Prólogo.

563 35 5
                                    

Mi cabeza estaba a punto de explotar de tanto trabajo que me estaban dando. Jaeger, haz esto. Eren, ven aquí. Tú, haz esto otro. Y así. 

Mi jefe ni pensaba en que yo era un simple ser amargado que trabajaba para él. Y aunque mucha gente desearía estar en mi humilde (nótese el sarcasmo) puesto de secretario que trabaja, atiende y prácticamente le hace todo el trabajo a uno de los empresarios más importantes del país. 

Y no necesariamente lo hacen por la buena paga, (eso es lo que yo hago) lo hacen por el simple hecho de que, mi jefe, no es un simple jefe. Es el dueño de la empresa más sexy, sensual, hermoso, perfecto, lindo, y todas las características de alguien que es increíblemente atractivo. 

Pero eso solo aplica a su físico. Seguramente si esa descripción encajara para su personalidad y carácter también, estoy bastante seguro de que yo también estaría besando sus zapatos. 

¿Que por qué estoy diciendo que sería gay si mi jefe tuviera una mejor personalidad? Bueno, eso se responde solo.

—Aquí tiene. Café amargo.— "como usted", dije en mi mente. Obviamente no lo dije en voz alta, me encantaría seguir teniendo un techo y un poco de dinero al mes. El jefe ni me miró. Tomó el café con su mano sin dejar de mirar su teléfono, y bebió un sorbo. De haber sabido que ni dudaría de ese líquido, le hubiese puesto algún tipo de laxante. 

Ni me dieron ganas de seguir viéndolo por unos cuantos minutos, por lo que me dí la vuelta y caminé hasta la puerta de la oficina. Creí por unos instantes que quizá me agradecería o algo, pero como ya ven, no hizo nada.

Las mujeres que regalarían su propia casa con tal de tener mi puesto, se mueren por trabajar para el mismísimo Ackerman. Eso lo desean sin saber que no me da atención ni a mí, y eso que yo soy la persona más "cercana" (si se le puede decir así) a él. Ya que supuestamente soy el que puede entrar libremente a su oficina sin que él me ande gritando, y eso no es más que una mentira. 

Pero, como ya estarán notando, no puedo hacer nada más que quejarme conmigo mismo, ya que el empleo me viene bien, y si no tendría este empleo no encontraría la forma de mantener a mi gato. Ah, y a mí tampoco. 

—Venía a dejarle esto... a su jefe.—Una caja, si me dejan adivinar, chocolates con forma de corazón y bla, bla. Si tan solo supieran que a mi jefe no le gustan estas cursilerías, mucho menos viniendo de... Petra, la secretaria de Auruo. Una chica que desde ya hace unos meses viene dándole regalos a mi jefe, pensando que así conseguiría algo de él. 

Petra siempre me dio pena. Es la única. El resto de chicas que venían a darle este tipo de cosas, siempre era cortante con ellas o serio y directo, pero con Petra no podía hacer eso. Ella no merecía eso, y a veces maldecía al Ackerman por no darle una oportunidad a ella, pero eso no era mi problema. 

—Petra... no me hagas repetírtelo siempre. Me haces sufrir más a mí.—Dije rascándome las cienes. 

—Ya sé. Ya sé. Lo siento, Eren. Pero no puedo evitarlo.—Admitió. Se acarició el brazo izquierdo con su contrario, y bajó su mirada al suelo. Realmente esta chica era una de mis debilidades.

—Bien... veré que puedo hacer.—Tomé la caja y la guardé en el cajón de mi escritorio, en donde siempre guardo las cosas que mi jefe no quiere. Mayormente son chocolates, mentas, o dulces las cosas que guardo aquí. Y por si lo pensaban: No, no iba a dejar el regalo de Petra aquí, realmente lo llevaría hasta él, aún si sé lo que dirá. 

—Gracias.—Hizo una reverencia y se fue por la puerta.

Al fin me percaté. Si Petra está aquí... significa que Auruo vino. Y quizá también, hagan otra reunión sorpresa para Levi. Carajo. 

Puse mis codos sobre la superficie del escritorio, y con mis manos me revolví el cabello. El estrés algún día me enfermará de una manera, impresionante. Ahora tenía miedo de lo que iba a venir: Una reunión sorpresa de esas que mi jefe odia. 

Definitivamente, la vida me odiaba. 

.

.

.

.

¿Jefe?

Made with love, Sofxmn

¿Jefe? || EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora