𝕲𝖗𝖆𝖉𝖚𝖆𝖑𝖊

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—Joshua, Eclesiastés 7:25.

Se detuvo de camino escaleras arriba, con una mano en la barandilla. Inhaló y exhaló, mirando a sus zapatos.

—"Me volví y fijé mi corazón para saber y examinar e inquirir a la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de la insensatez y el desvarío del error".

Respondió rápidamente, sin esperar a las siguientes palabras de su padre.

Joshua subió las escaleras con pasos rápidos, con la mochila golpeando su cadera, abrió la puerta de su habitación y la cerró detrás con seguro.

Se quitó la mochila por encima de la cabeza y la lanzó a la cama. Después se dejó caer al suelo, abrazando sus rodillas, con la espalda pegada a la puerta.

Demasiada gente enferma. Demasiada maldad en el mundo.

Joshua, con los ojos cerrados con fuerza, trató de limpiarse desde adentro hacia afuera.

En la seguridad de su habitación debería ser suficiente para sentirse mejor, pero eso no sucedía con facilidad. Últimamente, el mundo lo perturbaba más.

Las personas cargaban auras de enfermedad, de problemas, pesadas y oscuras, manchadas. Gente caminando a un lado suyo, con pensamientos horrendos o intenciones escondidas.

Joshua podía verlo, podía sentirlo. Odiaba que sus ojos no pudieran ser tan ciegos como antes.

Inhaló de nuevo e hizo todo lo posible para calmarse usando su respiración, cómo su padre le había enseñado.

Sólo vivía con él, porque su madre había fallecido ocho años atrás, así que se tenían sólo ellos dos. Pero Joshua no podía ir con él a quejarse del don que le había heredado.

Ya lo había rechazado al no convertirse en lo que su padre quiso que fuera alguna vez. Que siguiera sus pasos.

En cambio, Joshua decidió estudiar medicina. Cómo si la enfermedad de las personas vulnerables fuera una manera de ayudar cuando en la calle sólo podía observar desde lejos sin hacer nada.

«Ojos benditos»

De bendito no tenía nada. Beatus vir qui...

Joshua quisiera no tener que ver todo eso. Las auras eran un reflejo del ser interno. Las personas escondían mucho tormento dentro de ellas. Eran el espíritu rodeando al cuerpo físico.

Se puso de pie, sin dejar de respirar con intención y abrió su mochila, sacando su grueso libro de embriología para ponerse a estudiar.

Iba a la facultad en la mañana y en la tarde llegaba a su casa a estudiar cuando su padre se retiraba al trabajo. Después preparaba la cena para ambos y comía con él.

Se acumulaba todo. Se estaba volviendo loco. Se distraía estudiando, pensando en otras cosas, limpiando su aura susceptible a todas las malas energías que se le pegaban como infecciones.

Pero era fácil para él purificar, pues ese era su verdadero don.

Se sentó en el escritorio de su habitación y sacó sus notas para empezar su sesión de estudio.

Se perdería de nuevo y distrairía su mente. Y si no lograba hacerlo, sólo tenía una opción...

 Y si no lograba hacerlo, sólo tenía una opción

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Dies Irae (WonHui/SeokSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora