Capítulo 7.

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[Eren J.]

Levi salió casi corriendo de puntitas del baño, para luego abrir lentamente la puerta y desaparecer tras cerrarla. Caminé hasta allí, donde cerré con traba discretamente para asegurarme de que jamás me atraparían hasta que Levi me de la señal. 

Todo en orden. 

Paseé de lado a lado de la habitación, aburrido por saber que estaba seguro aquí dentro y que esos dos amigos de mi jefe ya estén por irse de aquí, dejándome de nueva cuenta con Levi, para retomar lo que dejamos pendiente.

Oh, y hablando de eso; ¡Me acosté con él! Mierda, no me lo podía creer. Finalmente, luego de haberlo deseado por tanto tiempo, por fin pude acercarme un poco a él, y no necesariamente hablando o conversando. 

Me sonrojé un poco al recordar como comencé a actuar realmente extraño; y con eso, me refiero a que me desconocí a mí mismo hablándole de esa forma tan... demandante y dominante a Levi. Hasta llegué a pensar que quizá, no se dejaría mandar, pero supongo que le gustó todo lo que hice. 

Incluso, gimió mi nombre, cosa que me hizo erizar la piel. 

Nos besamos como si nos conociésemos de toda la vida, y nos revolcamos como si ya supiéramos quién era el otro, y dónde debíamos tocar para hacer sentir bien al contrario. 

Dejando eso de lado, mi azabache ya se estaba tardando demasiado. Acerqué mi oído a la puerta, donde pude oír como sus amigos y él bromeaban mientras reían con fuerza, incluso el gatito se encontraba allí. 

Me sentí un poco solo al saber que estaría así por un ratito más. 

El foquito de las ideas se me encendió cuando se me ocurrió explorar un poco la impecable habitación (dejando de lado la cama, que estaba hecha un desastre por nuestra culpa) en donde Levi dormía.

Recorrí con mi mirada toda la habitación; Unos dos muebles, dos mesitas de luz, un armario enorme, etcétera. Cosas que son "necesarias" para una habitación completa.

Fui hasta el primer mueble, donde lo abrí para revisar qué cosas habrían allí; bóxers, medias, corbatas, cinturones. Nada raro.
Encima de esta, estaba su colonia. Esa que sé que disfrutaba cada vez que se me acercaba, junto con un peine y unas cuantas cosas más que no eran tan importantes como para darle atención.  

También, me miré al espejo, donde hice unas mil poses raras para admirarme a mí mismo. 

Había un gran armario a un lado de su cama; no dudé tanto en ir y abrir de golpe las puertas, para ver la cosa más aburrida que podría haber en toda la maldita tierra; Camisas colgadas, junto con sus respectivos sacos. Pantalones bien doblados, y debajo de ese estante; todo tipo de zapatos elegantes. 

Solté un bufido al ver que no había nada interesante allí. Miré inconscientemente arriba, donde habían unas bolsas y una mochila que me resultó familiar.

—Se parece a la mía.—Murmuré mientras la sacaba del estante más alto. Noté que la mochila estaba bastante rellena, pero no estaba tan pesada como pensaba.—¿watafak?—me burlé de mí mismo, abriendo de lleno. 

Mi sonrisa de idiota fue cambiando a una perfecta "O" en mis labios, mientras abría los ojos como platos al ver como las cartas que había perdido hace uno o dos días, estaban dentro de esta. Fruncí el ceño, y de inmediato comencé a mover la bolsa de lado a lado, mirando la forma y estilo que tenía; efectivamente, era idéntica a mi mochila perdida.

—¿Qué?—Balbuceé una vez revisé los bolsillos; mi dinero para la renta de mi departamento, junto con unas estupideces y basura en ellos. 

Llevé con desesperación la mochila a la cama, donde comencé a sacar las cartas sobre esta, desparramándolas. Miré todos los sobres; todos decían lo mismo: Para Eren. Para el castaño. Para el lindo. Para mi amor. 

¿Jefe? || EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora