TRAIDOR. TRAIDOR. TRAIDOR.
Aquello era todo lo que su mente pensaba al bajar los escalones de piedra anaranjada, las únicas palabras que tamborileaban en su cabeza —aplastando cada viejo recuerdo que tenía para adueñarse de ella de la peor forma posible. Era su culpa, el que Benjen esté detrás de una de esas habitaciones rocosas preguntándose a sí mismo si en algún momento vería la luz del sol de nuevo, Rhaelle incluso pensó en que los Hightower usarían al chico para ganarse al Norte como aliado.
La vida de un hijo a cambio de lealtad, un intercambio justo para personas déspotas.
Con cada paso que Rhaelle daba, la luz de las antorchas se volvían borrosas, susurrando a sus oídos que aquello había ocurrido por su culpa —era el resultado de un heroico plan que solo vio buenos resultados, era fácil liberar a un dragón y escapar cuando el mundo aguantaba la respiración a la espera de un nuevo rey. Nadie iba a notar a un lobo escabullirse al hogar de los dragones para liberar a uno en nombre de su jinete. Pero Rhaelle sobreestimó a sus contrincantes, creyendo que serían lo suficientemente ciegos, jugó con el destino y perdió a la única persona en King's Landing en quien podía confiar con su vida.
Aquella fue la primera vez que probó el sabor del fracaso, como comenzaba con la más dulce miel —nada podía hacerle daño, demasiado confiada en su posición como hija de Rhaenyra. Pero aquella dulzura llegó a empalagarla, anestesiando su paladar y mente para dejarla expuesta a sus enemigos.
Su corazón tembló cuando los caballeros se detuvieron frente a una mohosa puerta con una pequeña ventana en donde la oscuridad rogaba por escapar, sintió las voces de los fantasmas de prisioneros pasados, susurrando cerca de sus oídos para pedirle paz. Rhaelle se juró a sí misma liberar al chico sin importar las consecuencias, si debían de encerrarla a ella en la jaula que era aquel palacio, con barrotes de oro y serpientes danzando a la espera de una nueva víctima.
El caballero a su derecha giró la llave para liberar el funesto frío que atormentaba al chico, haciendo que el fuego de las antorchas se volviese pequeño —amenazando con apagarse si aquella puerta no era cerrada, y las manos de la chica Velaryon temblaron cuando notó en el estado en donde su viejo amigo había estado durante horas y solo.
—Tiene solo unos minutos, princesa —mencionó el hombre con gentileza—. Las órdenes de la Mano fueron claras.
—Aún no hay un rey en Westeros, Otto Hightower ya no tiene poder —murmuró girando su cabeza y creyó que aquel fue un error ya que pudo ver la mirada de clemencia en el caballero—. Pero no los pondré en una situación incómoda, solo cierren la puerta, por favor.
Y cuando el hombre asintió a su pedido, Rhaelle tomó una bocanada de aire y tiró de la manga de su vestido aún intacto de la fría noche.
Nunca esperó verlo en aquella sombría esquina, abrazando sus rodillas y acunando su rostro en ellas —vestido solo con una fina camisa blanca y pantalones que no llegaban a cubrir sus piernas. Se veía tan pequeño y frágil que el corazón de la chica terminó hecho trizas cuando corrió hacia el chico con desesperación trazada en su rostro.
—Ben —susurró mientras sus manos acunaron el rostro del nombrado, tocando la gélida piel de sus mejillas sin recibir respuesta alguna de su parte—. Ben, por favor.
Pasó sus dedos por aquellos párpados que escondían el océano que tanto le gustaba a la chica rogándole a los dioses que despertase de su pacifico sueño —en donde las maravillas lo protegían de toda maldad. Notó como en una de sus mejillas se escondía un vergonzoso corte y colores morados rodando la herida. Con terror, Rhaelle giró en dirección a la puerta cerrada, sin sacar sus manos de aquel rostro, y se preparó para comenzar con las súplicas.
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EPIPHANY. . . house of the dragon
Hayran Kurguand the song started when the fire meet the snow and blood ⠀⠀⠀ aemond targaryen x fem!oc male!oc x fem!oc ⠀⠀⠀⠀ ©accioduarte 2022