Vestigios de cenizas

9

Tony despertó con una sensación de comodidad y descanso que casi había olvidado como era. Hacía mucho no tenía un descanso decente, sin despertar por una pesadilla o despertar con la columna ardiendo después de dormirse sobre un libro o en la mesa de su laboratorio.

Desorientado, se irguió en el sofá contemplando la manta que lo cubría, confundido, sin recordar haberse cubierto con ella, cuando levanto la mirada y encontró a Peter durmiendo en un rincón del sofá, con la cabeza sobre el apoyabrazos y las piernas contra su cuerpo, ocupando el menor espacio posible para que Tony pudiera dormir cómodamente.

Una corriente de ternura recorrió a Tony, viendo la posición incomoda que Peter soportaba aun en sueños por él y entonces se percató que por primera vez en meses, desde que toda aquella pesadilla finalizo, había logrado dormir casi toda la noche. Despertar descansado era una sensación que había olvidado.

Peter dormía con los labios ligeramente entreabiertos y una expresión pacifica que Tony le envidio. Era la viva imagen de la inocencia y eso provoco que se sintiera culpable por provocar que durmiera allí, probablemente para no dejarlo solo, sin taparse y con los pies desnudos fríos. Tony se quitó la manta y se la hecho encima con suavidad, intentando no despertarlo.

Steve eligió ese momento para aparecer con dos tazas de café, probablemente creyendo que Tony había pasado la noche en vela, pero se encontró con esa peculiar escena y miro a Tony con una sonrisa.

—Me sorprende decir esto, pero no tienes ojeras—Susurro para no despertar a Peter y le tendió una taza de café. Tony, sentado en el sofá, la aceptó a regañadientes, porque no quería levantarse a hacerse el desayuno y despertar al chico.

—Tu si, ¿Qué hicieron anoche con Barnes?—Tony le hizo un gesto ladino con las cejas y Steve elevo una de las suyas.

—Nos desvelamos viendo la continuación de Peter Pan por tu culpa—Dijo con tranquilidad, sonriendo victoriosamente—. Bromea cuanto quieras, pero me alegro de que confíes en el chico. El solo quiere ayudarte, deberías permitírselo.

Tony lo ignoro, dándole un sorbo a su taza mientras Steve volvía a dejarlo en paz. Peter continuaba durmiendo profundamente, sin percatarse del movimiento a su alrededor y Tony suspiro ruidosamente.

Precisamente esa era la razón por la cual se negaba a aceptar la ayuda de Peter. Este parecía dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de ayudarlo y el hecho de que estuviera durmiendo en una posición horrible para su cuello era una demostración de aquello. Tony seguía convencido de que Peter no debía, por nada del mundo, cargar con esa oscuridad que lo acechaba a él.

Se hubiera sentido como contaminar a Peter. Y Tony nunca se hubiera permitido eso.

Como si respondiese a sus pensamientos, Peter se removió y abrió los ojos, parpadeando con confusión y sonriéndole somnolientamente.

Y Tony le temía a esa oscuridad que anidaba en su pecho, que se agitaba como una tormenta y huía cuando Peter sonreía.