Los días pasaron rápidamente que cuando menos me di cuenta, el día que los invitados llegarán para la fiesta de año nuevo había llegado, en todos estos días tanto como navier y sovieshu se habían evitado lo más que pudieran, la tensión que había entre los dos era tan palpable que era imposible tenerlos en la misma habitación sin que mí hermano no comenzará una pelea absurda y sin sentido, por suerte no habría tantos invitados este año por lo que él contacto que tendrían ambos sería mínimo
Muy temprano en la mañana mis doncellas me prepararon para recibir a los invitados, según mí hermano es para que los invitados tuvieran la impresión que la familia imperial estaba unida a pesar de todo o eso creía él que funcionaba
- ¡Abran paso al príncipe Heinrey del imperio de occidente! - mis ojos se enfocaron en aquel rubio de ojos magenta que se acercaba a mí hermano y cuñada para saludarlos -
El Príncipe Heinrey es el heredero al trono del imperio de occidente, siempre es centro de rumores… también es conocido por su gran crueldad y belleza
- Mí señora el príncipe Heinrey hace unos días mandó una carta para pedir ser candidato a pedir su mano - susurro Janet a mí oído, mire un poco impresionada a mí doncella la cual sonrió e hizo una señal para que mirara hacia el frente donde pude ver al príncipe de cabellos rubios con una hermosa sonrisa en su rostro cerca mío -
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El muchacho de cabellos dorados se arrodillo para tomar la mano de la pelinegra y dejar sobre esta un casto beso y luego mirarla, plata y magenta chocaron entre mirándose y analizando al otro, la pelinegra sonrió para hacer una reverencia aún con su mano siendo sostenida por el rubio
- Es un gusto por fin conocerla mí reina- la voz suave del rubio salió de aquellos labios tan delicadamente que Theia podía jurar que la intención del muchacho era que sola ella pudiera escuchar -
- Es un gusto conocerlo también príncipe Heinrey espero que su estadía en el palacio sea de su agrado - el rubio sonrió de costado para pararse y tomar ambas manos de la chica frente a él, la diferencia de altura entre ambos era divertido, la pelinegra tenía que levantar su cabeza para poder verlo a la cara -
- Créame mí reina que mí estadía aquí ya es placentera - le guiño el ojo, Janet alzó una ceja mientras ocultaba una sonrisa a su vez que la pelinegra trataba de ocultar un sonrojo que apareció en sus mejillas -
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Un suspiro salió de los labios rosados de la pelinegra desapareciendo en aquel cálido clima de la tarde, era escoltada por uno de los soldados del ejército con rumbo al patio central, detrás de ella como siempre fieles estaban sus doncellas las cuales tenían una mirada gélida y sin apartar la vista del frente
