Capítulo 13.

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—Jeager. Recoge tus cosas y vete ya de aquí.—

[...]

—Mierda. Lo siento, Eren.—Se disculpó Armin, dejando que su bebida caliente se vaya enfriando conforme pasaban los minutos. El rubio se sintió realmente mal, su empatía solo lo hacía sufrir más de lo que ya lo hacía. 

—No te disculpes. Se venía venir.—Dijo Eren tratando de sacarle un poco de la culpa (que no debería tener) a Armin.

Eren había bajado su rendimiento laboral drásticamente. Y, según Kenny, se volvió perezoso y nunca escuchaba lo que él le pedía que haga, o directamente hacía todo mal. 

Estoy bastante segura de que Kenny lo hubiese aguantado por un tiempito más (unas dos o tres semanas), de no ser por que Eren confundió un pedido de su jefe, y agendó una cita a un depilatorio para mujeres, haciendo que el viejo se ofenda de sobremanera. 

Y ustedes se preguntarán, ¿cómo es que Eren fue tan estúpido como para confundir algo tan simple? Bueno, la verdad es que Eren sí se dio cuenta de que algo andaba mal, pero, por puro miedo a que el Ackerman le regañe por no escuchar y no prestar atención, no le cuestionó nada e hizo lo que pudo. 

Qué penoso. 

Para su buena suerte, nadie (además de Armin y Annie) se enteró sobre el grave y vergonzoso error que lo llevó a ser despedido del trabajo. 

Bueno, de igual forma, a Eren no le importó tanto perderlo. Había estado buscando alguna manera de dejarlo, pero le hubiese gustado que le despidieran cuando haya encontrado otro trabajo. 

Le pagaron su sueldo de ese mes, y no sé que mierda más, que significó mucha plata limitada hasta que encuentre un nuevo empleo. El que sea. 

—¿Cómo harás ahora? ¿Cómo mantendrás a Titán? Dios.—Cuestionaba Armin nervioso, pareciendo más preocupado por el gato de Eren que por el dueño mismo. 

—sí, Armin, yo también me preocupo mucho sobre como me voy a mantener.—Le dijo Eren con tono sarcástico. El castaño agarró la pequeña taza de café que tenía enfrente, y bebió un sorbo de ésta mientras cerraba sus ojos, disfrutando del hermoso sabor amargo de la libertad. 

—¿Cómo puedes estar tan tranquilo?—Preguntó el rubio, mirando como Eren apenas y sí se inmutaba por lo sucedido, como si fuese la cosa más casual o normal del planeta. 

Eren dejó la tacita en la mesa, y comenzó a saborear los restos de café medio dulzón que quedó en su lengua, sin quitar su mirada tranquila de el rubio nervioso que tenía sentado enfrente de él. 

—Estuve buscando un nuevo empleo desde hace como unas...—Hizo una pausa, para comenzar a contar con los dedos lentamente.—...una o dos semanas.—Armin frunció el ceño confundido, ¿de qué mierda está hablando?—Me preocupaba un poco el cómo renunciar al trabajo. Kenny ya se me adelantó, así que no tengo casi nada de qué preocuparme.—Respondió Eren, para después volver a beber otro largo sorbo de café. 

Armin se le quedó viendo unos segundos, asombrado por ver a la despreocupación personificada. Se iba a quejar sobre eso, pero Eren volvió a hablar;—Aunque, sí es medio... no sé... desesperante que me haya despedido antes de tiempo. Igual, tengo un par de opciones de empleo temporales para usar hasta que consiga uno más estable y duradero.—Añadió, mirando el fondo de tu taza casi vacía.

—Dios. Dame paciencia.—Pidió Armin en un murmuro, agarrándose el puente de su nariz.

—Ah, ¿cómo te va con Annie? Escuché por ahí que casi te viola en los baños.—Preguntó Eren de la nada, haciendo que el rubio levante la mirada; el castaño estaba lamiendo los bordes de su taza, donde habían rastros de espuma del café. 

¿Jefe? || EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora