Abrí mis ojos con Joseph a mi lado, así que me levante y me dirigí a la habitación de los niños, ellos seguían dormidos así que me tocaría despertarlos.
—Despierten. —empecé a tocar a ambos.
Chloe fue la primera en despertarse así que la bañaría a ella, dejaría que Joseph la cambie y luego haría lo mismo con Oliver. Así que primero fui con Chloe hacia al cuarto para que ella despertara a Joe.
—A ver, amor, despiértalo. —sonreí.
Chloe empezó a saltar en la cama, diciendo «papá despierta», pasaron unos minutos hasta que Joseph despertó.
—Quiero seguir durmiendo. —talló sus ojos— ven aquí. —le extendió los brazos a Chloe y ella lo abrazó.
—Amor, iré a bañar a Chloe y luego la cambias ¿ok? —le di un beso en la mejilla— ve y despierta a Oliver.
—Está bien. —le dio un beso en la mejilla a Chloe.
Fui y bañé a Chloe. Luego la lleve a Joseph para que la cambie. Luego bañe a Oliver y luego se lo di a Joseph. Los niños desayunaban en el kínder, así que nada más les puse el lunche.
—Bueno, ya se van con papá. —me agache a la altura de cada uno.
—¿Por que no vas tú a dejarnos? —preguntó Oliver.
—Tengo que trabajar, cariño. Pero te prometo que mañana los iré a dejar ¿ok? —sonreí y les di un beso en la mejilla a cada uno.
—Niños, suban al carro ya iré. —dijo Joseph arreglándose la camisa.
Me despedí de los niños y fueron al carro, así que me quede con Joseph.
—Ven, te arreglo yo la camisa. —agarre su mano y le arregle el cuello de la camisa de vestir que llevaba— ¿a donde irás?
—Amor, te dije que tendría que ir a firmar unas cosas. —agarro mis mejillas.
—Si, lo olvide, lo siento. —cerré mis ojos— estoy muy estresada con la tienda.
—Te entiendo, y está bien. —me dio un beso en la boca.
—Te amo, Joe. —sonreí.
—Yo a ti. —me dio un último beso— ya me tengo que ir.
—Está bien.
—Adios cariño. —salió de la casa.
Desayune y me puse a trabajar. Me llegó una llamada y vi que era Jamie.
-Hola Jei. —dije de cariño.
-Hola, ___ (tu apodo) ¿que tal?
-Bien. —sonreí— ¿sucede algo?
-Oh, ¿está Joseph en casa?
-No... el anda firmando unas cosas, ¿para que lo necesitas? —pregunte.
-Oh, para nada, no te preocupes.
-¿Está bien? —respondí confundida.
-Adios. —colgó.
No le tome importancia a la llamada y me levante a hacerme un café. Vi la hora en el reloj que posaba encima de la mesa, que decía que eran las 10:30, ya habían pasado cuatro horas desde que Joseph se fue. Los niños saldrían a las 12:30 así que no me preocupaba por el tiempo.
Estaba batiendo el café cuando sentí unas manos posar mi cintura; Joseph.
—Ya vine, cariño. —susurró en mi oído, escondiendo su cabeza en mi cuello, dejando besos pequeños.