para esta noche (después de todo ellos me darían el uniforme) y decidí revisar la heladera en busca de comida. Estaba vacía.
Aún no había cobrado y no tenía más comida. El dinero se me fue con el médico y sus recetas. Salí de mi casa con el estómago ardiendo del hambre, trate de distraerme pero hoy todos decidieron salir a comer al aire libre.
—No me jodas.—Mi nariz atrapó un aroma totalmente rico.
Recordé aquella vez que luego de escapar del orfanato había pasado hambre por cuatro días enteros, recordaba aquella chica sucia mendigando por un par de monedas que eran arrojadas a mis pies, porque las personas se negaban a tocarme del asco. Recuerdo haber llorado por ello, me sentía un insecto asqueroso, me hicieron sentir un pedazo de basura y mi cabeza comenzó a creerlo hasta que llegó mi abuelita.
Vio algo en mi que nadie jamás hizo, vio luz y amor, y eso mismo le di hasta su último respiro.
Pasé toda la tarde sentada en una banca en una plaza evitando sentir o escuchar mi estómago. Observé mi celular viendo que serían las 6 pm. y debería partir al hotel donde se cumpliría el evento.
Al llegar observé el entorno, aún se encontraba vacío por fuera, entré por la parte de atrás según decía el papel y la cantidad de personas en traje de mozos me sorprendió.
—¿Eres mesera o cocinera?—Se me acercó un hombre en traje con una tablet en la mano y un auricular en su oreja izquierda.
—Umm.. Mesera.
—Nombre.—Solicitó.
—Leslie Henderson.
—Aquí estás, tu número es el 106 y el de tu locker es el mismo, pruebate el uniforme y si no te entra o te queda grande habla en con la directora y ella te dará otro de tu talla.—Me hablaba sin mirarme a la cara mientras escribía cosas en su tablet. Maleducado.—No tendría que haber problema después de todo llenaste el formulario con tu talla.
Me observó de arriba abajo.
—Si eso es todo, adiós.
Dio la vuelta y se fue sin esperar mi respuesta.
—Tranquila, es un idiota de primera. Se cree el superior de aquí.
Me giré así la voz tímida. Era una chica un poco mas alta que yo, morena.
—Soy Crystal, puedo acompañarte al cambiador para que no estés sola.—Sus manos rozaban sus muslos del nerviosismo. Sonreí.
—Claro, por favor, es muy grande éste lugar.—Rió con timidez y me señaló con la cabeza que la acompañará.
Comenzamos a caminar y la veía jugar con sus dedos.
—¿Y cuál es tu razón de estar aquí? ¿Pará qué necesitas el dinero?—La vi dudar contestarme.—Oye, todos aquí vamos a aguantar ser maltratados por solo unos dolares.
Suspiró relajando los hombros.
—Mi madre tiene cáncer, necesito el dinero para la quimio.—Pude sentir el dolor en su voz.
—Lo lamento.—Toqué su hombro.—Es una mierda.
—Si, así es. ¿Y tú?
—Pues, si no consigo dinero terminaré en la calle.—Decidí omitir la parte de la heladera vacía.
—Pues a dar lo mejor de nosotras.
Me dejó frente mi locker y comencé a cambiarme. Por suerte me quedaba perfecto, até mi cabello con mi listón rojo y terminé mientras alisaba mi traje.
—¡Atención! ¡Reconjan una bandeja y dirijanse de manera ordenada al sector central!
Copié la acción de los demás y tomando la bandeja fría nos pusimos en fila hasta el lugar ordenado con mesas llenas de copas, comidas y alcohol. Nos ubicamos dos filas una frente a otra mientras el hombre de antes caminaba por en medio.
—Habrán más de trescientas personas a las cuales ustedes obdeceran y servirán, vaso que se rompe se descuenta del salario. No contesten, sean educados. Estamos sirviendo a los mismos líderes de esta ciudad, enfadenlos y se irán a la calle sin cobrar nada.—Escrudiño a cada uno con la mirada.—¿Entendido?
—¡Si, señor!—Hablamos al unísono.
—Pues, que la fiesta empiece.
Las puertas abrieron y personas totalmente elegantes comenzaron a entrar. Comenzamos a ofrecer tanto alcohol como bocados pequeños de comida que olían delicioso.
Tengo mucha hambre.
Y así comenzó lo que sería una noche tediosa.
Estuve de aquí para allá sirviéndole a personas que me miraban son superioridad. Estaba acostumbrada. En un momento me detuve, me dolían los tobillos de caminar tanto, no se comparaba en nada a mi trabajo en el resto bar. Traté de no mirar la comida y centré mi vista en busca de que alguien necesite algo pero todos estaban distraídos.
—¿Leslie?
Una voz gruesa de oyó a mi costado y mi respiración se cortó al verlo.
Perdón, estoy cursando y estuve muy cansada esta semana. Gracias por esperar. Amo que les esté gustando esta historia, amo ver sus comentarios.🤍
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Inefable© | Sin editar.
Romance-¿Cuán roto debe estar mi corazón para que seas feliz? -Por favor, perdóname. -No es suficiente. -Te amo Todas esas palabras inundaron su cabeza poniéndola en dudas, porque ya no sabia si lo que tanto deseaba era lo que la hacía realmente feliz. Tod...