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La figura de un hombre medio desnudo se encontraba sentado en mi cama, a la altura de mis pies. Se sostenía la cabeza mientras acariciaba lentamente sus cabellos y suspiraba pesadamente.
—¿Qué estoy haciendo?—Se preguntó frustrado, para posteriormente levantarse y salir de la habitación.
[...]
Mis ojos se abrieron poco a poco, pero no tardé mucho en llevar mi mano a mi cabeza por un fuerte dolor. Me sentía cansado.
Me senté en la cama, masajeando un poco mi frente por el dolor al mismo tiempo en que bostezaba como nunca antes lo había hecho.
—¿Qué mierda..?—Maldije una vez paseé mis ojos por toda la habitación en donde me encontraba. ¿En dónde carajos estoy?
Me levanté de golpe de la cama, haciendo que un mareo repentino me haga tambalear un poco. Me atajé de una mesita de luz, dejando caer un reloj despertador al suelo, pero no le tomé importancia.
Fui rápidamente hasta la ventana, y abrí la cortina que la cubría. No pude evitar cerrar los ojos con el destello de luz brillante del sol que impactó en mi cara. Seguía en la ciudad. Incluso desde aquí se podía ver el edificio de la empresa en donde trabajo.
—Jaeger. ¿Qué haces?—Se alcanzó a escuchar desde el otro lado de la habitación. Rodé los ojos y cerré con fuerza mis párpados al oír la voz conocida llamar por mi apellido.
Me di la vuelta para ver la silueta de mi jefe con su ropa casual, y una bandeja de plata con comida recién hecha en manos. Me hubiese sentido furioso de no ser por que el Ackerman se veía realmente bonito y tierno con esa ropa y la comida. Pero, su ceño fruncido no iba con la situación, porque yo debía tenerlo.
—¿Me quieres explicar que está pasando?—Pregunté entre dientes, tratando de calmar mi rebosante furia y confusión. Mi contrario caminó hasta la mesita de luz, y dejó apoyado la bandeja, para posteriormente levantar el reloj que anteriormente había tirado por accidente.
Chasqueó la lengua:—Ni fuera del trabajo respetas mis reglas de higiene.—Se quejó, ignorando el hecho de que me encontraba en la casa de un desconocido y yo no estaba enterado. Apreté mis puños, y luché con las batallas internas que estaba teniendo por el comportamiento de este enano.—Nada extraño. Nos pasamos de copas anoche.—Contestó con simpleza.
Inflé mi pecho y lo desinflé nuevamente, calmando las ansias de dejar que un puño mío pare con fuerza en su linda cara. Lo miré con los ojos entrecerrados, pues su explicación corta y simple no contestaba ni satisfacía mis ganas de saber qué carajos hacía aquí, y por qué él estaba conmigo en el mismo lugar.
Mientras tanto, el azabache simplemente abrió un paquetito de azúcar y lo vertió dentro de una taza de lo que parecía tener té. Mezcló lentamente el líquido y dejó la cucharita a un lado de la taza para mirarme nuevamente con su cara neutral. Ya hasta me hartaba tener que descifrar qué significaba su cara, si es que significaba algo.
Él suspiró al ver que no contesté nada a su respuesta:—Estábamos tan pasados de alcohol que mi chofer tuvo que llevarnos en el auto, pero como no le decías en dónde vivías, directamente nos trajo a mi departamento. ¿Estás feliz con esa explicación?—Preguntó lo último hastío. Colocó su brazo sobre su cadera y se sentó sobre la cama.
Yo me quedé pensante. Comencé a recordar lo que me pasó ayer, y sí, concordaba con lo que él me decía. Solo que luego de unos segundos, comencé a sonrojarme.
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¿Jefe? || Ereri
RomanceEren siendo uno de los miles de secretarios que Levi alguna vez tuvo. Solo uno más en la larga lista, ¿no? O eso pensaba Jeager antes de saber que él tenía un extraño tipo de trato "especial" por parte de su sexy jefe Ackerman. Personajes pertenecie...