⠀⠀⠀02. THE LULLABY OF THE BROKEN HEARTS

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HABÍAN ESTRELLAS COLGANDO EN LAS PAREDES DONDE ANTES SOLÍAN POSTRARSE DRAGONES.

Aquella fue la primera de tres diferencias que notó Rhaelle Velaryon cuando el carruaje arribó en la Fortaleza Roja, la fe de los siete se abría paso entre la dinastía que sus antepasados construyeron siglos atrás y aborreció el hecho de que los hermanos de su madre mantuviesen sus bocas calladas mientras silenciaban el poder de los Targaryen. Que ironía pensó al recordar como aquellas personas eran las mismas que murmuraban por la oscuridad sobre el color de su cabello, porque aun si la sangre del dragón corriese espesa en su sangre (y en la de sus tíos) se dio cuenta de que los bandos habían sido asignados.

Sus pasos retumbaron en el salon vacio, en donde había decidido separarse de sus hermanos para dejarlos regocijarse en las espadas, y entendió que el tiempo y los años habían surtido efecto en su mundo; aquel palacio en donde una vez se sintió una pequeña criatura comparada al resto de caballeros y damas de la corte, ahora era un solitario y demacrado montón de piedra vestida de un manto grisáceo y distante. El calor de las paredes se había desvanecido por completo y los rayos de sol eran ahora la única fuente de brillo.

Rhaelle observó por una de los grandes ventanales los jardines en los que solía pasar las tardes con sus hermanos o el chico Stark pensando en los diferente que hubiese sido todo si tan solo las cosas hubiesen sido diferentes para su madre, si tala vez los dioses hubiesen elegido su lado por una vez.

—Parece que ambos somos amigos de la nostalgia.

La voz masculina le sorprendió por solo unos segundos hasta poder reconocer a quien le pertenecía y el miedo inundó su sistema al tener a Vaemond Velaryon a su lado. El hombre había perdido a su hermano y en pocas horas perdería su lugar en el trono a causa de su hermano, a quien, por cierto, odiaba. Rhaelle inclinó su cabeza antes de poder hablar, le habían enseñado a ser educada aun con personas que la rechazaban por su linaje.

—Estamos lejos de nuestros hogares, tío. Recordamos de diferentes formas a fin de cuentas —murmuró sin mirarle a los ojos, no necesitaba ver el odio en ellos—. Tu añoras tu hogar y yo intento darle sentido al mio.

—Debe ser difícil, ¿no? Saber que todo cambia y no poder hacer nada al respecto porque otros te han quitado todo el poder.

—El mundo es un lugar extraño, pero no somos los primeros hijos por lo que está en nosotros pelear por ese poder que tanto quieres.

—¿Y si esa persona es nuestro futuro gobernante?

Rhaelle quiso huir, convertirse en polvo para escapar por el balcón y volver a su hogar, aquel era su lugar seguro, junto a Gaelithox y sus hermanos. Allí eran reyes y reinas sin obligaciones, sin amenazas llegando de izquierda y derecha.

—Tu madre quiere arrancar mi derecho de nacimiento para dárselo a tu hermano así como su hermano querrá hacerle a ella, ¿pero sabes cual es la diferencia?

La chica negó.

—La sangre es legítima en ellos, una batalla justa y sin reyes de por medio.

—¿Su desesperación es tan grande que debe amenazar a una niña, Lord Vaemond? —Rhaelle luchó para que su voz saliese fuerte—. Mi padre reconoció a mis hermanos y a mí como sus legítimos hijos, y dudo que quiera ir en contra de la conciencia de un hombre muerto. Puede decir todo lo que quiera pero usted nunca obtendrá Driftmark.

—La sangre Velaryon no corre las venas de ninguno de los hijos de tu madre y mucho menos por la tuya, bas...

—Lord Vaemond —la interrupción fue lo que hizo que Rhaelle pudiese respirar con tranquilidad, había dejado de notar que el nombrado comenzaba a acercarse a ella con sigilo, le agradecería al hombre por aquello —. Lamento interrumpirlo, señor, pero la princesa Rhaenyra busca a su hija.

EPIPHANY. . . house of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora