El chico del sueño roto

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Desanimado llegaba Donato a su habitación, arrastró los pies hasta llegar a su cama donde se dejó caer de golpe y sus almohadas lo enterraron.

-Quello che faccio?-se preguntaba que podía hacer, todo le salía lo contrario a lo que él quería. La fecha de presentación sería tres semanas.

Sus ojos comenzaron a cerrarse mientras imaginaba que le iban a decir sus padres por lo de la obra, su madre siempre lo vio como un desperdicio de tiempo y su padre algo que mejor no intentara.

¿Acaso tenían razón?

Tres días pasaron que no quiso levantarse, estaba desanimado solo se despegaba de su cama para ir a comer. Hasta que el silencio de la habitación se rompió.

-Pobre y subestimado Donato.-una voz femenina con tono siniestro salió del espejo de su pared.

-¿Quién habla?.-asustado miró para ambos lados de su habitacion, nadie más estaba ahí.

-Solo una humilde reina que conoce el pesar de vivir bajo las sombras muchacho.-el espejo empezó a brillar y el hijo del titiritero posó su vista en el.

-Vaya, pero si la mismísima reina malvada cree que conoce mis problemas.-cruzó sus brazos frente al espejo acercándose tratando de divisar a la mujer que le hablaba desde adentro.

Llamaron a su puerta, era su compañero de habitación y tres chicas más que no le permitían escuchar bien la tentadora oferta planeaba ofrecerle la Reina.

-Donato sobre lo que sucedió en la práctica, necesitamos saber si la obra seguirá en pie. Ya pasaron tres días desde que no apareces, los vestuarios están listos-Caterina habló a la puerta esperando una respuesta.

-Tengo la solucion a tu problema muchacho. Una Nueva Era, serás respetado y un líder para todos, porque todos olvidarán sus cuentos.

-Tal vez no está en su habitación-agregó Madie a la vez que acomodaba su mascarilla, pues estar cerca del hijo de Garfio le causaba picazón en su nariz.

-Estaba esta mañana ahí-intentó girar la perilla de la puerta, pero no consiguió ni si quiera moverla.-¡Gusano, abre la maldita puerta!-replicó Adler dándose cuenta de que la puerta estaba atascada.

-Donato, soy yo Apple, por favor debemos hablar.-detuvo el forcejeo del pirata y trató de sonar calmada.

-Creo que me gustaría hablar más con usted.-con un brillo desapareció dentro del espejo de su habitación.

-Algo está pasando ahí, ¡Rápido hay que abrir ya!- Caterina intentó empujar la puerta.

-¡Adler, las bisagras!

Retiraron las bisagras y lograron quitar la puerta, pero ya era demasiado tarde, Donato no estaba.

-¿y ahora qué?-preguntó Madie desde el marco de la puerta.

-No pudo ir muy lejos.-el pirata se asomó por la ventana de la habitación buscando a Donato.

-De echo sí, este espejo que tienen pudo usarlo.-Apple recordó como la Reina Malvada la ayudó a llegar hasta ella usando un espejo similar.

-Cenizas...son recientes, ¿Sabes que era esto?

-No, pero eso debe ser de ayer Chica calavera. En la noche no paraba de escribir, mientras yo intentaba dormir.

-Am...Me perdí de algo? Apareció Twinky Bell mirando extrañada la falta de puerta.

-Bombón, es más extraño de lo que crees.-el hijo de garfio caminó hasta ella.

-Caterina.-el hada chocó mirada con ella, aún seguían enojadas.

-Twinky.-le respondió con indiferencia.

-¿Estás de niñero o algo así, Adler?-se burló.

-Estamos resolviendo un caso que no es de tu incumbencia.-le respondió Caterina mientras recogía las cenizas de la mesa.

-¿Te llamas Adler ahora?

-Esto es incómodo sin una taza de té.

El Hechizo de Marionetas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora