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Las cenizas eran la peor pesadilla de Tony desde que había terminado la guerra contra Thanos. No importaba que los que alguna vez se habían desvanecido hubieran regresado, ilesos, sin que el tiempo hubiera pasado sobre ellos. La parte traicionera de su mente le decía que podían volver a irse, a desvanecerse entre sus dedos como gris ceniza.

La peor parte eran las pesadillas, esos conjuntos de imágenes creadas por su mente, que parecía esforzarse para buscar los peores escenarios, haciéndolo despertar en la madrugada, inmovilizado por el miedo, sintiendo su corazón acelerado, hasta que comprendía que solo había sido un sueño. Que no había nada que amenazara a aquello que amaba.

Últimamente, soñaba reiteradamente con los vengadores, un sueño donde todos y cada uno de ellos se volvían cenizas ante él, sin que pudiese hacer nada para evitarlo. Durante esos horribles años, al menos Tony había contado con el apoyo de los que habían sobrevivido a lo mismo que él, hombros donde descargar su frustración.

En sus sueños, sentía la más abrumadora soledad mientras veía como Peter se deshacía entre sus manos en suaves cenizas. Cada uno al que miraba, se lo llevaba el viento. Thor, Steve, Natasha, Clint, Banner... hasta Strange, todos eran reducidos a ceniza sin que pudiera hacer nada.

Aun así, Tony sentía un ridículo alivio por ello.

Peter era lo que le daba esperanza. El muchacho, lleno de ese juvenil entusiasmo, energía contagiosa y sonrisas, que parecían no ir a terminar nunca. Tony se alegraba de que Peter no hubiera vivido lo mismo que él, que no hubiese tenido que lidiar con la perdida de tantos seres queridos. El no haber vivido lo mismo que había alivianado el peso de la guerra para Peter y este conservaba su natural felicidad.
Incluso había logrado que Thor volviera a sonreír, después de que este lidiara con la muerte de Loki encerrándose en el nuevo Asgard en la más completa soledad. Los vengadores que seguían allí solían intentar visitarlo cada cierto tiempo, viendo entristecidos como el poderoso guerrero parecía consumirse lentamente.

Tony sabía que de no haber sido por el sacrificio de Nébula y el chasquido que había traído a tantos de vuelta, él hubiera terminado sus días igual que Thor, ahogándose en alcohol en la soledad silenciosa de la mansión.

Pero todo había valido la pena de alguna forma, porque Peter estaba vivo y volvía a ser feliz. Había sido complicado al principio para el volver a integrarse al mundo, después de haber pasado cuatro años sin existir, pero se había amoldado con facilidad y había vuelto a estudiar, ayudar a los vengadores tanto como le era permitido y a vivir su vida como deseaba.

Y Tony era feliz si Peter lo era. Aun a costa de su propia felicidad.

Vestigios de cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora